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“En Líbano, pasando por un Prado, a orillas de un Rioblanco, me encontré con una Alpujarra, que me pareció muy Villahermosa. Yo pensé que era Santa Isabel, pero no me salió tan Purificación. Ella me vio como un gran Chaparral. Yo me presenté: ‘Mucho gusto, soy San Luis Suárez’. Ella me dijo: ‘Yo soy toda una Villarrica’. Yo me la pensaba Rovira, y de una la invité a Cajamarca. ¡Entremos a esa Casabianca! Armero Guayabal había en unas Planadas y con Carmen de Apicalá nos sentamos bajo un Fresno”. Este es un extracto de la ‘Copla al Tolima’, escrita por Jamir Londoño, el tolimense que compone hermosos versos sobre su tierra pijao.
Londoño es un artista cajamarcuno, compositor de trovas y coplas, quien se ha dado a conocer principalmente por sus famosas retahílas dedicadas al Tolima, y su especial talento para la fotografía, oficio al que se ha dedicado como profesional por más de tres décadas, y que alterna con su pasión por la escritura de rimas.
Dentro de su extenso compendio de retahílas de su propia autoría dedicadas a la Tierra Firme, ha mencionado a los 47 municipios del departamento y recitado versos a las veredas de la ‘Despensa Agrícola’, así como a los ríos del Tolima; incluso, ha escrito dedicatorias sobre lugares del Quindío, Valle del Cauca, Huila y Caquetá.
“La trova es muy universal. En Colombia se destaca la antioqueña por su picante y humor, pero cada región tiene su variante. En la Costa están las décimas, en el Llano el contrapunteo; y en el Tolima tenemos el rajaleña, que sigue una métrica parecida a la paisa”, explicó el artista.
Adicionalmente, Jamir reveló que dentro de sus ejercicios diarios para reforzar sus habilidades en la rima, ensaya todas las noches junto a uno de sus amigos cercanos, además, se encuentra en proceso de investigación sobre la trova cubana, o décima, que es más compleja, para adaptarla en sus composiciones.
Una pasión que conserva desde niño
Desde pequeño, Londoño se ha considerado un fiel amante y apasionado de la trova. “Escuchaba por radio los festivales que se hacían en Medellín. También era aficionado al ciclismo, y en esas transmisiones escuchaba las trovas de ‘Los Marinillos’”, contó.
En 2005, se fue a vivir a Rionegro, Antioquia, allí tuvo la idea de incursionar en el campo de la trova, sin embargo, la norma de ‘respetar la métrica’, era un ejercicio que representaba una gran dificultad para él en ese entonces.
Posteriormente, luego de retornar al Tolima, recibió una llamada de Orlando Velásquez, investigador en la materia, quien lo puso en contacto con Stiven Delgado, mejor conocido cómo ‘Guasquila’, un reconocido trovador de Cocorná.
“Con él aprendí durante ocho meses que para hacer una trova es necesario tener una idea, una rima y un final pensado previamente”, indicó.
Pero eso no es todo, además de trovar, el cajamarcuno también se la ha medido a la retahíla, una disciplina de la misma línea de la trova, que consiste en incluir en una narración varios elementos asociados por analogía.
Jamir afirma que sabe alternar muy bien su pasión como trovador, con su ejercicio como fotógrafo profesional, en el cual se ha destacado con las publicaciones de varias revistas, exposiciones, entre otros trabajos que lo han llevado a investigar y practicar su escritura, al momento de abordar temas culturales.
Ahora, entre sus planes está aprender a tocar el tiple para realizar presentaciones, aunque no de manera competitiva, sino con el fin de crear un semillero de trova, ya que considera que es un arte que poco se difunde en el Tolima, y que es necesario velar porque haya un relevo generacional.
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