Convocatoria a la valentía

Jaime Calderón Herrera

Margarita Rosa de Francisco, actriz y ahora filósofa, mujer bella y querida por todos hasta hace poco, aún admirada por la mayoría, invita a “producir una opinión más instruida a partir de la confrontación de posturas antagónicas que dos debatientes, conocedores del tema, puedan sostener el uno frente al otro, al mismo tiempo, no solo con respecto al tema de salud, sino a todos los temas que deben inquietar a los ciudadanos”.
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Esta iniciativa se me antoja como una de las más importantes que he escuchado en mucho tiempo, dada la ausencia de honestidad intelectual y lealtad argumental que caracteriza las opiniones difundidas por redes sociales y medios de comunicación. Estas opiniones suelen estar carentes de una búsqueda genuina de verdad y justicia, pero sí plagadas de intereses ideológicos, económicos y políticos, todo con el objetivo de manipular emociones, tergiversar datos y utilizar de manera consciente las falacias como herramientas argumentativas.

Es común observar ataques personales descalificadores y la descontextualización de ideas durante una falsa confrontación. Después de escuchar dos posiciones contrarias durante unos pocos minutos, los periodistas suelen presentar sus propias opiniones por un tiempo mayor, inclinándose hacia uno de los entrevistados y dando así una apariencia engañosa de neutralidad.

Por si fuera poco, los algoritmos que alimentan las redes sociales estimulan el sesgo de confirmación, fortaleciendo la polarización. Todo esto va socavando la confianza ciudadana, al tiempo que fomenta el fanatismo, lo cual, de manera inexorable, impide el diálogo constructivo, empobrece el debate, levanta barreras e impide el intercambio de ideas. Y este intercambio es una condición necesaria para que la verdad se manifieste y contribuya a la formación de una opinión pública informada.

En tiempos pasados, el ataque personal contra el presidente era considerado un delito. Hoy, ante la ausencia de argumentos sólidos, los ataques personales, las falacias y las mentiras se erigen como armas supuestamente efectivas para desmentir los grandes logros de este gobierno: inflación, empleo, deuda pública, pobreza, turismo, deforestación, tierras para campesinos, incautación de droga, desnutrición infantil, equipos básicos de salud, lucha contra el contrabando, placas huella, pensiones, salario mínimo, jurisdicción agraria, comunidades energéticas, disminución del secuestro y de las muertes violentas, educación gratuita, crecimiento del agro al 9,3 %, recuperación del ferrocarril, crecimiento de la bolsa, estabilidad del dólar, formación artística en los territorios, combate a la minería ilegal y recuperación del Hospital San Juan de Dios, entre otros muchos logros.

La idea de esta bella filósofa es una invitación a abandonar la cobardía y a abrazar la valentía mediante un debate en el que primen la honestidad intelectual y la lealtad argumental.

 

Jaime Calderón Herrera

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