El 'ocaso' del Parque Galarza: el debate por quienes no tienen destino

Crédito: Hélmer Parra / EL NUEVO DÍAEl Parque Andrés López de Galarza cuenta con una infraestructura, como mínimo, ‘interesante’. Sin embargo, la implacable mano de la calle ha debilitado exponencialmente sus espacios.
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Con el decurso de los años, el reconocido parque de la 19 ha ‘menguado’ poco a poco ante sus dificultades sociales y urbanas. Aunque varios han sido los intentos de recuperar el lustre del sector, a día de hoy solo quedan los rezagos de lo que fue antaño. Así pues, el destino del espacio, tanto de quienes lo habitan, sigue siendo borroso.
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El Parque Andrés López de Galarza, desde hace años, dejó de brillar por su ‘imaginario’ familiar y cultural. Con la proliferación de las casas de lenocinio, el expendio de drogas y la delincuencia común, varias problemáticas sociales se han ‘enraizado’ con profundidad en un tema que, al parecer, se deja entrever estructural ante las múltiples acciones que se han ejecutado.

Cabe destacar que, durante los últimos 35 años, el parque tuvo múltiples facetas. En su tiempo, funcionaban diferentes atracciones mecánicas, escenarios culturales y zonas de esparcimiento que, en su tiempo, ‘dibujaron’ el sector como un sitio de tardes familiares. 


Parque Galarza

Antigua ‘sede’ de Cinestratos, espacio que fungió en su tiempo como sitio de esparcimiento cultural y social.

 

Por su cercanía con la Terminal de Transporte, varias casas de lenocinio, burdeles y dinámicas a fin con estas actividades fueron aflorando, asunto que consumió en su totalidad la connotación familiar que el parque ostentaba en otrora. 

Otro aspecto a destacar es la importante infraestructura que tiene en la zona. En el centro de sus ‘linderos’, el parque cuenta con una pileta que, en sus épocas doradas, operaba hasta para el divertimento de los niños.

Adicionalmente, ‘el Galarza’ cuenta con una media torta que, a día de hoy, es utilizada esporádicamente para presentaciones culturales. Sin embargo, por la falta de mantenimiento, el deterioro y la herrumbre han ido ‘consumiendo’ paulatinamente la edificación.

Los cafetines de la zona, que también sucumbieron con el tiempo, están revestidos de innumerables grafitis que la misma agresividad de la ‘zona roja’ ha traído consigo al panorama. Dentro de estos establecimientos resalta la mugre, la basura y hasta las deposiciones fecales de las personas que habitan la inclemente calle. 

En sintonía, la delincuencia común también se ha encargado de contrarrestar las acciones administrativas y urbanas que se han realizado sobre el parque. Las luminarias del sector, que recientemente fueron renovadas por Infibagué, fueron robadas de los postes de energía. 

A su vez, la estructura de los baños públicos, los cuales fueron recientemente renovados por la administración ‘Ibagué Vibra’, fueron completamente desvalijados y saqueados. Incluso, dentro de su ‘modus operandi’, la delincuencia optó por resquebrajar las placas de yeso que hacían las veces de pared para adentrarse y extraer todos los sistemas sanitarios de estos baños.



Parque Galarza

Visión administrativa y de ‘pie de fuerza’

La Administración Municipal, la cual se ha visto ‘apurada’ por el alcance de sus acciones, también está en cabeza del debate más coyuntural sobre la zona: ¿mayor fuerza pública o mejores políticas de desarrollo social?

Ante todas las disposiciones sociales y urbanas del sector, Óscar Berbeo, secretario de Gobierno, apuntó que el Parque Galarza sucumbió ante el abandono y el mal uso del espacio. 

“Se convirtió en una letrina pública. No cuenta con un sistema de seguridad y la jardinería ‘se dejó caer’. Se lo tomaron las personas que ejercen la prostitución por fuera de los establecimientos de lenocinio que hay en la zona”, añadió.

Aunque las dinámicas del sector hacen difícil su misma intervención, Berbeo indicó que la Alcaldía logró un acuerdo con la Universidad del Tolima y el Colegio Técnico Alberto Castilla para recuperar la zona. Por otra parte, señaló que, con la llegada del nuevo Comandante de la Policía Metropolitana de Ibagué, el coronel Carlos Oviedo, se empezó a definir el dispositivo de seguridad que estará de forma permanente en el parque.

