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Santos, que fue presidente entre 2010 y 2018, tomó la audaz decisión de negociar con las FARC para terminar más de medio siglo de conflicto armado, proceso que desembocó en el acuerdo firmado el 24 de noviembre de 2016 en el Teatro Colón de Bogotá.
El Nobel de Paz de 2016 también afirma en esta entrevista con Efe que no hay que atribuir el deterioro de la seguridad en el país al acuerdo con la antigua guerrilla.
¿Cómo analiza el estado del acuerdo de paz cuatro años después de la firma?
Pues dada la complejidad y lo ambicioso de este acuerdo creo que el balance después de cuatro años de la firma es bastante positivo. La fase inicial, lo que llaman el DDR -la desmovilización, el desarme y la reintegración- (de los guerrilleros) se hizo en un tiempo récord; el número de armas (entregadas) por guerrillero fue tal vez el más alto de cualquier proceso de paz en los últimos tiempos.
Más del 94 % de los exguerrilleros se mantienen en el proceso de acuerdo a las cifras oficiales, pero por supuesto tiene las complejidades, las dificultades normales de cualquier acuerdo.
¿Cuál es el mayor obstáculo para la consolidación de la paz?
Para consolidar la paz hay que reconciliar a la sociedad colombiana. La reconciliación, nos lo dijo el papa Francisco cuando vino en su visita histórica (2017), es la base de la consolidación de la paz y contra esa reconciliación están los odios acumulados durante tanto tiempo, la sed de venganza, la incapacidad de muchos de perdonar, ese tipo de actitudes son obstáculos pero poco a poco se van venciendo.
Por supuesto hay enemigos del proceso que han querido sabotearlo pero también poco a poco esos enemigos se están dando cuenta de que este proceso es irreversible.
¿Cree que el actual Gobierno está comprometido con la paz?
Yo no quiero entrar a opinar o a criticar al actual Gobierno, pero si hacemos referencia por ejemplo a los estudios que hacen las organizaciones encargadas de monitorear los acuerdos, por ejemplo la Comisión de Paz de la Cámara de Representantes o el Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame (EE.UU.), nos damos cuenta de que todavía falta mucho, que durante los últimos dos años hay falencias muy concretas en materia por ejemplo de inversiones en las zonas que antiguamente estaban dominadas por el conflicto, hay falencias en los proyectos productivos, hay muchos aspectos donde se podría hacer mucho más.
El partido FARC es criticado por quienes consideran que no está cumpliendo todo lo pactado, en especial en cuanto a decir la verdad y reparar a las víctimas. ¿Usted lo ve así?
Las FARC deben ser conscientes de que si no dicen toda la verdad pierden sus beneficios. En ese proceso en el que están ya, de decir la verdad, de reconocer su responsabilidad, es a la JEP (Justicia Especial para la Paz) a la que le toca evaluar qué tanta verdad están diciendo y si están cumpliendo.
¿Qué se puede hacer para detener el constante asesinato de exguerrilleros y de líderes sociales?
Ahí se requiere más eficacia de las Fuerzas Armadas, más eficacia de la Justicia, más voluntad política para que los mecanismos que están contemplados en el mismo acuerdo, como por ejemplo la Comisión de Garantías de Seguridad, funcione con más regularidad.
Se requiere también más eficacia en la respuesta a las alertas tempranas que muchas veces da la Defensoría del Pueblo, o sea que sí se puede hacer un trabajo mucho más eficaz para evitar estos asesinatos que son sin duda alguna muy preocupantes.
La JEP también es criticada por su lentitud en la toma de decisiones. ¿Está satisfecho con los resultados de ese tribunal?
Toda corte en Colombia o en cualquier parte del mundo es susceptible de críticas por su falta de velocidad y falta de ejecución en los casos que le corresponden.
La JEP lleva en la práctica solamente tres años y (...) si uno la compara con tribunales similares en otros procesos sin duda alguna la JEP ha avanzado mucho más, pero yo entiendo que la gente está pidiendo resultados y creo que la JEP debe ser consciente de que tiene que comenzar pronto a dar resultados concretos.
