Cuando cumplió 15 años no pidió un vestido color pastel para una gran fiesta, su sueño era tener los mejores guantes para vivir su pasión de niña: esquivar golpes y pegar en el momento indicado. Practicar el arte para el que recibió el mayor talento de su vida: el boxeo.
La Liga de Boxeo del Valle del Cauca le abrió las puertas a una pequeña niña, menudita y sin mucha fuerza, pero con una habilidad única para golpear y salir del área de contacto de rival, cumpliendo así con el arte de uno de los deportes más rudos del mundo, pero al que ella quería dedicar su vida.
Aunque en esa época el boxeo femenino aficionado en Colombia era una utopía, no existía, la hija del municipio de Morales, en el Cauca, que llegó a Cali a los 13 años de edad, soñó con abrirse un camino a través del deporte y no tenía ojos para otro, sino para el boxeo, el de las narices chatas.
“Desde niña he sido muy independiente, he tomado mis propias decisiones, y mi mamá me apoyó bastante, me dijo que si me gustaba que lo hiciera, aunque después me dijo que el deporte era muy brusco, pero no le hice caso y seguí entrenando”, reconoce Ingrit.
Sin embargo, un par de años después de iniciar sus entrenamientos, Ingrit recibió un gran regalo, que la puso a pensar en continuar o abandonar el boxeo, pero fue firme y “decidí no boxear más por mi bebé, para dedicarme a él y no pensar más en el deporte”.
En el 2006 nació Jhojan Estiven, el bebé que la llevó a abandonar los entrenamientos por dos años, pues no se aguantó más tiempo y “las ganas de salir adelante y saber que muchos deportistas han salido adelante y se han destacado, por eso volví, aunque en esos días no pasaba nada con el boxeo femenino aficionado, no había nada”.
Y así era, el boxeo femenino seguía siendo una quimera, una fantasía que no tenía futuro, pero era lo que apasionaba a Ingrit, con lo que soñaba darle el mejor futuro a su bebé y, aunque no había muchas esperanzas, su talento la llevó a abrir un camino que hoy ya es una realidad.
No obstante, Ingrit se encontró con otro soñador, pues “todo empezó en serio por impulso del Tolima y el profesor Raúl Ortiz, quien organizó el primer gran nacional en Ibagué en 2010”, donde Ingrit se coronó por primera vez campeona de un certamen nacional oficial y se ganó, a pulso, un cupo para representar a Colombia en los Juegos Suramericanos Medellín-2010.
Ingrit sabía que esa era la gran oportunidad de su vida y por eso recuerda que fue “mi primer evento internacional, con cero de experiencia, pero gané bronce” y ahí empezó en forma a abrir la senda, porque desde allí, Ingrit no ha parado de entrenar y su trabajo ya le permite tener un Ciclo Olímpico casi perfecto rumbo a Rio-2016.
Tras el bronce en Medellín, Ingrit ganó plata en los Juegos Panamericanos Guadalajara-2011; plata en los Juegos Bolivarianos Trujillo-2013; oro en los Juegos Suramericanos Santiago-2014, y oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe Veracruz-2014, para ahora concentrar todas sus fuerzas en los Juegos Panamericanos Toronto-2015 y soñar con ser la primera mujer boxeadora en ir a unos Juegos Olímpicos, con la cita de Rio-2016 en la mira.
“No lo digo yo, lo dicen muchas personas que conocen la trayectoria que traigo, en la que he abierto el camino del boxeo femenino amateur, en una realidad que ya tiene tres pesos abiertos en nuestro país: 51, 60 y 75 kilogramos, y ya sé que el día que yo me retire quedaré como esa pionera”, dice con orgullo la caucana que hoy pertenece al registro de la Liga de Boxeo del Tolima.
La preparación no es la ideal
Pero cuando labrar el camino no ha sido nada fácil, con muchos obstáculos que ha superado a puro talento, Ingrit Lorena Valencia ahora no cuenta con una preparación ideal, porque su competitividad le impide tener rival en Colombia y por eso debe concentrar con la Selección Colombia masculina y entrenar contra ellos.
“No es nada fácil porque el hombre tiene una mayor capacidad, con fibra muscular más fuerte y eso es duro, sobre todo en la preparación y los entrenamientos, con exigencia para hombres aplicada a la única mujer y peleando contra ellos, porque no hay niñas para hacer topes”, explica Ingrit.
Y la caucana añade que “a mí siempre me exigen resultados, pero yo no tengo esa preparación ideal y aun así no sé cómo hago para ganar, tal vez ayuda el entrenar contra hombres, pero estamos en una etapa en la que se vienen los Panamericanos y Olímpicos, para los que necesito una preparación ideal”.
Y es que el boxeo femenino es fuerte en Argentina, Brasil, Estados Unidos y Canadá, e Ingrit recuerda que “sólo una vez me fui a preparar a Argentina, cuando el boxeo femenino estaba a cargo de Raúl Ortiz, pero ahora es sólo con los hombres”, algo que le ha pasado a deportistas de la talla de Yuri Alvear o Jackeline Rentería, quienes ya han afirmado que entrenar contra hombres no es lo mismo, por lo que para Ingrit poder seguir creciendo, se requiere de una preparación ideal.
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