La mujer de los cafés especiales

Crédito: Suministradas / EL NUEVO DÍACon un grupo de caficultores, Angélica Tovar muestra su producto, el mismo que se cosecha en las montañas del Tolima
Criada en los campos del sur del Tolima, Angélica Tovar se enamoró del café y luego de estudiar y capacitarse en el tratamiento del grano, lleva este conocimiento al campesino para que este mejore su calidad de vida.
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Desde niña, cuando se crió en los cafetales del sur del Tolima, Angélica Rocío Tovar se enamoró de nuestra bebida nacional, ya grande, decidió aprender y llevar todo su conocimiento al campo, a aquellos caficultores que desconocían incluso, el sabor y aroma de sus propias cosechas.

Cuenta esta administradora Agropecuaria, nacida en Planadas y criada en Chaparral, que su trabajo de grado fue orientado en el café y montó el primer café universitario que funcionó en Colombia y en la Universidad del Tolima en Ibagué, ciudad que la acogió hace 15 años.

Se trató de un café de paso en el sector La María, allí tostaba, molía, empacaba y vendía café de alta calidad para los universitarios. 

Con este proyecto también nació su idea de enseñar a las personas la cultura cafetera, por ello empezó a estudiar, primero, una especialización en Pedagogía y otra en Talento humano, luego se formó en la Escuela Nacional de Café y actualmente cursa una maestría en Ciencia y tecnología de café.

Su deseo para conocer más sobre el grano la llevó a trabajar para empresas con cooperación internacional, con el Comité de Cafeteros, hasta que entró al Sena donde desde hace cinco años enseña producción, preparación de bebidas y análisis. En la actualidad está vinculada con la Universidad Minuto de Dios.

“Cuando entré al Sena, conocí al ingeniero Óscar Toquica, un hombre entregado al café, quien tenía un equipo conformado por John Espitia, Edwin Rojas, Álvaro Palacio, y Huber Porras; nos apasionamos con el tema.

“Luego empecé a notar que la gente del campo no sabía lo que tenían en sus fincas y vivían mal, con un compañero nos enfocamos a enseñarles para que los caficultores hablaran con propiedad de su producto”, narró.

Al notar que el campesino no sabía lo que sucedía con el grano que vendía, y en cambio muchas veces, con el dinero de la venta del grano compraban café industrial para consumir, empezó a explicarles y llevarles métodos modernos como los sifones japoneses, belgas y capuchineras.

“Tomé asociaciones en Chaparral y les llevé los métodos, cómo se hacían los cafés, les mostré fotos de las grandes tiendas y la gente asumió ese conocimiento y ya hay baristas que trabajan en Estados Unidos.

“Cuando inicia el ‘boom’ de los cafés especiales, vemos que en el Tolima la caficultura es tradicional, la misma, despulpar y vender grano seco o mojado, pero nadie hablaba de un producto diferenciado, que aparte de ser rentable económicamente, también fuera amigable con el ambiente”.

Generales.

Satisfacción

Cuenta Angélica Rocío que al principio hubo cierto desinterés de algunos campesinos, pues la veían como una niña que iba a enseñarles algo que ellos por generaciones hacían, pero no con las nuevas alternativas y técnicas.

“Pero es tan gratificante enseñarles y trabajar en equipo y ver al final el resultado, la satisfacción de todos, beber su propia cosecha. Y los jóvenes, cuando ven estos métodos, se animan y quieren aprender, y ese también es un objetivo específico, el relevo generacional, pues muchos no ven más opciones en el campo y se van para la ciudad a trabajar en cualquier cosa y olvidan su empresa cafetera, sus raíces”, asegura. 

Con la formación de cafés diferenciados, los agricultores también aprenden a proteger el ambiente, usar abonos orgánicos para caficultura y métodos alternativos.

“Es muy bonito porque ya se sientan y catan, saben las cualidades y ya pueden hablar con propiedad sobre el café, saben si es frutal o floral, y el cliente se interesa porque ya tiene unos parámetros para negociar”.

 

Otros proyectos

Debido a que la Rectora de la Universidad Minuto de Dios también se interesa por el tema, le dio la oportunidad de dictar clases y crear programas de formación cafetera en competencias laborales, de esta manera capacitan jóvenes y mujeres de colectivos vulnerables que quieran aprender a preparar bebidas, pasteles y otros usos del café en la cocina.

Pero también se dedicó a sacar su marca, y esta es gracias a una unión con otra docente, por ello su producto se conoce como Café ‘Las Profes’, así que compran el grano a un precio que beneficie al caficultor.

“Luego de comprar la arroba al cafetero, la empacamos y le ponemos la caracterización de la finca, así el consumidor sabe el origen y con los demás datos, pueden contactarlo para hacer negocios directos.

“Nuestra idea no es tanto lucrativa, sino que mediante ‘Las Profes’ dar a conocer lo que trabajamos con la gente”, afirma Rocío Tovar.

Finalmente, cuenta la docente, que hoy en día muchas personas beben café y les causa daño, esto se debe al proceso industrial que recibe el grano.

“Pero si le compro el café al campesino, así sea en grano, yo mismo lo muelo en casa, garantizo un producto de calidad, y acá también es que la gente comprenda el tema, mejore su consumo y pueda tener contacto directo con el productos, sin intermediarios”, apostilló Tovar.

Credito
ANTONIO GUZMÁN OLIVEROS

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