8 de marzo, dejar simbolismos

Nelson Germán Sánchez

En una fecha especial como la de ayer, sé que habría que ponerse en modo positivo. ¡Wow! Se celebra el Día de la Mujer.
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Por tanto, romantizar un poco la realidad, magnificar los forzados avances en materia de reconocimiento, empleo, ingresos, estatus y logros alcanzados por las mujeres –que  han sido conquistas y luchas suyas-, y así poder cumplir con la “formalidad” de la celebración. Que por supuesto, no hay duda, se merecen. 

Pero la realidad en el mundo y el país es que hay poco que celebrar y demasiado por lo cual seguir luchando en beneficio de ellas. Por ejemplo, sería grato que en un día como este estuviéramos con los menores índices de asesinatos de mujeres y los mayores porcentajes en condenas por feminicidios, pero la realidad es que los guarismos son al contrario.

Para no ir lejos, en los últimos ocho días se registraron por estas tierras dos hechos que deberían causar estupor y rechazo: El asesinato en Mariquita la subintendente Diana Bejarano a manos de su pareja, y la captura de tres hombres por delitos sexuales cometidos contra cuatro niñas menores de 14 años, nada menos que padre, padrastro y abuelastro. 

Apenas comenzado el año, el 10 de enero, el país conoció del aberrante crimen contra Mayira Alejandra Orobi Solis, de apenas 11 años de edad, quien fue reportada como desaparecida ese domingo y el mismo día encontrada brutalmente torturada, violada y asesinada en el barrio Santa Mónica de Guapí, Cauca. 

Pero ya en los primeros 12 días de 2021, 13 niñas y mujeres habían sido víctimas de feminicidio, según datos de la Fundación no es hora de callar. Y en los dos primeros meses la cifra era cercana a 40, según reporte de la ONG Feminicidios Colombia; entre estos cinco menores de edad y una mujer trans. En nueve de tales sucesos existía una denuncia previa contra el agresor y en 23 de los mismos el victimario fue la ex pareja o pareja. Además, se conocen en ese mismo lapso de ocho casos de tentativa de feminicidio y otros 23 están confirmándose.

La misma fundación reportó que entre 2018 y 2020 se presentaron 709 feminicidios en Colombia, y las autoridades judiciales y de salud dan cuenta de cómo el encierro por la pandemia contribuyó a que las cifras de violencia contra las mujeres y niños se incrementaran hasta en un 50 por ciento. Por eso, mientras a la mujer no se le trate como igual, no se le dé el sitial social que se merece, el misógino aparato judicial no se tome estos casos en serio y actúe con prontitud y no con laxitud de macho, seguiremos inundados de titulares como estos: Jovencita de 17 años que estaba embarazada fue asesinada por su pareja, denuncian reconocido fotógrafo por abuso sexual, denuncian a locutor de Barranquilla por golpear a su ex pareja, menor embera de 16 años (embarazada) fue asesinada por su esposo…

Y es por ello que estas celebraciones del Día de la Mujer se quedarán igual que el “lanzamiento” de la Casa de la Mujer Empoderada, que organizaron la Alcaldía de Ibagué y la Gobernación del Tolima hace pocos días: puro buche y plumas, para la foto, el espectáculo, show de face, lambetazo a la Vicepresidenta e ilusiones públicas. Porque sigue cerrada y así estará por los próximos meses. Eso no tiene nada de serio ni real y sí mucho de discursito y mentira.  

Pero para superar todo esto y sí tener bastante que celebrar, se requiere seguir presionando para que el sistema judicial deje su actitud casi misógina para tratar estas temáticas, se atiendan con la prontitud y rigor debidas, se trate como iguales en derechos a las mujeres, se enseñe dentro del sistema educativo formal y en las creencias sociales sobre el respeto a ellas y no se exalte ni alabe el machismo como conducta correcta. Por ahí es el camino. 

Claro, pueden decir que esta es una columna sesgada porque soy padre de dos hijas (Marinita y Salomé), me casé (Ángela), tengo mamá (Beatriz), cuatro hermanas (Deisy, Nidia, Lucy y Norma), nueve sobrinas (Lizeth, Danitza, Norbi, Yeira, Laura, Paula, Daniela, Zaida y Valentina), además de contar con cinco tías (Edilma, Ligia, Betsabé, Judith y Tiota). Y, sí, tal vez tengan razón, pero al ver sus luchas cotidianas sé que merecen mucho más que una flor y un mensaje: Requieren no ser asesinadas ni violentadas y sí respetadas.

NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –GERSAN–

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