Hace apenas unos días visitó el país el exsecretario de la ONU y premio Nobel de Paz Kofi Annan. Para esta oportunidad, Ibagué contó con la presencia de otra Nobel de la Paz: Rigoberta Menchú Tum, quien estuvo en la ciudad participando en la celebración de los 70 años de la Universidad del Tolima.
Además de hacer parte de varías actividades, en las que fue conferencista y ponente en temas como Derechos Humanos, conflicto y papel de la mujer en la construcción de paz, la líder indígena guatemalteca opinó acerca del proceso de paz, mediante el cual el país busca poner fin a un conflicto armado de más de 50 décadas.
En reunión sostenida con medios institucionales, EL NUEVO DÍA logró hacer parte de este encuentro, rescatando las reflexiones de la Nobel de paz frente al tema más importante en la agenda política del país.
¿Cómo hacer para reivindicar la verdad, la reconciliación y la justicia en un país tan polarizado?
RIGOBERTA MENCHÚ TUM: Sin duda, es mejor tener un país sin conflicto armado, y más si este factura un conjunto de violaciones, violencia y horror. Esto también afecta a quienes no estan dentro de ese conflicto.
Infortunadamente las convenciones internacionales dicen que los derechos civiles se fundamentan cuando unos tienen armas y otros no. Aquí no hay fronteras entre los hijos de los alzados en armas y quienes no están alzados en armas, a estos también los afecta. A la larga van a ser todos víctimas.
Hay límites sobre donde llega el efecto del conflicto armado, las libertades fundamentales, el ser humano y la integralidad de la sociedad colombiana, por lo tanto no hay que esperar que los acuerdos de paz sean una bola de cristal que tenga toda la solución: está en manos de los colombianos y las generaciones que juzgarán mañana, por lo tanto es fundamental afianzar los valores éticos y ver la paz como cultura, educación y organización.
Creo que lo más importante es fortalecer programas que permitan que la gente tenga libertad de expresión y de pensamiento, y convivir sin los fantasmas de la guerra, pues en Guatemala tenemos 20 años tras la firma de la paz, pero los fantasmas todavía estan vigentes.
Sostiene usted que la agenda no es solo entre el Gobierno y las Farc. ¿Qué papel deben asumir los ciudadanos colombianos?
RMT: El Gobierno y la guerrilla tienen solo una parte del compromiso de la paz. Esto es fundamental, porque se silencian las armas, se toma la decisión de liberar un campo político que incluso va a representar desafíos para la guerrilla, que tendrá que educarse en lo político, eso lo vivimos en Guatemala.
Hay otra parte que no le corresponde a estos actores: y es el fortalecimiento de los valores y el mundo académico, el cual tiene un rol extraordinario, pero debe cambiar panoramas y esquemas para asumir el papel de liderazgo.
Los jóvenes deben organizarse para encarar nuevos procesos de experiencia, desarrollo, educación y cultura de paz. Todos debemos tener una agenda de paz.
Uno de los puntos problemáticos de los acuerdos de paz es establecer si los involucrados deben pagar cárcel. ¿Cómo deben ser juzgados los actores del conflicto?
RMT: La verdad dignifica a las víctimas y a los victimarios, eso esta claro. Si yo fuera un victimario me gustaría dignificar mi memoria, por mis nietos y mis hijos. Ellos no pueden pagar la factura el día que yo no esté. Sería demasiada arrogancia escribir la historia negativa para las generaciones que vienen, porque la verdad es legítima.
El hecho de punir o no una violencia origina una nueva cultura, y debe enfocarse en investigación científica para recuperar la memoria real de los hechos, pues infortunadamente el sistema occidental dice que si no se demuestra la culpabilidad eres inocente en principio.
Si juzgaramos a todos los responsables del genocidio en Guatemala, sería inagotable, sin embargo se juzgó a unos que pusieron en práctica una política sistemática de aniquilamiento. Este es un proceso muy largo, porque en Guatemala, por ejemplo, todavía tenemos varios juicios pendientes.
No es tan simple el juzgamiento de los crímenes, lo que sí es cierto es que van de la mano. Las víctimas necesitan conocer la verdad y que los demás acepten que es mi verdad, pues si me la niegan, aunque pasen miles de años, voy a seguir juzgando, por que los juzgarán mis generaciones venideras.
Los delitos de lesa humanidad no prescriben en el tiempo, por eso es mejor arreglarlo nosotros antes que lo hagan las generaciones futuras.
¿Qué ejemplo debe tomar Colombia de Guatemala para alcanzar la paz?
RMT: Más que un ejemplo hago una advertencia. La paz que se está discutiendo en La Habana no debe ser ajena a los ciudadanos, no se debe permitir que el proceso pase solo por unos protagonistas; Gobierno y guerrilla.
La paz debe ser proyectada a nivel nacional, pero con protagonistas diversos y debe tener una agenda global para el país a través de las políticas públicas, algo positivo, porque Colombia tiene muchos avances en materia legislativa.
¿Cómo lograr una reconciliación en el país?
RMT: El tema de la reconciliación tiene muchos matices, porque esto supone que amigos que se pelearon se deben volver a reconciliar, porque reconciliarse significa que estábamos juntos, nos pelamos y nos volvemos a encontrar para autoperdonarnos.
Hay otra parte que no es solo esto, en especial donde hubo víctimas que no eran parte del conflicto, lo que salpicó ese conflicto. Entonces esto ya no hace parte de una reconciliación, ¿porque con quién se van a reconciliar, si no eran parte del conflicto?
¿Qué mensaje daría a los sectores que se oponen al proceso de paz?
RMT: No cabe razonar sobre la violencia, hay que repudiarla donde quiera que ocurra y sobre cualquiera que la difunda, pero esto requiere de un proceso, pues hay algunos de estos pensamientos que solo son reciclados por el tiempo, solo envejecen sus actores y el día en que fallezcan, las nuevas generaciones tomarán su decisión. Son legados del conflicto que no los vamos a cambiar por una generosidad, es pesimista lo que digo, pero así somos los humanos.
Hay mentes que no van a cambiar, porque de alguna manera les benefició la guerra, por lo tanto no debe sorprender y causar desmotivación en la lucha por la concientización a que la violencia no trae ninguna paz, solo más violencia.
¿Cómo se puede lograr el perdón y olvido?
RMT: El llamado perdón está cerca a la venganza. Aquí, que todavía no se ha trillado el concepto de perdón, se debe hacer una perspectiva más humilde y modesta. Si soy un victimario, ayudo a la investigación de manera que pueda resarcir el daño que causé. Si soy la víctima, debo reconocer que el victimario me ayudó a resarcir ese mal que ocasionó.
¿Cómo transformar a las mujeres víctimas del conflicto en constructoras de paz?
RMT: Desde mi experiencia, si hubiera hecho una reivindicación solamente como víctima, no sería una constructora de paz.
Entonces, lo que debemos hacer las víctimas es dejarnos de victimizar, pues vamos a ser dobles víctimas.
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