“Una vez arranque la tarea de este dispositivo, vamos a proceder a hacer la limpieza del sitio junto a los bomberos de la ciudad y la mano de obra de Infibagué e Ibagué Limpia. Una vez se actúe con la limpieza, vamos a continuar con la jardinería. 

“Con los infractores que tenemos registrados a través de la Dirección de Justicia de la Secretaría de Gobierno, vamos a hacer unas jornadas de pintura, con Infibagué a restablecer el servicio de iluminación y con la Universidad del Tolima empezaremos a hacer la operación comercial. 

“Esta última consiste en respetar los espacios recreativos y acondicionar otros para la explotación comercial, y hacer allí ferias especializadas y microempresariales con los vendedores informales”, destacó el Secretario. 


Parque Galarza

 

Así las cosas, la Administración Municipal espera iniciar el proyecto sobre mediados de agosto para examinar la posibilidad de aprovechar el Festival del Aire con la venta de cometas en el parque, el mes de la amistad, el mes de los niños y la temporada decembrina.

Por otra parte, Berbeo no se contuvo en calificar que, a pesar de existir la necesidad de intervenir la zona con proyectos de renovación urbana y reubicación, gran parte de la dificultad en su visión responde a que “estas personas (trabajadores de actividades de alto impacto), que son bastante tercas, persisten en seguir desarrollando sus actividades comerciales cuando ya no es viable. Quizás financieramente les sea favorable, pero urbanísticamente está generando demasiados traumas y problemáticas”.

Y señaló: “En mi análisis, el centro de la ciudad puede llegar a mover un volumen de 300 mil personas diarias. Tiene las plazas de mercado de la 21 y la 14, todo el movimiento de la calle 17, calle 14 y de las carreras Primera y Tercera. Además, hay que tener en cuenta los cinco parques: ‘el Galarza’, Murillo Toro, Simón Bolívar, Santa Librada y Darío Echandía. Todo eso se maneja con un solo cuadrante de Policía que, de antemano, se concluye que es insuficiente puesto que tiene un máximo de seis hombres”. 

Concluyó que es necesario exigir a la Policía la creación de un dispositivo de seguridad especial para el Centro, declarando el sector como un ‘gran centro comercial’ a cielo abierto que, en su análisis, podría requerir una fuerza de 80 hombres. 

“La ciudad no tiene la cantidad suficiente de policías para garantizar el servicio mínimo. Y eso que no se tiene en cuenta que la planeación de Ibagué quedó mal diseñada (el POT), porque hay cinco parques y dos carreras comerciales de alta afluencia en plena zona céntrica. Es imposible garantizar un buen control de convivencia. 

“Sin embargo, pese a la falta de fuerza, todos los indicadores han mejorado, producto de un esfuerzo ‘descomunal’ de control, de direccionamiento, de vigilancia, de instrucciones y de conducción del pequeño cuerpo de Policía que tenemos”, apostilló Berbeo.


Parque Galarza

Cinestratos, tejido social y el ‘brete’ de la acción

En octubre del 2015, un grupo de jóvenes ‘dispuestos’ de la Universidad del Tolima, llevaron a cabo una iniciativa que, en medio de las débiles acciones de las administraciones municipales, lograron romper estereotipos y barreras invisibles desde la acción colectiva ‘in situ’. Se trató del colectivo Fuera de Contexto a través de su cineclub ‘Cinestratos’.

Franklin Ruiz, parte del equipo del extinto cineclub, rememoró que todos los sábados, de 6 a 9 de la noche, se proyectaban largometrajes en el Parque Galarza con el fin de crear un espacio que, poco a poco, fue ganando la aceptación de la gente y que, además, fue gestando otras actividades como festivales de juegos tradicionales, ferias de venta de ropa o intercambio de artículos. Y así fue durante cuatro largos años. 

“Vimos un espacio que estaba desocupado, por lo que hicimos solicitudes a la Alcaldía y no nos lo dieron. Ante eso, nos ‘tomamos’ el espacio y lo adecuamos. Sobre el tema salen varios artículos y publicaciones en redes sociales con el fin de crear un espacio cultural que pudiera generar dinámicas en el sector. A los meses, la Gestora Urbana nos ayudó con un contrato en comodato y el espacio cobró vida”, compartió. 

En la caseta (que a día de hoy existe pero está en abandono), se dictaron talleres de literatura, de grafiti, de tejeduría, de cerámica, de apreciación cinematográfica, de escritura, musicales y artísticos. Según Ruiz, se generó toda una pedagogía alrededor de estos espacios, logrando compartir con la comunidad del parque de forma continua.

