Aunque ya se rumoraba en los pasillos del Ministerio la renuncia de Juan Carlos Esguerra, la misma fue sorpresiva. Pasada las 7:30 de la noche de ayer entró al salón de conferencias del Ministerio de Justicia, no saludó a ningún periodista, no dijo una sola palabra antes de sentarse, sólo se sentó a hablar.
Con signos de agotamiento en su rostro el ministro inició su discurso de manera pausada “seré breve, pero al mismo tiempo claro”. Él, que siempre estaba acostumbrado a dar largos discursos, por haber sido formado en la escuela de derecho, ahora midió cada una de sus palabras como si se le hubieran agotado después de presentar la renuncia.
Para los que lo vieron en la rueda de prensa este no era el mismo hombre que había hablado de manera vehemente en el Congreso, ni el mismo que había felicitado a los congresistas el pasado miércoles, tampoco era la misma persona que había exhortado a los parlamentarios a defender lo que muchos llamaron durante el día de su dimisión un esperpento, esta vez el ministro reconoció con su renuncia que los argumentos no le alcanzaron para defender lo que él llamó “una buena reforma”.
“Mis principios no me permiten hacer de lado los lamentables episodios que tuvieron lugar en la etapa final del proceso de construcción de la reforma”, aceptó en su discurso, eso sí sin asumir toda la culpa.
Ese hombre allí sentado dejaba ver que ese error se lo habían cobrado caro, “en la noche de ayer junto con el informe sobre lo que se había descubierto en la última revisión que tuvo lugar sobre la reforma a la justicia, le presenté mi renuncia irrevocable al señor Presidente de la República”.
EL COLAPSO DEL MINISTRO
La presión social y las múltiples voces, entre ellas las del presidente de la República, Juan Manuel Santos, quien la noche del jueves anunció su molestia por la manera como salió la enmienda constitucional, fueron las le dieron el empujón a Esguerra.
Lo cierto es que esta no fue una decisión de última hora. El tema ya había sido analizado y propuesto por el ministro desde el miércoles anterior, cuando se percató del retiro de las inhabilidades para los congresistas.
Esa noche fuentes cercanas al jefe de la cartera de Justicia consideraron que Esguerra se sintió sólo.
Inclusive, en la mañana de ese mismo día, Esguerra en un comunicado de prensa había anticipado como una advertencia que la conciliación saldría sin límites para los parlamentarios.
A manera de cuadro
REACCIONES
Luego de que el ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra, anunciara su renuncia irrevocable al cargo, algunos analistas coincidieron en que esta dimisión era de esperarse ya que la responsabilidad de la conciliación de la reforma a la justicia, con supuestos vicios en su contenido, recaía en él.
El columnista y director del Centro de Seguridad y Democracia de la Universidad Sergio Arboleda, Alfredo Rangel, en diálogo con Colprensa, señaló que la renuncia del Ministro de Justicia, era “obvia y esperable porque Esguerra es absolutamente responsable de esa Reforma a la Justicia tan cuestionada, no se podía lavar las manos”.
Para Rangél, el ministro del Interior, Federico Renjifo, también debería presentar su renuncia, “porque él es Ministro de la política, él es responsable de las relaciones con el parlamentario”.
Rangel y el exvicefiscal, Francisco José Sintura, coincidieron en que los presidentes de la Cámara, Simón Gaviria, y del Senado, Juan Manuel Corzo, deberían sumarse a la dimisión de Esguerra, puesto que “son responsables directos” de la aprobación de la conciliación del acto legislativo.
Para Sintura, “son corresponsables de un equivocado trámite de una reforma que, desde un principio, solamente beneficiaba a los parlamentarios de turno y que adicionalmente generaba desigualdades ante los ciudadanos comunes”.
Por otro lado, el presidente del Consejo de Estado, Gustavo Gómez Aranguren afirmó que la decisión de Esguerra es "la consecuencia de un proceso que culminó mal", refiriéndose a la controvertida Reforma a la Justicia.
"Sería más deseable que todos fuéramos consecuentes con nuestros actos y omisiones y obráramos de conformidad con lo que se hace", precisó el funcionario.
De la misma forma, el analista Héctor Rivero, dijo que “la situación de él (Juan Carlos Esguerra) era totalmente insostenible, seguramente el presidente le reclamó por haber tenido esa posición”.
EL DILEMA
Como muy pocas veces en la historia del país, prácticamente todos los colombianos están a la expectativa de que en el Diario Oficial se publique algo. Se trata del articulado del acto legislativo que reforma la justicia y que no puede entrar en vigencia sin que aparezca en ese órgano de difusión.
En ese detalle se concentra hoy la atención y el pulso entre las ramas Ejecutiva y Legislativa, como quiera que el presidente Juan Manuel Santos anunció que lo objetaría y devolvería al Congreso. Para ello, la estrategia que parece necesaria es impedir su publicación, algo que lo pondría ante un dilema, pues ese es su deber.
Para algunos observadores, por cuenta de esta situación Colombia está en un escenario sin antecedentes, ya que enfrenta un vacío normativo, en la medida en que el constituyente o el legislador no han previsto una situación, según la califican, 'extravagante' y 'estrambótica', la de que un gobierno tenga que oponerse al acto legislativo que él mismo propició, auspició e inició.
DATO
De la misma manera, el jefe de la cartera de Justicia quiso dejar claro que ni él, ni ninguno de sus funcionarios tuvieron 'culpa alguna' en la inclusión de los artículos que causaron el revuelo, los cuales de paso los consideró tuvieron 'implicaciones graves.
Se le notó tenso en la rueda de prensa, y sus manos eran una muestra. Antes de irse advirtió que no tenía culpa alguna en lo que había ocurrido en la conciliación, “textos de implicaciones gravísimas en relación con el proyecto”.
Credito
COLPRENSA
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