Centenares de tolimenses cumplieron la cita anual del Corpus Christi en el Guamo, tradición religiosa que permitió a los creyentes participar en un recorrido por varios pasajes bíblicos que fueron representados a través de vistosos altares ubicados en diferentes sectores del casco urbano.

En cada uno de ellos, además, de dejar un mensaje de paz, amor, perdón y respeto, mostró el gran esfuerzo que pusieron las familias guamunos y diferentes autoridades municipales, para engalanar de una forma especial su población.

Además de esto, otro tipo de adornos que sobresalen un domingo de Corpus Christi son los arcos, los cuales cargados de diferente frutas, hortalizas y tubérculos, se convierten en un tributo a la bonanza y también una forma de decir “gracias” a San Isidro Labrador patrono de los agricultores.

Con la decoración, se busca mostrarle a la gente “que el Guamo produce plátano, yuca, papa, maíz, cocos, entre otras variedades”, comentó una habitante.

Y es que en estas tierras ubicadas al sur del Tolima, la variedad de cultivos es muy significante entre ellos también sobresale el limón y el mango, cultivos que empiezan a abrirse paso en el mercado nacional.

Entre la religión y las festividades

Durante este día, los sonidos de la procesión, que comenzó en el barrio El Carmen y finalizó en la parroquia Santa Ana, se mezclaron con diferentes ritmos musicales, situación que anuncia que el Tolima está de fiesta.

El alcalde Jorge Enrique Mellado, comentó que después del 'Corpus' se continúa con las fiestas tradicionales de San Juan y San Pedro.

“Mañana (hoy) arrancamos con el pregón de fiestas y volvemos el 22 de junio, día de vísperas de San Juan”, el burgomaestre agregó que es una forma de reactivar la economía del municipio, “es una gran oportunidad para que la gente venga y vea que el Guamo es tranquilo e ideal para invertir”.

‘Paseros’ de corazón

Y es que esta tierra guamuna tiene una práctica culinaria particular propia de este día y es la venta de 'plátano paso' alimento que después de un mes de preparación, se convierte en un manjar apetecido.

Martha Lucía Céspedes de 59 años, indicó que desde su niñez vio como cada año sus padres y abuelos, preparaban un alimento que dejan ganancias a las comunidades de las veredas Rincón Santo y Guamal.

“Nos beneficiamos varias familias, hay gente demasiado pobre que hace esto (preparar el plátano) y les deja ganancias, al igual que, las fiestas tradicionales”.

Además, de ser un negocio, es una tradición que se hereda de una generación a otra, asimismo, es una actividad que une a los miembros del núcleo familiar, pues por varias semanas todos están pendientes de que los plátanos no se vayan a dañar y queden es su punto perfecto.