El extenso legado que dejó Antonio Caballero

En la década de los 80 fue columnista de El Espectador y más adelante de la Revista Semana.
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En la década de los 80 fue columnista de El Espectador y más adelante de la Revista Semana, espacios de opinión en los que demostró ser uno de los críticos más agudos de los sucesivos gobiernos de Colombia.
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Hijo del también escritor Eduardo Caballero Calderón e Isabel Holguín, sobrino del escritor Lucas Caballero Calderón, más conocido como Klim, y hermano del pintor Luis Caballero Holguín, el escritor, periodista y columnista bogotano, quien falleció este viernes, tenía el arte y las letras en sus venas. Se puede ir más allá. Su tatarabuelo fue el poeta José Eusebio Caro; su bisabuelo, el político Miguel Antonio Caro; su abuelo, el general Lucas Caballero Barrera y su primo hermano también educador, Agustín Nieto Caballero. Por parte de su madre, se encuentran los políticos Carlos Holguín Mallarino y Jorge Holguín.

Esa mezcla familiar, junto a una educación privilegiada, forjaron a este intelectual que vivió entre España, Francia y Colombia, comenzando la carrera de Derecho y continuando con Ciencia Política en París, cuando su padre era embajador por Colombia ante la Unesco. Allí, fue testigo del Mayo de 1968, cuando la capital francesa se convirtió en el escenario de una serie de revueltas protagonizadas por toda una generación, lo que lo llevó a escribir para el diario El Tiempo,  en el cual colaboraba desde 1964, pero con su faceta de caricaturista, con la serie Cartones, la cual mantuvo durante diez años.

 

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Inquieto siempre, viajó por Italia, Grecia, España e Inglaterra, para radicarse en Londres y comenzar a trabajar para la BBC de Londres y la revista The Economist. Agotado, volvió a viajar por Europa hasta llegar a Cefalonia, donde vivió durante un año sobreviviendo de los dibujos que vendía semanalmente.

Se traslada a España donde empieza a trabajar para la revista Cambio 16, hasta 1975, cuando retornó al país para escribir en la revista Alternativa, trabajando como jefe de redacción, corresponsal internacional y publicando algunas de sus caricaturas. En la década de los 80 fue columnista de El Espectador y más adelante de la Revista Semana, espacios de opinión en los que demostró ser uno de los críticos más agudos de los sucesivos gobiernos de Colombia. En 1984 daría la sorpresa con su novela ‘Sin remedio’, con las aventuras y desdichas de Escobar, un poeta frustrado en la convulsionada Bogotá de los años 70, donde el escritor indaga sobre las grandes dificultades que genera escribir poesía y más al intentar publicarla.

Pese a su éxito y la crítica positiva, la novela estuvo descontinuada hasta que en 2004, la editorial Alfaguara la reeditó, y cuatro años más tarde, fue traducida al francés, siendo considerada como una de las novelas más representativas del género urbano en Colombia. A finales de los años ochenta publicó ‘Isabel en Invierno’, un libro infantil que también ilustró, mientras que en las primeras ediciones de la revista El Malpensante, aparecieron varios de sus cuentos, como ‘El padre de mis hijos’, entre otros.

A lo largo de su carrera se han publicado varias recopilaciones de sus columnas y crónicas, mientras que en 1999 fue distinguido por la Editorial Planeta con su premio de periodismo y la publicación de la antología ‘No es por aguar la fiesta’.

 

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Credito
Redacción El Nuevo Día

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