Yo estuve ahí

Crédito: Archivo / EL NUEVO DÍAJosé Angel Londoño O.
29 de noviembre de 1992. Tenía 18 años. Nos reuníamos regularmente un grupo muy grande de scouts del grupo 10 San Francisco en el café “Tres Bandas”, ubicado en la carrera 3ª con calle 12 esquina, segundo piso. Era de la familia Nieto. Allí hubo antes una sala de juegos de maquinitas electrónicas, donde la flor y nata de los capadores de clase del Tolimense, Cisneros, San Luis Gonzaga, Benjamín Herrera, Inem pasaban mañanas y tardes gastando moneditas de 10 pesos en 3 minutos de juego, donde siempre era uno el que perdía.
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Fabián Nieto, que era el que administraba el café de su padre, nos invitaba al tinto de la greca más deliciosa que yo hubiese probado en Ibagué. Unos días antes nos comentó que estaban buscando personas para un día de trabajo el domingo 29 de noviembre de 1992. Salimos varios, entre ellos los hermanos Nieto (Jaime, Juan Carlos y Fabián) Joaquín Camargo, John Faber Mosquera. Llegamos a un sitio atrás del Colegio San Luis Gonzaga, a una bodega amplia a eso de las 4:30 de la mañana. Nos dieron un sector de la ciudad junto a una camioneta y miles de diarios recién salidos de una rotativa. Olía a tinta fresca y a papel recién salido. Mi recuerdo sensorial es tocar el diario y ese olor a tinta.

Repartimos en cada casa, en cada sitio que encontrábamos entre el barrio Belén y la Pola, un diario. No sabíamos ese día que ese grupo de muchachos scouts harían parte de la historia de su ciudad. Porque con esas pequeñas acciones hace uno parte de la historia. Esa historia de transformar una ciudad intermedia estancada entre los años 50’s y 60’s a una moderna con un medio de comunicación escrito diario, como lo tenían otras ciudades que se estaban industrializando como lo estaba haciendo Ibagué en esa época después de la tragedia de Armero.

Yo estuve ahí. Estuve ese día. Y al final de ese domingo a las 2:00 de la tarde, firmé un recibo de caja menor por mi tiempo de trabajo. No recuerdo ni cuánto fue, pero había estado junto a mis amigos, trabajando y haciendo parte de la historia del Tolima y de Ibagué, con esas personas con las cuales compartía ideales, sueños, y hasta salidas macarras de fiesta joven de Ibagué.

Hoy desde la distancia, a la cual me vi abocado ante las circunstancias de mi vida, veo con perspectiva histórica las muchas cosas que hicimos en Ibagué. Esa huella de caminar por sus barrios, sus veredas, sus caminos. Con añoranza llevo esos recuerdos en mi morral. Desde la lejana Barcelona de pandemia, esos años de juventud me ayudan a caminar por la migración sin saber en ese tiempo, que éramos felices.

Aniversario26

Credito
Redacción Política

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