Breve relato de nuestro origen como Estado

Crédito: Archivo / El Nuevo Día.
El abogado y periodista Guillermo Pérez Flórez recrea los episodios que dieron lugar a la creación del Estado del Tolima y el adiós a las históricas provincias de Mariquita y Neiva.
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Amediados del siglo XIX Colombia no terminaba de consolidarse ni política ni institucionalmente. Eran frecuentes los cambios de constitución, el poder ‘nacional’ era débil, las guerras civiles y los alzamientos de caudillos regionales eran frecuentes. Las élites políticas no se ponían de acuerdo sobre el modelo político territorial y se escenificaban luchas fratricidas entre centralistas y federalistas, asunto que también dividió a las fuerzas patriotas durante la llamada primera República. Eran días en los cuales el país andaba a tientas, tratando de encontrarse. 

La Iglesia Católica ejercía un poder económico y político descomunal, y las relaciones con el Estado eran conflictivas. Se mantenía el “diezmo”. Algunos estimaban que ésta era dueña de una tercera parte de los inmuebles que existían en la república. José María Samper llegó a calcular las rentas anuales de la Iglesia en seis millones de pesos, dos veces más que las del Estado. Tocar sus privilegios políticos y fiscales provocó la primera guerra civil nacional después de la Independencia, la llamada ‘Guerra de los Supremos’ (1839-1842) cuyo origen fue la aplicación de una ley promulgada en el Congreso de Cúcuta que ordenaba el cierre de los monasterios que tuvieran menos de ocho miembros. Treinta años atrás se había logrado la independencia, aún así la institucionalidad colonial estaba casi intacta. Valga recordar que apenas en 1851, bajo el liderazgo de José Hilario López, se aprueba la abolición de la esclavitud. 

Una de las figuras más sobresalientes de la época fue el General Tomás Cipriano de Mosquera y Arboleda. Oriundo de Popayán, vástago de una prominente familia dueña de minas de oro, grandes haciendas y ejerciente del comercio. Un auténtico clan. Varios de sus miembros ocuparon cargos importantes en el nivel regional y en el nacional. Su hermano mayor, Joaquín Mosquera, ejerció la presidencia de la República durante unos meses (entre junio y septiembre de 1830) y luego la vicepresidencia. Sus hermanos menores también ocuparon cargos relevantes: Manuel José fue el primer rector de la Universidad del Cauca (1827) y Arzobispo de Bogotá (1835-53), y Manuel María un destacado político y diplomático. Pero ahí no paraban sus tentáculos. Monseñor Antonio Herrán y Martínez de Zaldúa, era hermano de Pedro Alcántara Herrán, yerno de Mosquera y presidente de la República. Tolima.

Con apenas 15 años de edad Mosquera formó parte de las huestes de Antonio Nariño, después sería diplomático y administrador provincial nombrado por el Libertador Bolívar, de quien se convertiría en partidario leal del proyecto de la gran Colombia. Presidió la Nueva Granada (1845-1849); la Confederación Granadina (1861-1863) tras rebelarse contra el gobierno de Mariano Ospina Rodríguez; y los Estados Unidos de Colombia (1863-1864 y 1866-1867), como se llamó la república antes de que en 1886 tomara definitivamente el nombre de Colombia. 

La rebelión de Mosquera contra Mariano Ospina hay que leerla en el contexto de la turbulencia política que vivía el país, bajo el influjo de las transformaciones que ocurrían en Francia, las tensiones con la Iglesia Católica, y el surgimiento de corrientes doctrinarias como el liberalismo radical, a la cual se adscribió lo más destacado de la inteligencia granadina, comenzando por Manuel Murillo Toro, Rafael Núñez y José María Samper, grandes líderes políticos de la época. 

La constitución de 1853 había configurado un sistema político que auspició una descentralización que desembocó en federalismo. Bajo ella se creó el Estado de Panamá en 1855, el Estado de Antioquia en 1856, y los estados del Cauca, Cundinamarca, Boyacá, Bolívar, Santander y Magdalena en 1857. El surgimiento de los estados produciría la eliminación de las provincias, que fueron absorbidas por los estados federales. En su enfrentamiento con Ospina, para fortalecer su posición política, Mosquera recoge el clamor de los representantes de las provincias de Mariquita y Neiva al Congreso de la Confederación, y crea el Tolima. Una petición que había sido negada años atrás, y que habían liderado José María Rojas Garrido y Manuel Murillo Toro. Reclamaban el derecho a ser un estado más de la Confederación, y argumentaban tener más riquezas que Bogotá y ser de los principales exportadores de quina, tabaco y añil, sombreros y artesanías de fique, cuero, plata y oro. 

