Algodoneros en el Tolima pasaron de una época de bonanza a luchar por no desaparecer

HÉLMER PARRA - EL NUEVO DÍA
Con el paso de los años, el gremio que era notable y decisivo en la economía del país, está con tendencia a desaparecer. Entre los factores que influye está la falta de respaldo de los gobiernos y la baja en el precio.

Los tiempos en que el paisaje verde de Ambalema, Espinal y Natagaima se engalanaba de color blanco por los cultivos de algodón durante los meses de julio y agosto, empiezan a ser solo un lejano recuerdo.

Pues de aquellos años dorados en que el Tolima sembraba más de 100 mil hectáreas, solo queda una realidad en la que con gran esfuerzo se alcanza a llegar a ocho mil hectáreas.

Al complicado panorama para el sector, se le suma el efecto colateral que está dejando la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

En tiempos de bonanza se denominó como ‘Triángulo de oro algodonero’ del Tolima a Ambalema, Espinal y Natagaima, pero en total eran 23 municipios en los se cultivaba la mota blanca cada año. En dicho listado estaba Armero, territorio que por su gran productividad se ganó los nombres de ‘Ciudad blanca’ y ‘Capital algodonera’.

Así lo recuerda un armerita guayabalense que desde los 14 años se dedica a la recolección algodón y café. Hoy con 80 primaveras encima, se mueve por el país dependiendo de donde esté la temporada de recolección y de lo bueno que paguen el jornal.

Por esta época, el destino lo tiene de paso en la vereda San Martín en Ambalema, población en la que aún se lucha por no dejar desaparecer la cultura algodonera. Vestido con una camiseta de la Selección Colombia, una gorra, una lona cruzada, los brazos cubiertos y un termo con agua de panela, llega listo para afrontar una jornada que inicia a las 5 de la mañana y termina a las 4 de la tarde.

Junto al hombre arriban a la finca Salto Nuevo, 150 personas de diferentes regiones del Tolima y el país, los cuales conforman el gremio de recolectores de algodón y café. Todos tienen un único pensamiento; ser muy ágiles en el desmote, pues de la rapidez en que se muevan por los surcos de la plantación, dependerá el pago al final de la semana.

El abuelo recuerda que para 1970 y 1980 había un solo algodonal en el territorio, “empezando por el Huila pasando por el Tolima hasta Puerto Boyacá.

“Se recogía a mano y había con quien cogerlo, porque tenía precio. La economía era bastante buena para los recolectores. Hoy en día la economía no nos sirve, los gobiernos nos tienen acabados”, comentó.

Y es que las cuentas no cuadran muy bien, porque en un día bueno se logra un pago de $44 mil, a esto se le debe descontar los gastos del transporte, la alimentación y una buena hidratación para aguantar la inclemencia del sol, es decir, que en sumas del armerita, a favor le quedaría un promedio de $25 mil, dinero con el que debe pagar el arriendo, los servicios y demás necesidades básicas, en resumidas cuentas “estamos a pérdida”, dijo.

En medio de la recolección surge otra intranquilidad, pues los recolectores conocieron que el dueño del cultivo duda si siembra o no el próximo año, debido a los bajos precios que tiene la fibra de algodón en esta temporada. Por ello, el abuelo expresó que es necesario que el presidente Iván Duque “se ponga pilas con el agro y que pague bien, para que el cultivador nos pague a buen precio la recolección”.

 

El giro de una apuesta

Jesús Emilio Murillo, encargado de Salto Nuevo, explicó que su familia desde hace ocho años no cultivaba algodón, pero que en este 2019 se animaron en parte por los buenos precios que se manejaron en 2018.

Sin embargo, los valores en la Bolsa de Nueva York hoy están jugando en contra, pues el precio por libra de fibra está en 59 centavos de dólar, cuando los cálculos de producción se hicieron sobre un estimado de 70 centavos.

Y al hablar de toneladas, la venta estaría en los $4 millones 480 mil, cuando el año pasado alcanzó los $6 millones.

“Nos terminó afectando el tema de China con Estados Unidos, porque ellos están en la cuestión de nivelar las exportaciones de un país para otro, comenzaron a meterle aranceles, entonces Estados Unidos tenía algodón guardado y lo sacó a bajo precio”, es decir la producción que no compró el país asiático, explicó Murillo.

