El 'mágico' mundo al interior de Cabildo Verde

VALESCA ALVARADO RÍOS - EL NUEVO DÍA
Cabildo Verde, es una reserva natural importante. Hicimos un recorrido por sus instalaciones y presenciamos la liberación de algunos de sus ejemplares y del proceso de rehabilitación al que son sometidos otros.

A la sombra de un árbol que no tiene más de cinco metros de altura, en una jaula posada sobre su rama más fuerte, el canto desesperado de una decena de polluelos indica que es la hora del desayuno.

Las aves, que un par de semanas atrás salieron del cascarón, ya tienen algunas plumas verdes sobre sus tibios cuerpos que permiten distinguir que son loros.

No miden más de 10 centímetros, apenas se sostienen sobre un par de ramas y  están aprendiendo a comer por sí mismos en los recipientes que tres veces al día se  llenan de una mezcla especial que les ayuda a crecer.

Sin embargo, hay uno de ellos que es diferente.

Acomodado en un nido improvisado, un pequeño que aún no tiene plumas hace un esfuerzo por abrir sus ojos, mover las alas y mantenerse en firme sobre sus enclenques patas, mientras espera impaciente para recibir su baño de sol y su porción de comida.

Su canto es fuerte, pero su cuerpo es tan débil que debe ser alimentado a través de una jeringa con la ayuda de una auxiliar veterinaria, hasta que su delicado buche, cubierto de una capa de piel blancuzca, se llene formando una esfera a la altura de su pecho. 

- “Eso es lo que nos indica que ya está listo”, dice Xiomara Roa a la vez que levanta suavemente la cabeza del animal para mostrar la protuberancia. Ella es quien los cuida hasta que puedan ser trasladados a la reserva.

El lugar de la ‘magia’ 

Dos kilómetros de distancia separan la sede administrativa de Cabildo Verde, en Sabana de Torres, de las 630 hectáreas de bosque que acogen a centenares de animales en peligro de extinción o que fueron rescatados de las manos del hombre.

Al llegar, la imagen de un imponente jaguar que espera al acecho por su presa se levanta en un cartel que indica la entrada.
  Cabildo Verde es un espacio en el cual los animales tienen una segunda oportunidad para conservar su especie. 

Una oportunidad para vivir como lo merecen: libres.

Una imagen casi mágica aparece cuando los loros, guacamayas, pericos, primates y un par de reptiles despliegan a su paso un abanico de colores que hacen juego con el verde de los gigantes árboles que se levantan ante la vista de los espectadores. 

Los cacahuates, frutas y algunos huevos de codorniz hacen que los animales bajen de las ramas, salgan de sus madrigueras y pongan a prueba uno que otro truco para quedarse con el banquete. Los más listos lo logran mientras otros esperan en calma a recibir su parte.

Sin embargo, no todos van en busca del manjar. Un par de monos araña, conocidos popularmente como ‘marimondas’, buscan los brazos de alguno de los visitantes para que los cargue, les rasque la espalda, juegue con ellos y los lleve a recorrer el lugar mientras son arrullados como niños. 

Estos animales, propios de las zonas tropicales de Colombia, miden entre 45 y 50 centímetros y están en peligro crítico de extinción, según informes de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Pero en Cabildo Verde no corren ningún riesgo.

Un hábitat para todos 

Esta reserva natural, a cargo de James Murillo, se consolidó en  1989 como una organización civil sin ánimo de lucro para la conservación y protección ambiental. Sus colaboradores se han mantenido tan firmes con esta causa, que ni siquiera el conflicto armado los ha hecho desistir.

Allí, monos, zorros, una familia de chigüiros, serpientes, zarigüeyas, tigrillos, aves rapaces y osos hacen parte de la lista de ejemplares.   La mayoría fueron rescatados del cautiverio de quienes en algún momento los consideraron mascotas: los humanos.
Unos más, como el caimán aguja permanecen en este lugar, debido al peligro que representan para las demás especies. Él, con sus 170 kilogramos de peso y 3,20 metros no tiene depredador. Caza pero no es cazado. Aún así, este reptil no es el ‘rey’ del lugar. 

A tan solo unos minutos del área de rehabilitación, en un espacio de 1.256 metros cuadrados y con pasos sigilosos, un felino de más de 70 kilogramos se acerca a la reja que lo separa de los humanos. 

Su nombre es ‘Tiger’, tiene ocho años y la firmeza de su mirada es señal suficiente para entender que ese es su territorio y al igual que el caimán, él no tiene depredador. 

Pero no todos dependen de los cuidados del personal de la reserva. La mayoría son dejados en libertad. 

Una mano amiga 

El 7 de marzo de 2017, a la puerta del Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre del Área Metropolitana de Bucaramanga un neonato de una especie sin identificar fue dejado en abandono para que los médicos veterinarios del lugar cuidaran de él. 

Tenía los ojos cerrados, necesitaba ser alimentado cada tres horas  y su proceso de rehabilitación fue lento, pero luego de semanas, los expertos descubrieron que se trataba de un mapache. En Cabildo Verde esperaban por él.

Allí, el mamífero inició su proceso de rehabilitación hasta que tuvo las condiciones necesarias para sobrevivir por sí mismo. 

Fue entonces cuando el personal del AMB, encabezado por su director, el arquitecto Rodolfo Torres Puyana, en compañía del biólogo Gerson Peña Díaz, hizo un viaje de 110 kilómetros para apoyar la liberación del animal. 

En la reserva, con una sensación térmica que superaba los 40°C, el equipo atravesó un par de trochas con el guacal al hombro, hasta encontrar un punto tranquilo en el que el pequeño mapache, ahora hecho un adulto, buscara la libertad y se alejara de los humanos mientras se escabullía  entre las ramas de los árboles. 

Esa misma tarde, antes de regresar a la capital santandereana con la satisfacción del deber cumplido y en conmemoración del Día mundial de la fauna silvestre, un par de boas, un tigrillo y dos aves rapaces también fueron liberados por el personal.  

La misma suerte les espera a los polluelos que siguen creciendo bajo la sombra de aquel árbol y a todos los animales silvestres que sean rescatados por el expertos de ambas instituciones.

DATOS

1. 630 hectáreas hacen parte de Cabildo Verde, la reserva natural de la sociedad civil más grande del Oriente Colombiano y una de las más extensas del país.

2. Gracias a un convenio de cooperación y colaboración con el  AMB, es posible que Cabildo Verde cumpla con el objetivo de proteger las especies silvestres de la región. Sin la ayuda de esta entidad su misión no sería posible.

 

 

Credito
Valesca Alvarado Ríos

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