Eduardo de Jesus Ferreira, de apenas 10 años, murió tras recibir un balazo en una favela de Río de Janeiro (Sureste de Brasil) durante un tiroteo entre la policía y traficantes de droga, según la Policía. Sin embargo, la familia de Eduardo afirma que el niño fue abatido por un policía.
Cada uno de los cerca de 20 activistas, todos vestidos de negro, llevaba pancartas con los nombres de los 18 niños víctimas de balas perdidas en enfrentamientos entre policías y narcotraficantes en las favelas entre 2007 y 2015, según cifras de organizaciones no gubernamentales.
El fundador de la ONG, Antonio Carlos Costa, dijo a la AFP que el propósito de la manifestación fue “despertar” a la población de Río para que luchen contra la principal causa de estas muertes violentas: el abismo entre ricos y pobres.
“¿Qué respuesta dará Río de Janeiro, sede de los Juegos Olímpicos de 2016, a la muerte de un niño pobre, víctima de balas perdidas? ¿Cómo podemos esperar la pacificación de una ciudad tan desigual?”, interrogó.
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