Agregó que está muy intranquilo porque la recolección pronto va a terminar y no tiene la certeza si lograra recuperar lo invertido. “Nos metimos en el cuento por cambiar de cultivo, por generar trabajo, pero es bastante preocupante”.

Diariamente, en la cabeza de Jesús Emilio están los créditos con los almacenes de insumos, arriendos, el pago del uso del agua, los costos de preparación de la tierra y el movimiento continuo de la bolsa.

“En este momento no sé cómo va a salir (el precio) y es desesperante, estar mirando el celular para saber en cuanto amanece el precio de la fibra en Colombia. La idea es que alcance un precio justo, y ya lo veo difícil”.

A medida que el productor cuenta las angustias que lo agobian, los recolectores se van adentrando en el cultivo, allí pierden su nombre y se les designa un número. Durante el día, los hombres y mujeres, cada vez que ven llenar su lona, pasan a una báscula para pesar lo recogido, de esta forma van sumando el pago del jornal.

Salto Nuevo es una de las pocas plantaciones que genera empleo directo, pues otros productores optaron por mecanizar el proceso, decisión que les permite reducir costos e invertir en tecnología para ser más competitivos.

 

Unión de esfuerzos para no decaer

Otro de los legados que existe en Ambalema es la planta desmotadora Empresa Algodonera Tolima Norte S.A., Emprenorte, la cual nació hace más de 20 años y es una de las pocas que queda en el país. En ese lugar se recibe la recolección para retirar la fibra de la semilla, “el trabajo de nosotros empieza en una báscula, pesamos cuanto entra cada agricultor y le damos un número de lote, aquí se pierde el nombre del cultivador”, explicó Édgar Acosta, administrador de la desmotadora.

Narró que Emprenorte también financia a los agricultores socios; asimismo, son intermediarios con las textileras. “Cuando se acabó la Federación de Algodoneros, un grupo de agricultores de Ambalema se unieron y compraron las instalaciones y formaron la empresa”.

En ese entonces surgió la Corporación Algodonera del Tolima y luego Emprenorte.

Actualmente, cuenta con 30 socios que van entre pequeños y medianos productores.

Acosta expresó que el panorama del agro en el país está complicado y el del algodón aún más, debido al enfrentamiento entre el mercado norteamericano y el chino.

“Mientras siga esa competencia entre ellos, desafortunadamente nos perjudica a los pequeños productores acá en Colombia. (Para el caso de Estados Unidos) tiene grandes existencias en sus bodegas y el gobierno se los va financiando, tienen un apoyo, mientras que aquí por ahora no”, comentó Acosta.

La explicación es que China era uno de los mayores compradores de algodón de Estados Unidos, pero con la imposición de aranceles, el país asiático optó por irse a otro lado, dejando un acumulado considerable y al existir una oferta alta, los precios irremediablemente tienden a la baja.

“La situación es un poco complicada y el Gobierno (nacional) no se ha querido pronunciar al respecto, estamos únicamente a pulso las pocas agremiaciones que quedamos y si la situación sigue así, yo creo que algodón en la Costa no habrá”.

Esto teniendo en cuenta que mientras en el interior se está en temporada de cosecha, en el norte del país deberían estar en siembra, no obstante, ante las dificultades, el ciclo se podría interrumpir.

El administrador de Emprenorte comentó que la mota blanca hace parte de los cultivos transitorios a lo largo del año y se rota con el arroz, “pero si la situación sigue complicada como en este momento, creo que tiende a desaparecer y es preocupante, porque aquí se manejan 60 empleados directos y en los campos, durante el transcurso de la cosecha se utiliza bastante mano de obra”.

Acosta recordó que en la época dorada, es decir entre la década de 1970 y 1980, el algodón fue el segundo renglón de exportación en el país, las asambleas que hacía el gremio en Bogotá con la presencia del Presidente de la República y ministros, ahora “a duras penas llegamos a que nos atienda el Ministro (de Agricultura)”.

Luego en los años 90 el problema de orden público en las zonas rurales, las plagas y los precios, empezaron a llevar al declive.

“Aquí en Ambalema manejamos bastante mano de obra y hay gente que vive del algodón. También, genera empleo en Armero - Guayabal, Venadillo, Lérida, Ibagué y Alvarado”.

