¿Qué es lo que no estamos viendo?

O aprendimos mal las materias de macroeconomía en la universidad, o nos están contando una historia que no es cierta. Cómo explicar que mientras los precios de los bienes de exportación de las economías latinoamericanas han caído más del 50%, algunos gobiernos nos sigan diciendo que las cosas van bien, incluso, mejor de lo que hasta un optimista podría imaginarse.

La cuestión básica de la situación latinoamericana es que nos acostumbramos, en muchos casos, a vivir de un solo producto de producción y de exportación, y en casi todos los casos, de un producto básico. Recuerdo en los 90, cuando asistía a la universidad, que la premisa era: los países que se quedan en bienes básicos son pobres, los países que generan valor agregado son ricos.

Para mi poca fortuna académica siguiente, los bienes básicos empezaron a ganar valor al tiempo que el valor agregado de los países ricos los llevaba a la bancarrota: ¿qué más valor agregado que una compañía tecnológica? Y así vivimos durante la primera década de este siglo, en el cual el precio de los bienes básicos subía y los países que producían estos bienes, descuidando todo lo demás, ganaban mucho dinero.

Esto, digamos, también facilitaba la vida de muchos gobiernos: producir bienes básicos no necesita una preparación muy grande en su producción, motivo por el que las metas educativas eran totalmente aplazables. Y así, la historia de primeros semestres de universidad, según la cual debíamos parecernos más a la Corea del Sur del período de Park, invirtiendo en educación media y universitaria, para luego contar con un alto componente de capital económico y, así, progresar. Pero el dinero relativamente fácil de extraer productos que nos da las entrañas de la tierra, cambió la situación.

En algunos casos, los países ahorraron; en la mayoría, derrocharon. Y ese derroche se debe empezar a sentir en los próximos años: deudas públicas crecientes, déficits que se deben expandir, y, nuevamente, los ojos inquisidores de los bancos internacionales sobre la región. Para nuestro infortunio, y aunque nos cueste aceptarlo, en el promedio estamos igual que a principios de los 90.

Hay que compensar la caída del precio de los bienes básicos de alguna forma. Muchos gobiernos llaman a la inversión, al gasto público, entre otros.

Eso está muy bien, pero una cosa es gasto público con los fondos de reserva llenos, otra muy diferente sin ellos. En este caso, América Latina, ¿cómo están tus fondos? Y siempre se encuentra alguna esperanza a la que aferrarse, la de moda en muchos países, es que los chinos vengan con los bolsillos llenos a invertir de manera desaforada.

Credito
MANUEL FELIPE GARCÍA OSPINA Especial para EL NUEVO DÍA

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