Un trino de Uribe Vélez

Columnista Invitado

La semana anterior Álvaro Uribe Vélez escribió un trino que fue ampliamente comentado (Tuvo espacio en CNN en Español) en que aseguraba que Colombia estaba bajo la amenaza de una “revolución molecular disipada”.
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No cabe indagar sobre la intención solapada del trino, pues hace parte del repertorio característico de su reconocida violencia verbal, sino por la curiosa resurrección de un concepto emitido hace más de cuarenta años por el filósofo y psicoanalista francés Félix Guattari en su libro La revolución molecular.

La especie conceptual de Guattari, en boca de quien hacía unos días había instigado en otro trino a la fuerza pública a disparar contra los manifestantes (trino que fue censurado por los administradores de Twitter), parece propio de la naturaleza esquizoide del expresidente, pero el interés del mismo no escapa a los debates sobre la crisis teórica del marxismo, a la crisis de legitimidad política de las organizaciones partidistas comunistas para conducir la revolución.

El antiguo militante del Partido comunista Francés, Guattari, ponía el dedo en la llaga al advertir y analizar la crisis de conducción de las manifestaciones estudiantiles en mayo del 68: La doctrina leninista de la conducción de la revolución, fosilizada en manos de las organizaciones de la Tercera Internacional, era reconvenida una vez más por la realidad histórica, por el cambio profundo en la vida social europea, por las transformaciones de la estructura social y los modelos de pensamiento e ideales de los más diversos sectores en las últimas décadas, cambios que la dirigencia marxista no supo comprender. Las viejas fórmulas, que en forma autoritaria seguían repitiendo los camaradas entrenados en el Partido Comunista francés, es decir, el creerse los legítimos y exclusivos conductores del proceso de vanguardia revolucionaria y tachar a los demás de “revisionistas, pequeño-burgueses”, sucumbía a lo que él denominó “la revolución molecular”, término o categoría conceptual que puede tomarse como parte del “revisionismo” a que se somete el marxismo invariablemente, de cuando en cuando.

Dentro de los muchos “revisionismos” en el seno del marxismo, de Marx en adelante, cabe también incluir a Guattari, tan alevosamente mencionado por Uribe Vélez. Ante la burocratización de los partidos estalinistas, el implacable crítico de Freud y las prácticas del psicoanálisis (en su libro el Antiedipo, en colaboración con Gilles Deleuze), Guattari desafía la pereza mental, las fórmulas revolucionarias ya vacías de contenido efectivo, de audacia dialéctica. Exige mirar la realidad de otro modo, mirar el mundo subjetivo (el campo inexplorado de los deseos que reprime y manipula la sociedad capitalista como niegan con la misma violencia los comunistas), pues el problema revolucionario no puede dejar de lado el problema de la locura, el problema de la creación artística… La lucha se debe extender o bajar a los campos inmediatos de la opresión de la familia, las violencias de género, los traumas del niño, la persecución a los drogadictos, los alcohólicos, los homosexuales. Hay que librar una lucha micro y múltiple en estos campos de la vida cotidiana. Allí hay que librar esa lucha, de “revolución molecular”, no monolítica ni burocratizada, de rancio dogma. Hay que denunciar lo que llama los “micro-fascismos”, esos poderes micro que consolidan la brutalidad estructural y su ejercicio cotidiano.

JOSÉ HERNÁN CASTILLA MARTÍNEZ

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