La historia de los pijaos más allá de la identificación regional

Crédito: Camilo Jiménez / Jeison Castillo / EL NUEVO DÍA. La pérdida de saber y prácticas tradiciones son sus mayores problemas, según el MinInterior
El pueblo pijao tiene un pasado abundante y rico en saberes. Su presente, mientras tanto, está lleno de pendientes y peligros.
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Para el Tolima los pijaos son la representación del pasado, el patrimonio vivo de la región. Apelativo para el Deportes Tolima, su nombre se ve en restaurantes, editoriales, comidas y empresas de toda índole. Lo pijao coliga, en el imaginario regional, con orgullo, fuerza y tradición.

Como tantos otros pueblos originarios, muchas de sus tradiciones no pudieron sobrevivir al avasallamiento que significó la época de la Conquista y su presente está plagado de amenazas para su cultura.

Cronistas como Fray Pedro Simón, Juan López de Velasco y Antonio de Herrera fueron quienes les crearon la fama de belicosidad por haberse resistido a los españoles hasta que sus guerreros fueron asesinados y sus mujeres y jóvenes esclavizados y convertidos al catolicismo, según reseña la Organización Nacional Indígena de Colombia.

A principios del siglo XIX, el legendario Manuel Quintín Lame se unió al movimiento pijao y luchó por recuperar las tierras que les había sido arrebatada hasta logró, en 1938, la restitución de los resguardos pijaos de Ortega y Chaparral. Sin embargo, el despojo continuó y se agudizó con su desplazamiento por diferentes departamentos del país.

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Las muchas violencias

Debido a que la mayoría de su población se concentra en el sur del Tolima, padecieron con especial énfasis la violencia en esta región. Según cuenta Jaiber Rincón, gobernador indígena de la comunidad Brisas de Atá, han sufrido desde las primeras hasta las últimas formas de los conflictos.

“La violencia bipartidista influyó mucho en el territorio para que se crearan diferencias y desarraigos entre nosotros. Muchos de los procesos organizativos que teníamos como pueblos indígenas se cortaron porque unas personas armadas llegaron a pelear en nuestro territorio”, cuenta el líder de la comunidad asentada en el corregimiento de Santiago Pérez.

Cuando llegaron las violencias insurgentes y contrainsurgentes se exterminaron expresiones culturales muy variadas, como por ejemplo los desfiles por el río Atá.

Aunque también hubo asesinatos de indígenas, la narración de Jaiber Rincón se centra en las heridas infringidas sobres sus saberes ancestrales. En su territorio hubo presencia de guerrilla, paramilitares y fuerzas armadas estatales, siendo el periodo más cruento entre los años 1998 y 2008.

 

Múltiples afectaciones

Según el ‘Plan de salvaguarda étnica del pueblo pijao’ del Ministerio del Interior, todos los actores armados vulneraron los derechos de esta comunidad: miembros del Ejército embarazaban a las niñas menores edad y luego se iban. La guerrilla realizó decenas de tomas en el sur del Tolima, afectando su integridad, provocando daños en sus bienes e imponiendo desplazamientos forzados. Los paramilitares, en su lucha contra los frentes 21, 25 y Héroes de Marquetalia de las Farc, también los atropellaron.

“Tenemos un doloroso dato de más de 800 muertos reconocidos, además de los desaparecidos, de quienes no sabemos nada. Eso nos hizo organizarnos para reclamar nuestros derechos a la vida y a la organización autónoma. Nos organizamos: en Ataco tenemos 10 comunidades indígenas pijaos reconocidas, en Chaparral unas 12 en ese mismo proceso, en Rioblanco hay también dos. Gracias a nuestro esfuerzo hemos ido obteniendo reconocimiento e identificación, un primer paso de muchos que estamos dando”, agregó el gobernador.

