Las luchas sociales por el renacer de Ataco

Crédito: Camilo Jiménez / Archivo / Suministradas / EL NUEVO DÍA.El municipio busca superar el pasado violento con el trabajo de sus comunidades
En Ataco el trabajo asociado ha fundamentado los cambios de los últimos años. Las inversiones PDET, así mismo, han impulsado el desarrollo con la financiación de numerosas unidades productivas.
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Durante muchos años Ataco fue el municipio con más solicitudes de restitución de tierras del Tolima. Solamente entre 1997 y 2010 10 mil personas salieron expulsadas por el conflicto, según el Registro Único de Población Desplazada.

El corregimiento de Santiago Pérez y la vereda Balsillas fueron dos de los territorios que más padecieron las distintas épocas de la violencia. Primero, con el avance de los grupos precursores del Bloque Tolima. Luego, por la reconquista a sangre y fuego de la insurgencia.

Ataco, rodeado por las vastas montañas, está bañado por el río Saldaña. Su clima y la riqueza de sus suelos permiten la producción de una café de excelente calidad en las 98 veredas de su jurisdicción, siendo el segundo producto del Tolima.

‘Mariachi’, uno de los protagonistas de la época de La Violencia, fue quien organizó el asesinato de ‘Charro Negro’, lo que, según varios historiadores, desencadenó el recrudecimiento de los enfrentamientos entre bandoleros. En las calles de Santiago Pérez ‘Mariachi’ fue asesinado por orden de ‘Tirofijo’ y se desencadenó una fuerte disputa. 

En los siguientes años se vio el surgimiento y evolución de distintos actores armados. Se formó el grupo de autodefensas anticomunistas de Rojo Atá, entre otros más.

Insurgentes, paramilitares y fuerza pública se trabaron durante décadas teniendo a Ataco como escenario.

En medio de ese contexto de confrontación constante, los ejemplos de personas que continúan luchando por mejorar las condiciones de vida en la región son abundantes.

 

Escuela campesina del sur del Tolima

Generales.

Por una mezcla de abandono del Estado y condiciones adversas, la educación ha sido la gran pendiente del sur del Tolima. Algunos niños de zonas apartadas deben caminar horas para llegar a un salón de clases. La poca cobertura, la baja calidad y contenidos desactualizados y descontextualizados, según el propio Ministerio de Educación, son los mayores problemas de la educación en la ruralidad.

Frente a esos obstáculos, un grupo de mujeres de la vereda Palestina crearon, como una manera de incidir positivamente en las nuevas generaciones, la primera escuela campesina del sur del Tolima.

Desde hace 4 años, estas mujeres buscaron la forma de unirse en torno a nuevas posibilidades de vivir en su territorio. Hicieron un documental para contar la historia de la vereda, así como un ‘Diccionario popular’. Conformaron varios comité y colectivos. Con esa asociatividad tan consolidada canalizaron una propuesta de educación popular, no solo para los más jóvenes, sino para las comunidades en general.

La escuela campesina es una estrategia, adicional a las otras que han diseñado, para dialogar entre la comunidad y encontrar la mejor manera de entender la educación. Comenzaron con trabajos de reforestación y el cuidado de las cuencas hídricas, luego pasaron a la materialización de la propuesta formativa.

“Pensamos que la educación no debe basarse solamente en lo que los colegios nos manden, sin saber las necesidades de aquí. Por eso creamos esta forma de educación del campo y para el campo”, comentó Neir Campos Cardozo, líder del equipo dinamizador de la vereda Palestina.

Antes de este proyecto, los profesores eran enviados a la zona de manera periódica y con poco seguimiento, por lo que, dicen las lideresas, había un grado alto de desconexión.

Generales.

Noredis Hernández, secretaria de la Junta de Acción Comunal, comenta que “La escuela campesina le ha apostado a transformar nuestra comunidad y nos ha convertido en un ejemplo”. María Isnely Martínez, lideresa campesina, asegura esperar que “Más escuelas y comunidades de zonas apartadas vean lo que hacemos y lo repliquen en otros territorios”.

