Planadas, cuna de la violencia y pionera de la paz

Crédito: Camilo Jiménez / EL NUEVO DÍA.
Aunque muchos conocen a Planadas como el sitio en donde nacieron varios conflictos, allí también se han generado búsquedas incesantes de paz. Entender todo lo ha pasado en esta zona permitirá dimensionar mucho mejor lo que nos ha pasado en las últimas décadas.
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En Planadas nació uno de los actores más trascendentales de la violencia en Colombia, pero, al mismo tiempo, la comunidad transita un extenso y sinuoso camino en búsqueda de la paz.

Quienes han vivido allí desde hace años reconocen los cambios: más turistas, un número considerable de extranjeros, aumento de comercio, caras nuevas y, sobre todo, menos zozobra. Con la mejora en el orden público cambiaron los problemas de convivencia. Las riñas y las peleas aisladas son el principal punto de atención de las autoridades.

En parte, esto se debe a la ausencia del anterior organizador social: a la fuerza, a punta de fusil, las Farc dirimían conflictos. En antaño los alternados y las reyertas entre vecinos eran solucionadas por el Frente 21. Ahora deben ir a la estación de policía.

Eso ha venido de la mano de la institucionalidad y, aunque aún falta mucho por avanzar y hay muchísimos pendientes, hoy Planadas muestra una cara y es un ejemplo para muchos.

 

La República Independiente de Marquetalia

El mito fundacional de las Farc se dio en el corregimiento Gaitania de Planadas. Guerrilleros liberales, nacidos de la guerra entre partidos tradicionales en la década del cuarenta, se sumaron a varios grupos de autodefensas campesinas que buscaban defenderse de la arremetida del gobierno conservador y su facción armada irregular conocida como los ‘chulavitas’.

Luego de pasar por dos amnistías, Pedro Antonio Marín Marín, conocido por sus alias de Manuel Marulanda Vélez y Tirofijo, trabajaba como inspector en una carretera que iba de El Carmen, en el Huila, a Gaitania. Sin embargo, en enero de 1960 asesinan a su compañero ‘Charro Negro’, por lo que Tirofijo regresa a las armas y se atrinchera en Marquetalia.

En 1964, luego de varios enfrentamientos entre los campesinos alzados en armas y el Ejército, el presidente Guillermo León Valencia, segundo del Frente Nacional, decidió atacar la llamada "República de Marquetalia", denunciada con hostilidad por el entonces senador Álvaro Gómez Hurtado.

Dos años después, en 1966, se realizaba la ‘Segunda Conferencia del Bloque Sur’ y se oficializaba la creación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, cuyas bases serían los destacamentos guerrilleros del Bloque Sur.

No obstante, en Planadas también se dieron y se dan acciones icónicas de búsqueda de la paz.

 

El primer acuerdo de paz: pueblo Nasa y las Farc

Generales.

Con cada violencia que nace brota un esfuerzo por la paz. El 26 de julio de 1996 el pueblo Nasa Wes'x y las Farc firmaron un histórico acuerdo de paz, conocido como ‘el primer acuerdo’. 

Según cuenta Ovidio Paya, líder histórico de esta comunidad del sur del Tolima, fue una necesidad hacerlo debido a los conflictos que había.

“Nuestros ancestros fueron reclutados por ‘Tirofijo’, pero entre ellos hubo un problema y eso generó conflictos. Luego el Ejército también nos reclutó de manera irregular para que los ayudáramos a perseguir a la guerrilla. Fue una guerra campal entre indígenas y subversivos”, contó Paya, uno de los negociadores del acuerdo.

En 1985 se había creado el cabildo y, al hacerlo, cuenta don Ovidio, comprendieron realmente sus derechos y se convencieron de que esa guerra no les correspondía. Le dijeron a los militares que respetaran su territorio, que no los reclutaran. Lo mismo le pidieron a la guerrilla.

“Los líderes indígenas nos sentamos con las Farc y les dijimos que nada de cambuches en estas tierras, no reclutaran más ni cobraran impuestos de guerra. Les pusimos condiciones muy firmes, pero el diálogo fue respetuoso”, agregó.

Virgilio López, gobernador del resguardo, recuerda que Jerónimo Galeano, entonces comandante del Frente 21, puso varias trabas, pero finalmente se pudo sacar adelante el proceso.

“Fueron nueve puntos, cuyo fundamento era el respeto a la vida y a nuestro territorio. La comunidad nos autorizó a buscar esa paz y, después de la firma, pasamos a vivir más tranquilos y a morir de viejos, no en una guerra que no era ni es de nosotros”, afirmó el otro de los firmantes.

Ese acuerdo, que se hizo sin la intermediación del Estado colombiano, funcionó de manera inmediata y se convirtió en un ejemplo para la historia del país: “Lo hicimos sin un peso en el bolsillo, pasando dos y tres días de hambre, pero hizo que viviéramos más tranquilos”, comentó.

“Ese acuerdo es un ejemplo para la historia del país porque es una muestra de que buscar la paz siempre es el camino correcto. Fue un primer paso que hemos intentado seguir luego en los caminos que transitamos hacia la superación de tanta violencia”, comentó el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad.

Generales.

El ETCR de El Oso

Los antiguos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación fueron zonas de ubicación temporal para los antiguos exmiembros de las Farc. Una de ellas estaba ubicada en la vereda El Oso, en Planadas.

Desde su creación, pese a las reticencias de muchas personas, demostró que existen vías, pavimentadas de emprendimiento, en las cuales se puede tener sosiego luego de superar conflictos armados.

Los reincorporados que viven allí han construido proyectos desde rutas turísticas, carreras ciclísticas, unidades productivas de piscicultura, ebanistería, huertas, entre otras muchas. 

De allí, en El Oso, sale uno de los cafés más famosos del país, llamado ‘Tercer acuerdo’ y producido por la comunidad nasa y los reincorporados.

Como parte de su proceso de regreso a la vida civil muchos han iniciado o consolidado familias. Algunos ya tenían hijos y otros los tuvieron durante el proceso de negociación. Sobre esas nuevas generaciones, los llamados ‘hijos de la paz’ o ‘semillas de paz’, están puestas las esperanzas de muchas personas de haber dejado atrás de manera definitiva la guerra.

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Los PDET, un avance hacia la paz del sur del Tolima.

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Credito
CAMILO JIMÉNEZ

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