Mosquera crea el Estado del Tolima el 12 de abril de 1861, desmembrando del Estado de Cundinamarca a Mariquita y Neiva. Decisión que tardaría en consolidarse, dada  la turbulencia política existente. Por ello, el Tolima tuvo varios presidentes interinos. Ángel María Céspedes, designado por Mosquera, quien fuera apresado por las guerrillas conservadoras que se tomaron Neiva, lo cual obligó a trasladar la capital a Ambalema, y a nombrar a Lino Ruiz, considerado un ultraradical. Meses después lo sustituiría Rafael Buenaventura, y luego a éste el coronel José María Cuéllar Poveda. El Tolima no terminaba de nacer.

Finalmente, el 20 de septiembre de 1861 los Estados de Bolívar, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Santander y Tolima firman el Pacto de la Unión que legitima a Mosquera y todos los decretos, leyes y resoluciones dictados por él en ejercicio del poder provisional. Además, reconocen al Tolima como Estado Soberano. Posteriormente, el 21 de diciembre de 1862, el general José Hilario López, que había sido presidente de la República, es elegido por la Asamblea Constituyente del Tolima como primer presidente titular del Estado del Tolima, y designado junto con José María Cuéllar Poveda, Liborio Durán Borrero, Bernardo Herrera Buendía y Manuel Antonio Villoria, delegado a la Convención de Rionegro, que en 1863 adoptaría el federalismo bajo el nombre de Estados Unidos de Colombia.  Dicha convención originalmente iba a tener como sede a Ibagué, pero al parecer Mosquera la trasladó a Rionegro para mantener controlados a los conservadores antioqueños.

La primera capital del Tolima fue Purificación, que lo había sido de la república treinta años atrás. Sería capital dos años, luego pasaría a serlo Natagaima, también lo serían Guamo, Ibagué y finalmente Neiva desde 1877 hasta 1886, cuando se abolieron los estados y crearon los departamentos. 

El Tolima nació de la mano de los grandes de la época. Tomás Cipriano de Mosquera, José Hilario López, Manuel Murillo Toro, José María Rojas Garrido, entre otros. Y entraría a brillar en el firmamento nacional con luz propia tanto en lo político como en lo económico. Un dato poco comentado: todos ellos eran masones, miembros de la logia Estrella del Tequendama Nº 11. Así, puede afirmarse que el Tolima fue una creación masónica. Su territorio iba desde La Victoria (hoy Caldas) hasta Pitalito (Huila), casi 45.000 kilómetros cuadrados. Un bello archipiélago de páramos, sabanas, valles y ríos. Duró solo 25 años, entre 1861 y 1886, año histórico en el que los centralistas ganaron la guerra y acabaron con el federalismo de la constitución de Rionegro, con Rafael Núñez a la cabeza. Nueve años después, en 1905, Huila se separaría al convertirse en departamento, poniéndosele fin al proyecto iniciado por Mosquera en el Alto del Raizal en inmediaciones de Guaduas (Cundinamarca), cuando en el fragor de una guerra civil decretó la creación del Estado del Tolima.

 

Constituciones, capitales, presidentes

“El Estado del Tolima duró 25 años, del 12 de abril de 1861 al 7 de septiembre de 1886, cuando entró a regir una constitución centralista inspirada por Rafael Núñez, que acabó con el sistema federal. Tuvo seis constituciones, siete capitales (Ambalema, Espinal, Guamo, Ibagué, Natagaima, Neiva, y Purificación) y 26 presidentes, entre provisorios, titulares e interinos. El primero de ellos fue el general Tomás Cipriano de Mosquera, y el último el general Manuel Casabianca, a quien Núñez nombró como primera autoridad civil y militar. Tres de quienes desempeñaron la presidencia del Estado lo fueron también de la República: Tomás Cipriano de Mosquera, José Hilario López y José María Rojas Garrido”.

Credito
GUILLERMO PEREZ

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