Organizaciones pro derechos humanos habían alertado en numerosas ocasiones sobre las malas condiciones de trabajo de los extranjeros, de las que compararon incluso el sistema de “kafala” (o padrinazgo) en vigor a una forma de esclavitud moderna.
El ministro catarí de Trabajo, Issa Saad al Jafali al Nuaimi, y la secretaria General de la Confederación Internacional de Sindicatos (ITUC), Sharan Burrow, acordaron días atrás una serie de reformas salariales que, si se llevaban a cabo, supondrán un cambio drástico para los cerca de dos millones de trabajadores extranjeros en Catar.
Esas reformas incluyen un salario mínimo, contratos que no pueden modificarse tras la llegada del trabajador al emirato y, sobre todo, la prohibición para las empresas de impedir que sus empleados abandonen Catar. “Es una revolución”, aseguró Burrow.
Doha anunció asimismo que el Gobierno había dado su acuerdo para crear un fondo de apoyo y de seguro para los trabajadores.
Viejas promesas
Según Burrow, el Ministerio se comprometió a aplicar las reformas a partir de “los primeros meses” de 2018. Su confederación sindical había sido la primera en publicar la cifra de mil 200 obreros fallecidos en las obras del Mundial.
El anuncio de las nuevas reformas tuvo lugar días antes del comienzo, el jueves, de una reunión de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que podría abrir una investigación oficial sobre la situación de los trabajadores inmigrantes.
A primera vista, el emirato parece haber respondido a todas las peticiones de los críticos. Pero sus detractores observan esas propuestas con escepticismo.
“Ya hemos oído [promesas] en 2014”, afirma a la AFP Moustafa Qadri, director General de Equidem, un instituto de investigación enfocado en temas de derechos humanos. Pero “las reformas son lentas, hubo cambios pero no una abolición de la kafala”.
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