Más que clases tradicionales, la metodología se materializa en campamentos en los cuales se crean acciones medioambientales y en las que participan decenas de niños y personas en general de las comunidades aledañas.

“En Palestina se han realizado encuentros de diferentes tipos, pero este 13 de noviembre vamos a hacer el lanzamiento oficial. Se espera la participación de seis veredas, seis sedes educativas, unas 80 personas en total. Se invitó a actores gubernamentales como el alcalde, Secretaría de Educación porque la idea es mostrar todo el trabajo que se está haciendo”, comentó Nicky Camelo, gestor pedagógico rural de Educapaz.

 

La lucha afrodescendiente de Ataco

Generales.

Las poblaciones minoritarias del sur del Tolima han sido afectadas por la violencia de una manera especial. En el caso de las comunidades afrocolombianas, estas han tenido que cargar con el racismo estructural de la sociedad, la cual viene, según varios autores, desde la colonización”, afirma en un informe la Comisión de la Verdad.

En el Tolima se han creado asociaciones como Afrotol, Fundafrot, Asadamagua, Afrolleida, Afroamigos, Asofrovictol, Afrocoyaima, Soweto, las cuales han surgido como una forma de resistencia de los afros.

Maximino Arboleda, representante legal de Afroataco, cuenta que tuvieron que unirse ante las constantes violaciones de los derechos humanos a las que era sometida su comunidad. Actualmente hay más de 300 miembros y han logrado hacer parte de la toma de decisiones desde el Estado.

“Yo mismo vi cómo los actores armados echaban a compañeros. Les decían que se tenían que ir amanecían en el río. Nos dimos cuenta de que si no defendíamos los derechos de los negros nadie lo iba a hacer. Ahora nos consultan para hacer los planes de desarrollo o definir la forma en que se organiza el pueblo”, contó Maximino Arboleda.

En ese entonces la mayoría de los afros se dedicaban a la minería informal. Con los años, gracias a la misma organización, comenzaron a enviar a las nuevas generaciones a la universidad y a dedicarse a otros oficios.

“Ese ha sido uno de nuestros mayores logros. Además de cuidarnos entre nosotros y reclamar nuestros derechos, hemos podido enviar a los jóvenes a la universidad pública. Ya podemos decir que tenemos en las familias agrónomos, veterinarios, abogados y hasta odontólogos. La fundación tiene más de 12 profesiones”, contó.

Generales.

La discriminación, al igual que la violencia, ha disminuido. Así mismo, siente que la mezcla cultural aumenta la aceptación: “Nuestros hijos son de acá y no se van a ir para ningún lado. Ya sentimos que somos de acá y nos reconocen como tal. Si una autoridad va a realizar un plan de desarrollo, nos llaman. Eso es muestra del cambio, aunque sigan faltando cosas. El progreso ha sido lento, pero algo se ve”, expresó.

El Ministerio de Educación y la Universidad del Valle, menciona Maximino, adelantarán un proyecto en el Tolima sobre la etnoeducación y una cátedra de estudios afrocolombianos. Eso los llena de entusiasmo: “Contaremos las historias de los negros no solo en el sur, sino en todo el departamento. En el imaginario está que llegamos de otro sitio, pero el negro está acá hace siglos y seguiremos estando”.

 

Lea el resto del especial del sur del Tolima:

La búsqueda histórica de la paz del sur del Tolima.

El café, impulsor del cambio del sur del Tolima.

El ascenso de las mujeres lideresas del sur del Tolima.

La historia de los pijaos más allá de la identificación regional.

Los PDET, un avance hacia la paz del sur del Tolima.

Planadas, cuna de la violencia y pionera de la Paz.

Chaparral, tierra de grandes y capital del sur del Tolima.

El NO a regresar la violencia de Rioblanco.

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Credito
CAMILO JIMÉNEZ

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