¿Qué opina de la propuesta del expresidente Álvaro Uribe de derogar la JEP?
Yo no voy a polemizar con Uribe. Creo que el país está aburrido de esas polémicas, pero le diría lo siguiente: la JEP es parte de los acuerdos y los acuerdos están blindados, están blindados por nuestra propia Constitución; la Corte Constitucional garantizó y le impartió instrucciones a los tres gobiernos -al actual y los dos venideros- para que implementen los acuerdos, y también están blindados por el derecho internacional, por el derecho internacional humanitario, por el derecho penal internacional.
La entrega de los acuerdos al Consejo de Seguridad (de la ONU) obliga al Estado colombiano a cumplir con los acuerdos, todo eso hace que los acuerdos no sean derogables, no se pueden derogar ni siquiera a través de un referendo.
¿Lo sorprendió que dirigentes de las FARC se hayan atribuido asesinatos como el del líder conservador Álvaro Gómez, del cual nunca se sospechó en 25 años que fuera obra de esa guerrilla?
A mí me sorprendió pero lo consideré muy positivo. Parte fundamental de la reconciliación y de la consolidación de la paz es que salga a relucir la verdad, y ese paso que dio las FARC de reconocer este asesinato (...) es un paso importante en la dirección correcta y que aflore la verdad.
Por supuesto que, como algunos reclaman, tienen que ir ante la JEP y demostrar que ellos efectivamente son los responsables de este crimen.
En poco tiempo el país pasó del optimismo de la paz a la sensación de que se está peor que antes. ¿Siente un retroceso?
Hay que distinguir la paz con las FARC y la violencia que otros grupos criminales han generado. La paz con las FARC ha funcionado y las cifras de reducción de los indicadores de violencia como los homicidios, como las tomas guerrilleras, como los ataques a la infraestructura, como los secuestros, hasta el año 2017, 2018 fueron reducciones muy significativas, del orden del 70, el 80 %.
A partir de 2017, 2018 se han venido deteriorando algunos indicadores de seguridad en el país, pero no es producto como algunos dicen del acuerdo de paz, es producto de una serie de organizaciones criminales que han venido surgiendo y a las cuales hay que combatir con toda la contundencia.
¿El problema de las disidencias se le salió de las manos al Gobierno?
Hay que distinguir lo que llaman las disidencias de los grupos criminales. Realmente las disidencias de las FARC son muy reducidas; como le digo, más del 94 % de los más de 13.000 guerrilleros que se desmovilizaron están en el proceso, lo que pasa es que han surgido bandas criminales que se autodenominan disidencias o que quieren figurar como parte de las disidencias de las FARC, pero a eso no hay que darles ese calificativo, son grupos criminales en su inmensa mayoría dedicados al narcotráfico.
El Gobierno está haciendo un esfuerzo para combatirlos y siempre hay lugar a ser más eficaces en combatir estas mafias, no es fácil.
¿Cree que el próximo cambio de presidente en EE.UU. influirá en la paz de Colombia?
Sin duda, Joe Biden (como vicepresidente) fue un gran promotor del acuerdo y además apoyó el proceso en forma permanente (...) y no me cabe la menor duda de que Joe Biden como presidente va a estar igualmente entusiasmado para ayudar en la implementación de los acuerdos.
¿En qué puede ayudar?
Pienso que los recursos para la implementación del desarrollo social de las zonas que están en este momento necesitadas, las zonas de conflicto, ahí la ayuda de Estados Unidos puede ser muy positiva.
Inclusive en el punto cuatro (del acuerdo), el tema de las drogas, el presidente Biden tiene un enfoque mucho más pragmático, así lo dijo en su propia campaña: a los consumidores no se les puede tratar como delincuentes sino como enfermos; es un problema de salud pública (...) Va a ser un enfoque más pragmático y por consiguiente yo creo que más eficaz.
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