“No queremos que este año se repita una tragedia”: Río Chipalo amenaza 15 familias

Juan Corredor / El Nuevo Día
Crédito: Juan Corredor / El Nuevo DíaEsta pequeña población ha sufrido los estragos de la ola invernal.
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Temerosos de que ocurra una tragedia, los habitantes de unas viviendas ubicadas junto al cauce del Río Chipalo, piden a las autoridades tomar acciones para que la creciente del río, provocada por las fuertes lluvias, no termine arrastrando sus enseres.
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En una zona aledaña al barrio Topacio, escondidos entre una frondosa vegetación y con el río Chipalo a sus espaldas, viven modestamente varias personas, quienes una vez más ven como esta fuerte temporada de lluvias amenaza sus enseres, sus viviendas y sus propias vidas.

Este sector, caracterizado por los estragos causados por el crecimiento del caudal del río, ha sido epicentro de múltiples tragedias a lo largo de los años, en las que el agua termina llevándose aquello por lo que tanto han trabajado. 

Situación que esperan no tener que repetir. “Acá el tema del río Chipalo es demasiado complicado porque prácticamente nos ha inundado entre uno y dos metros la casa, dañando nuestros sinfonieres, la nevera y el televisor”, aseguró uno de sus habitantes.

Suministrada / El Nuevo Día

A estas casas, que se encuentran a escasos 8 metros del lugar por el que ‘normalmente’ fluye el río, se llega a través de unas escaleras de concreto, permeadas por el moho y la humedad, las cuales utilizan 15 numerosas familias. Dependiendo de a quien se le pregunte, las personas que llevan viviendo allí entre 40 y 15 años, tienen tiempo más que suficiente para contar alguna anécdota sobre cómo el agua los ha despojado.

Y es que según relata la comunidad, en las pasadas tres olas invernales, el saldo ha sido de una vivienda destruida, algunas paredes erigidas en ladrillo derrumbadas y animales, que allí fungía como alimento o mascotas (gallinas y conejos), arrasados por el violento afluente.

A su vez, el pasado miércoles 19 de octubre, mientras los ojos de la ciudad se volcaban sobre las inundaciones en la zona más visible del área urbana, en silencio y a la expectativa, la comunidad de este sector escuchaba como el agua golpeaba unos de los costados de las casas, pendientes de tener que en cualquier momento sacar a los niños a una zona elevada y rescatar la mayor cantidad de objetos posibles.

“Si bien el problema nos afecta a todos, hay un punto que es más crítico, en el que el agua pega contra una roca, haciendo que esta rebote con fuerza y se dirija hacia unas casas”, dice un habitante, mientras explica cómo las rocas, que por ese sector abundan, contribuyen en la fuerte corriente fluvial.

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Sin acciones

Según el ‘Plan de Contingencia Temporada de Lluvias 2022’, el cual fue diseñado bajo el liderazgo del Consejo Municipal para la Gestión de Riesgo de Desastres, en Ibagué existen 22 puntos que están en peligro de padecer inundaciones, algunos de los cuales se encuentran ubicados en asentamientos, que invaden la zona de protección de alguna fuente hídrica, como es el caso de esta comunidad.

Si bien en dicho documento queda constancia del estado de vulnerabilidad en el que se encuentran estas 15 familias, ellos mismos relatan que no han visto la presencia de funcionarios que busquen tomar acciones preventivas. 

Lo que resulta paradójico, debido a que entre los objetivos del Plan de Contingencia está no sólo generar una evaluación, sino también “establecer mecanismos de organización y planificación de las acciones para atender y controlar en forma oportuna las situaciones de emergencia generadas por la temporada de lluvias”.

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Ante este panorama, la comunidad solicitó una serie de intervenciones como la construcción de gaviones que permitan el flujo controlado del agua, que resultan, en todo caso,  inviables. 

Ello se debe a que, además de ser una invasión, la misma está hecha sobre la faja de protección paralela a un cuerpo de agua, en la cual se prohíben, según la resolución 164 del 2017, actividades como la edificación urbanística, entre otras. Por lo que debido a las limitaciones establecidas por las autoridades ambientales, la única solución viable para estas personas sería una reubicación.

En ese sentido, EL NUEVO DÍA intentó establecer si existía en curso un plan para trasladar a estas personas, con el objetivo de prevenir una tragedia y garantizar una opción de vivienda. Sin embargo, luego de consultar diversas dependencias de la Alcaldía, no quedó claro que se estén tomando acciones para reducir los daños y pérdidas a esta población. 

 

Del río y otros demonios

Por si fuera poco, estas personas deben cargar con los efectos de la contaminación del río Chipalo, pues por su estado ambiental, este ha sido considerado como uno de los más sucios del departamento. 

En un recorrido realizado por este periódico, se pudo observar como el mismo se ha convertido en un vertedero de basuras por parte de algunas personas de la comuna Siete y Ocho, en el que se encuentran escombros, colchones y, sobre todo, bolsas de plástico.

Algunos de estos elementos, luego de que se reduce el caudal del río, van a parar en la parte trasera de las viviendas de este sector. Por lo que, en la medida de lo posible, recogen esta basura para mantener limpias sus casas y el afluente hídrico. 

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Al respecto, el vicepresidente de la junta de acción comunal del barrio El Topacio, viene solicitando desde hace mucho tiempo la instalación de una valla que, de un lado, impida que se arrojen estos desechos, y que del otro lado, prevenga que los niños que juegan cerca al barranco caigan por el mismo. Solicitud que a la fecha sigue sin ser atendida.

A lo anterior se suma el estado de abandono en el que dicen encontrarse, pues a sus casas de cimientos débiles, paredes de madera y tejas de aluminio, solo arriban los políticos en busca de votos; adicionalmente, según algunos testimonios, las pocas veces que llegan ayudas en forma de mercados, se entregan a cambio de una foto para las redes sociales.

 

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Credito
JUAN CORREDOR

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