 

La pérdida de la lengua

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Dicen que las ideas no pueden morir, sin embargo, muchas de las epistemologías del pueblo pijao fueron aniquiladas. Boaventura de Sousa llama ‘epistemicidio’ al exterminio de otros sistemas de conocimiento. Los pijaos, por ejemplo, perdieron su lengua desde hace décadas, conservando apenas algunas palabras. 

“Como pueblo indígena declarado por la Corte Constitucional en proceso de desaparición por desarraigo cultural hemos sufrido muchas pérdidas. Nuestras madres fueron declaradas brujas y se les prohibió utilizar su lengua. Solo nos quedan un par de palabras que aún usamos”, contó.

Esa ha sido la pérdida que más les duele, pues no era solamente una suma de símbolos de su identidad, era también una red estructurada en la cual transitaba su forma de pensar y entender su mundo. 

Tui! (Bueno), Tenú (Tabaco), Alamán (Caminan), Margure (Mujer), Tinkí (Diente) o Erame (Hermana) son algunas de las palabras que perduran.

 

Las tradiciones que se conservan y la hibridación cultural

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Aunque ha sido difícil, conservan algunas de las tradiciones de sus ancestros, sobre todo en su gastronomía y en la fabricación de artesanías. 

“Guardamos algunas hechuras de gastronomía y artesanías propias. En la sabiduría de los más antiguos tenemos protegida nuestra propia chicha, nuestros propios bizcochos de achiras, nuestros tamales tolimenses, las arepas y nuestro cuchuco de maíz. Los artesanos de nuestra comunidad trabajan en el tejido de chile, de atarrayas. Talladores de manera, totumas, manillas, collares de semillas”, dice.

Estos procesos puntuales, además de ser guardianes de su cultura, empujan su autonomía económica. En la agricultura está su sostenimiento. 

La mezcla con otras culturas les ha traído cambios en su forma de ser y comportarse, los cuales valoran positivamente.

“Quisiéramos que la inmersión de ese desarrollo occidental no nos hubiera cambiado tan drásticamente, pero tenemos que mirar que esas variaciones han modificado la forma en que entendemos el mundo. Lo que sí es que seguiremos entendiéndonos como indígenas así hagamos uso de las otras tradiciones”, aseguró.

 

El relevo generacional

No obstante todo el sufrimiento, la comunidad tiene esperanza de lograr preservar las tradiciones que les quedan en las nuevas generaciones.

“Los jóvenes saben que todo esto que somos debe pervivir: conservar un gobierno propio, una autoridad, un cabildo, unos guardias indígenas, unos mayores sabios, unos médicos tradicionales llenos de conocimientos, unas parteras… Tienen claro que eso viene de nuestros ancestros y que aún lo tenemos”, expresó.

Una de las mayores dificultades con las nuevas generaciones pijao es la falta de oportunidades. Al pertenecer a terrenos marginados, los jóvenes optan por irse de su comunidad y buscar suerte en otras zonas.

“Por esa razón los menores deben afianzar su amor por nuestra cultura y prepararse, formarse para poder impactar positivamente. Que en su sangre lleven las tradiciones, pero en su saber dominen el conocimiento para vean por las comunidades”, finalizó Jaiber Rincón.

 

“No somos una insignia ni un emblema de nadie. Somos una población y ojalá nos tuvieran en cuenta más allá de la identificación que algunos sienten por lo pijao”.

 

“En la sangre de la gran mayoría de los tolimenses hay gotas de algún ancestro que perteneció a nuestras comunidades indígenas”.

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La búsqueda histórica de la paz del sur del Tolima.

El café, impulsor del cambio del sur del Tolima.

El ascenso de las mujeres lideresas del sur del Tolima.

Los PDET, un avance hacia la paz del sur del Tolima.

Planadas, cuna de la violencia y pionera de la Paz.

Las luchas sociales por el renacer de Ataco.

Chaparral, tierra de grandes y capital del sur del Tolima.

El NO a regresar la violencia de Rioblanco.

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Credito
CAMILO JIMÉNEZ

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