Campesinos de Anaime amenazados por 'coincidencias'

Nombres de campesinos del Cañón de Anaime, opositores al proyecto minero de La Colosa, aparecen reseñados como alias de supuestos milicianos en volantes que distribuyó la Octava Brigada del Ejército en el Alto de la Línea. Organismos de derechos humanos anunciaron denuncias.

Léase bien: por coincidencia, y no por convivencia como en el programa de la televisión. En este, como en todos los casos, la realidad supera la ficción y la imaginación sobre ella.

Los campesinos, líderes de la resistencia a la exploración y explotación de la empresa sudafricana de explotación aurífera Anglogold Ashanti (AGA), de quienes por razones de seguridad nos reservamos los nombres, habían participado de distintas actividades en contra del proyecto, como marchas y plantones en la vía de acceso al Cañón para que los vehículos de la empresa no pudieran transitar.

Según una de las declaraciones, se trata de una persona reconocida de la zona, residente de toda la vida, que no tiene nada que ver con grupos insurgentes.

Esta persona denuncia, además, que se ha visto implicada en una cadenilla de “chismes” a partir de la llegada de estos volantes.

Que sus vecinos ahora la señalan de “sapa”, de que se ha “cagado” en el municipio, y ahora teme por su vida y la de su familia.

Dice también que lo anterior (los chismes) los relaciona con una mujer que trabajaría para AGA, y que “cumple la labor de informante, a esta empresa, como hostigando en eventos, tomando fotos, anotando lo dicho en los eventos de las organizaciones que hacen resistencia y haciendo comentarios disociadores.”

Según esta declaración, la denuncia ya se habría establecido ante organismos nacionales e internacionales de derechos humanos, entre ellos, Pax Christi (Holanda) y Campaña de solidaridad con Colombia (Inglaterra).

¿”Coincidencias” o “cacería de brujas”?
Según el coronel Marcos Pinto Lizarazo, comandante de la Octava Brigada del Ejército, los volantes los “pasaron” efectivos del Batallón Cisneros hace una semana en el Alto de la Línea, que es jurisdicción de esta división militar.  

“Ahí aparecen unos nombres en que figuran como alias, y que muy seguramente, de acuerdo con lo que me han informado, hay algunos nombres que son similares u homónimos de alguna gente que pueda vivir ahí.

“Ya el comandante del Batallón Cisneros está tomando contacto con algunas de esas personas para aclarar que no son ellos, y de igual manera para que no se siguieran distribuyendo los volantes y no fueran a prestarse para malas interpretaciones.”

De acuerdo con la versión del coronel, luego de que EL NUEVO DÍA le dijera que se trataba de campesinos que se oponían a la exploración y explotación aurífera en su región, esto nada tendría que ver con el proyecto minero, relación que rechazó vehementemente.

Por su parte, Isabel Cristina Pardo, de la fundación Comité de Solidaridad con Presos Políticos, fundación que acompaña a los campesinos de Anaime, señala que su trabajo es hacer una denuncia temprana, “porque creemos que se está tejiendo toda una estrategia para asustar a la gente, para que dejen su resistencia, es lo común en esto, ya sabemos cuál es el 'modus operandi' del Estado.”

La defensora de derechos humanos considera que no se trata de una coincidencia, y que es mejor una “cacería de brujas”.

También aseveró que no se trata solamente de retractarse, ni de pedir una disculpa: “A esta gente se le está poniendo como guerrilleros, y eso es una cosa grave. El Ejército tiene que hacer algo más representativo para remediar esto.”

Asimismo, anunció que se instaurarán las respectivas denuncias ante la Fiscalía.

“Nosotros estamos cansados de que el Ejército ponga en tela de juicio a personas que están liderando cosas, solamente para sacarlas suciamente con el miedo. Estas personas están aterrorizadas.”

Denuncian daños de cultivos
A partir del cierre de la vía de acceso al Cañón de Anaime por parte de los campesinos, la empresa trasnacional decidió usar helicópteros para examinar el territorio, en el que se encontrarían recursos auríferos explotables.

Sin embargo, denuncian los campesinos, el viento producido por las hélices de los aparatos por los sobrevuelos a baja altura, han “acabado” con los cultivos de frijol, habichuela y otras hortalizas, “y han hecho desnucar los animales de los moradores” por el miedo que les produce el ruido.

Credito
EL NUEVO DÍA

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