AFP, BUENOS AIRES
La muerte del fiscal Alberto Nisman hace dos meses remeció la política y la justicia en Argentina al suceder cuatro días después de presentar una grave denuncia contra la presidenta Cristina Kirchner: hoy su acusación está en un limbo y su fallecimiento sigue inexplicable.
En una sociedad fuertemente fragmentada en política como la Argentina de hoy, el caso Nisman refleja la sospecha generalizada hacia las instituciones, explicaron analistas consultados.
La noche del domingo 18 de enero, Nisman, de 51 años fue hallado muerto en el baño de su apartamento en el exclusivo barrio de Puerto Madero, en Buenos Aires, con un balazo en la cabeza disparado por una pistola Bersa calibre 22 prestada por su colaborador Diego Lagomarsino.
A 60 días parece más complicada la causa de la investigación de su muerte que la denuncia contra Kirchner.
El Gobierno tildó la acusación de “mentira” sin fundamentos. Pero la retomó el fiscal Gerardo Pollicita. La rechazó por inexistencia de delito un juez y la apelación está ahora en manos de una Cámara Federal.
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