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El fuego bautizado como “Bootleg”, en Oregón junto a la frontera con California, lleva ya más de 157.000 hectáreas calcinadas desde que fue declarado a principios de julio, ha destruido 117 construcciones humanas y tiene luchando contra las llamas a más de 2.000 bomberos.
“El fuego es tan grande y genera tanta energía y calor extremo que está cambiando las condiciones climáticas”, explicó ayer en declaraciones a la prensa el portavoz del Departamento Forestal de Oregón, Marcus Kauffman.
“Normalmente, la situación meteorológica predice lo que hará el fuego. En este caso, es el fuego el que está prediciendo lo hará el clima”, indicó.
Sólo incendios de dimensiones titánicas como este son capaces de afectar al clima, algo que complica todavía más las tareas de extinción, al no permitir predecir cuál será la evolución de las llamas en el corto plazo.
Las imágenes tomadas por los satélites ayer mostraban una gigantesca columna de humo que, desde el sureste del Oregón, se desplazaba hacia el norte hasta alcanzar la frontera con Canadá, a unos 1.000 kilómetros.
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