“Es importante comprender cómo se mueve socialmente el Parque Galarza. Este espacio es diferente porque alrededor hay un mundo social muy complejo en varios sentidos. La mayoría de gente que vivía en las residencias pasaba en el sector de forma transitoria, lo que causaba que no pudiéramos medir con exactitud el impacto del proyecto por la constancia de las personas que asistían a la casa cultural”.

Parque Galarza

Y agregó: “Se logró un impacto en la gente que está radicada en el sector. Hubo chicos y chicas que eran ‘difíciles’, pero con el tiempo fueron cambiando. Muchos aprendieron a leer, escribir y hasta analizar cine. Incluso, las trabajadoras sexuales empezaron a tomar confianza en el proyecto y enviaban a sus hijos a pasar su tiempo mientras ellas hacían sus labores, por lo que funcionamos también como una especie de ‘guardería’. Con todas estas actividades se logró cambiar un poco el imaginario del Parque Galarza”. 

Ruiz, en su cuidadosa y argumentada lectura, considera que el problema es “estructural de la sociedad, cada día hay más gente empobrecida y desplazada. Las brechas sociales se van agrandando, por lo que este espacio va congregando a todos estos sectores que sufren con la dinámica de ‘quienes tienen mucho y los que tienen poco’. 

“Hay gente que no tiene otra realidad que no sea robar, o vender ‘perico’. Son condiciones que la sociedad les dio”. 

Y apostilló: “Nosotros nunca contamos con un apoyo desde la institucionalidad, pero consideramos que las medidas que tengan que hacerse sobre el sector deben concentrarse en cambiar las realidades que allí convergen, más allá de traer ‘pie de fuerza’ de la Policía, (institución) que también es necesaria”. 

Parque Galarza

Aristas comerciales y ‘agresividad nocturna’

De forma anónima (para salvaguardar su integridad), EL NUEVO DÍA estableció comunicación con un comerciante que lleva en el Parque Galarza desde hace un par de décadas. La fuente, de inicio, resaltó que la zona está llena de buenas personas y emprendimientos que van desde droguerías, almacenes de deportes, libreros, hoteles, fábricas de hielo, locales esotéricos, restaurantes, panaderías y parqueaderos. 

“Usted puede imaginar el ‘sinnúmero’ de requisitos que exigen para funcionar. Todos nos vemos perjudicados y cada uno lucha para que el sector ‘mejore’”, aseguró.

Y complementó: “El parque era familiar. Se podía encontrar al que vendía algodones de azúcar, juegos para niños, artesanías y  atracciones mecánicas pequeñas con aviones y carruseles. Recuerdo que el señor de las atracciones se fue porque en algún momento le empezaron a cobrar muchos impuestos por parte de la Alcaldía. Después de su salida, el sector quedó a la deriva y así empezaron a asentarse con mayor fuerza las casas de lenocinio”.

En su dinámica de seguridad, la fuente confirmó la versión de Berbeo, pues destacó que hay momentos en los que el sector ha estado ‘controlado’ durante dos o tres meses por la Policía, pero con el tiempo vuelve a aparecer la problemática. 

“Cuando el ‘pie de fuerza’ disminuye, los policías dan unas rondas y se van. Las medidas siempre han sido transitorias, no permanentes sobre la gran dificultad de la zona. El sector comercial siente que ya es tiempo de una política pública para controlar los parques del centro”.

Y cuestionó: “El Parque Galarza está estigmatizado porque pernoctan las personas que están dentro de todas las dificultades: el jíbaro, el ladrón, la trabajadora sexual y el habitante de calle. Tampoco es clara cuál es la función de los hogares de paso en estas circunstancias. Además, la Administración Municipal trae ayudas alimentarias para estas personas, por lo que ya se han ‘culturizado’ estas ayudas en el parque”.

En su visión, las actividades comerciales se han perjudicado porque la gente llega asustada. Así pues, los comerciantes tratan de tranquilizar a la ciudadanía que transita porque “no conviene seguir profundizando sobre el estigma del sector”. Por ende, considera que la situación es complicada porque al atender al cliente, es notorio que ‘a la vuelta’ están vendiendo ‘vicio’.

