El efecto alka - seltzer

Eduardo Pilonieta Pinilla

La efervescencia se conoce como la agitación, el ardor y acaloramiento de los ánimos, cuyo efecto puede llegar a ser, según el caso, desprendimiento de burbujas, cosa que todos hemos conocido cuando tomamos una pastilla de alka-seltzer y la ponemos en un vaso con
agua, lo cual produce un hervor que amenaza con sobrepasar el recipiente que la contiene, pero acto seguido, se aplaca hasta el extremo de ser solo un poco de líquido con un color diferente, convirtiéndose en una bebida tranquila, hasta benéfica para quien la consume.
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Pues bien, en Colombia, al descubrirse la corrupción que permea la inmensa mayoría de las actividades públicas, produce un efecto social, al que desafortunadamente nos hemos venido acostumbrando, que es igual al producido por el alka-seltzer, es decir, mucho ruido y pocas nueces, pues más rápidamente de lo que deseamos se aplaca y termina por minimizarse hasta el extremo de literalmente desaparecer.

Esta afirmación no es gratuita y por desgracia abunda en los casos que permiten validarla.

Empecemos por Reficar, para solo poner algunos ejemplos; al descubrirse se formó un escándalo publicitario abrumador y al final no pasó absolutamente nada, excepto que la platica efectivamente sí se perdió.

Al poco tiempo vino lo de Odebrecht y otra vez exceso temporal de ruido en los medios de comunicación y hoy los colombianos desconocemos en qué terminó todo, pues solo hay un par de chivos expiatorios y nada más.

Luego vino el desfalco de Centros Poblados, esta vez con una cabeza responsable, visible, plenamente identificada, como lo era la ministra de las TIC, Karen Abudinen.

Tanto fue el fervor que hubo, que se creó un nuevo verbo para mostrar lo que todos vimos, menos los que debían ver, “abudinear”. Pero los 70 mil millones se desaparecieron como por arte de magia y hoy ya ni siquiera se habla del asunto.

Nuestros hábiles corruptos saben muy bien cómo se pone en funcionamiento el tapen-tapen que al final acaba por legalizar las conductas criminales en razón a que los expedientes terminan arrumados en los anaqueles de la Fiscalía, durmiendo el sueño de los justos, esperando silenciosamente la prescripción.

Ahora estamos en el terreno de los carrotanques de La Guajira y esperemos un par de semanas para ver cómo la burbuja que se produjo desaparece y con ella los responsables de los millones que se perdieron.

Algo muy propio de todos aquellos que se muestran como inocentes ladrones, pero que terminan robándose el erario con una habilidad pasmosa ante la indiferencia de todos nosotros que vemos pasmados, pero silenciosos, cómo actúan los bandidos de cuello blanco, que hasta terminamos admirando

 

EDUARDO PILONIETA

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