Como era previsible, lamentablemente el año concluye con un gigantesco paso en falso en las negociaciones de la ONU para detener la acelerada marcha hacia un desastre ambiental global producido por el calentamiento del clima.
Desde mis primeras penetraciones al territorio árido del Desierto de La Tatacoa rezo una oración que es algo así como un pedir perdón: El Río Magdalena NO separa al Huila del Tolima: los hermana en una premonición ecológica, como un destino que los une, en un deseo del orden cósmico.
Cuando las urgencias ambientales nos acorralan y las obsesiones económicas nos aplastan, es necesario una respuesta colectiva más allá de los efímeros caprichos del poder, en función exclusiva de dar continuidad a la vida. Eso ocurrió la noche del 3 de diciembre para el planeta.
El agua nos provee de vida, pero también se encrespa y nos ahoga, a veces con la complicidad de la Tierra y lo hace cuando se quebranta el principio sagrado que alguna vez cántara el poeta Paul Eluard “el agua es como una piel que nadie puede herir” (citado por nuestro vecino Libardo Vargas Celemín)
Si las locomotoras cumplen con eficiencia los recursos se acabaran muy pronto… por ello necesitamos una locomotora… esta con calidad humana…para salvar a una raza nuestra: Los wayúu
Lo orgánico del planeta Tierra tiene una edad de cuatro mil 600 millones de años, que acumulado se convirtió en carbón y es puro gas carbónico almacenado, liberación de oxígeno y expansión de la vida.
La semana pasada delegados de ONG defensores de temas ambientales de 100 países iniciaron la tercera ronda de negociaciones en Nairobi (Kenia) para darle forma a un tratado que pretende frenar la creciente contaminación por mercurio en todo el mundo.