“Otro de los problemas tiene que ver con la creciente migración, que no todas las personas van de mala fe, aunado con la creciente proliferación de hostales que cobran 7 mil pesos por noche. La estrategia del microtráfico de la zona es concentrar sus actividades en algunas de estas residencias. Allá guardan mercancía, la cual extraen en pequeñas cantidades cada vez que salen a vender. Él jíbaro ‘entra y sale’ para sacar las popularmente denominadas ‘panelas’ o ‘bombas’”, detalló la fuente.

Y anotó: “Después de las 6 de la tarde, la zona empieza a tornarse más insegura. Los comerciantes que laboran en el parque, después de las horas, deben afrontar todas las dificultades con ‘cuatro ojos’.  No se puede culpar a la Policía, pero sí hace falta mucho pie de fuerza sobre el sector. 

“Además, falta implementar una red de seguridad de cámaras para hacer vigilancia permanente sobre la zona. Es muy poco personal para atender la ‘olla’  más grande de la ciudad”.

Aunque los hurtos en los últimos seis meses han bajado respecto a otras épocas, la fuente insistió en que no dejan de suceder actos delictivos en horas neurálgicas como el mediodía o después de las 6 de la tarde, en las que es fácil ser asaltado. 

Parque Galarza

Agenda política, una ‘bomba de tiempo’

Con el paso de los años, las diversas administraciones municipales no han logrado impactar de forma estructural las ‘dificultosas’ circunstancias del Parque Galarza. La descomposición social de los últimos años, concatenado al crecimiento exponencial del microtráfico y la delincuencia común, han sacado a relucir planteamientos en tres vertientes neurálgicas: ¿será asunto del próximo Plan de Ordenamiento Territorial?, ¿será cuestión de más presencia policial? O ¿faltarán más iniciativas de índole social? 

Si bien, la circunstancia no deja de ser complicada, se acerca el 2030 y pocas acciones han logrado incidir a profundidad sobre el parque que, poco a poco, se está configurando a profundidad como ‘zona de tolerancia’. Es claro que la situación debe ceñirse a una agenda urgente para quien asuma el ‘timón’ de la próxima Administración Municipal.

Linda Perdomo, concejal de Ibagué, sugirió que el rol del Estado es hacer presencia, similar a cuando se coloca una luz en una calle. “Cuando se instala, los que venden droga no vuelven y se van a lo más oscuro. Creo que hace falta la ‘luz del Estado’ y, sobre todo, mantenerla”.

La cabildante señaló que “el parque hoy es un reflejo de la realidad de la zona, descuidada por el Estado y de crecimiento comercial desorganizado. Eso no nos ha permitido desarrollar la zona del parque. Tiene que existir un componente de recuperación por parte de la Administración, además de trabajar en la dotación de infraestructura mínima como centros culturales o de salud con las edificaciones que ya están”. 

Y agregó: “Esto es un proceso paulatino. Algunas administraciones se dedican a bañar a los habitantes de calle. Los peluquean y les dan comida caliente cada quince días, pero no se dan cuenta que el tema del parque debiera concebirse como un punto de encuentro para muchos jóvenes que no tienen posibilidad de acceder a otros escenarios de participación. Hay que atender las necesidades de la gente que vive en la zona, de manera digna y organizada”.

Desde su punto de vista, Perdomo sostuvo que Ibagué necesita que los próximos alcaldes dejen de pensar en proyectos personales y comiencen a repensar la gestión de un proyecto de ciudad. 

“Nosotros hemos visto exclusivamente proyectos personales que nos han llevado a la debacle. La circunstancia también va relacionada con las ideas de ‘desarrollo económico y social’ que cada mandatario tiene. Claro que son buenos los escenarios deportivos, pero uno de los retos más importantes es saber gestionar los recursos para solucionar problemas a largo plazo, gobernando desde la colectividad”.

Y apuntó: “Lo que está pasando en este momento es el reflejo de la descomposición social y económica de la ciudad. El Parque Galarza reúne la expresión más autentica de los graves problemas sociales de drogadicción, microtráfico, venta de objetos robados y trabajo sexual. Por eso es necesario entender que no se trata de llegar con Policía y Ejército, sino de prestar una oferta institucional desde la Alcaldía para la gente. Hay que trabajar con la misma población y dignificarla”. 

En sus palabras, Linda Perdomo concluyó que “deberíamos de tener diferentes clubes de danzas, teatro, música, lectura y demás cosas culturales porque el espacio se presta para eso. Eso no vale mucho, solo se necesita voluntad y concepción política”.

Credito
El Nuevo Día

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