Una propuesta en trámite

Actualmente, la Confederación Colombiana del Algodón, Conalgodón, estaría promoviendo una propuesta ante el Gobierno nacional que consiste en un subsidio que vaya entre los $200 mil y $250 mil por tonelada de fibra, de esta forma los productores contarían con una compensación y aliviaría en parte la caída del precio.

Al mirar el retrovisor, se recuerda que el mandato de Andrés Pastrana respaldó el sector entregando un subsidio, propuesta que continuó Álvaro Uribe Vélez. Una vez terminó su gobierno la ayuda se desvaneció originando que cientos de agricultores desistieran y solo quedaran los productores con capacidad productiva.

Y a nivel departamental, el último mandatario que se puso en la labor de gestionar respaldo y buscar apoyo fue Carlos Alberto Estefan Upegui.  

 

El Tolima con potencial,

pero sin poder competir

Luis Eduardo Ramos, coordinador de Control y Producción de la Organización Pajonales S.A., explicó que si este cultivo contará con el apoyo necesario a través de políticas estatales, Colombia sería un gran productor, pues ya se cuenta con el principal requisito que es una alta calidad.

“Es tan importante el cultivo de algodón para países industrializados como China, Estados Unidos y Brasil, que los algodones allá son subsidiados”, explicó.

Dicho respaldo genera que Estados Unidos al año siembre 12 millones de hectáreas, Brasil tres millones, la India 25 millones y China 18 millones. En estas regiones apoyan una plantación que genera empleos y divisas, pero en Colombia lamentablemente no se vería como un sector rentable.

Ramos precisó que en el caso Pajonales, el proceso es totalmente mecanizado porque su competencia es Brasil, Perú, China y Taiwán, “porque es el único producto en el país que está dolarizado desde hace más de 40 años”. Aclaró, que el precio se traza por la Bolsa de Nueva York y se recibe unos centavos adicionales dependiendo de la calidad de la fibra.

Hasta el momento se ha exportado a Perú, Ecuador y Bolivia.

Y es que el mercado está, pues solamente en Ibagué se consumen 600 toneladas de hilo mensuales, según el Coordinador se necesitaría sembrar cada mes 700 hectáreas de algodón para abastecer la demanda, es decir, que al año serían ocho mil 400 hectáreas.

“Es una lástima que en el Tolima no existan hilanderías que consuman el algodón que nosotros producimos, como cuando estaba Fibratolima”, comentó Ramos.

Pero este departamento no fue el único que vio ver cerrar las puertas de grandes empresas como estas, pues de 32 hilanderías que se contaban años atrás, tan solo quedan cuatro en el país.

“Nosotros tenemos un proyecto aquí como Pajonales, es que si no vendo el algodón, es transformarlo en hilo, a eso le estamos apostando, pero no hemos encontrado quien haga la maquila. Los países que venden sus materias primas, están llamados a desaparecer, la idea es darle un valor agregado”, precisó.

Y en este caso, la falta de hilanderías es el eslabón perdido, porque a pesar de que existe la disposición del sector privado, el producto a transformar y la oferta de mano de obra, tampoco se cuenta con un apoyo departamental o nacional para volver a tener una en el Tolima.

“Las cosechas vienen bien, pero no nos ayuda el precio, el Ministro dijo hay que sembrar 20 mil hectáreas sea como sea, pero él no es el que va perder plata”, expresó Ramos.

Agregó, que con el paso del tiempo quitaron el precio mínimo de sustentación y no se tiene un subsidio, factores que hacen que los productores de la región no sean competitivos.

En cuentas, la producción de una hectárea de algodón tiene un costo de $6 millones 200 mil y si se logra sacar una tonelada de buena fibra se lograría que la pagaran a $5 millones, es decir, que se está generando pérdida.

“Si no hay una medida del Gobierno (nacional), el año entrante no hay algodón acá en el Tolima y sería muy triste con toda la estructura que hay montada”, comentó Ramos.

 

¿Sabías que?

En Armero existieron dos desmotadoras de la Federación Nacional de Algodoneros. En la ‘Ciudad blanca’ nació el Instituto de Fomento Algodonero, IFA, también, el Instituto de Mercado Agropecuario, Idema.

Credito
XIMENA VILLALBA C.

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