Comienzos y desenlaces

Alberto Bejarano Ávila

Según nota de END, 415 acciones transformadoras y 246 situaciones de cambio afloraron en los diálogos regionales vinculantes, versión Tolima, acontecido el 2 de diciembre en Ibagué. Igual se registra el compromiso formal de la señora Ministra de Trabajo: “vamos a impulsar el empleo en Ibagué, pero sin precarización laboral”.
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Los opositores al gobierno del cambio deben aceptar la inédita metodología para acercar al gobierno nacional al Tolima, pues, sin mayor injerencia politiquera, la gente indicó acciones precisas al gobierno central, acciones que merecen trazabilidad y por ello sugiero que “Ibagué Como Vamos”, Comité de Gremios, ADT u otra instancia no pública, compendie, divulgue didácticamente, haga seguimiento e informe metódica y periódicamente al Tolima de los avances, contratiempos y ajustes.

Fácil era entender que, a diferencia de gobiernos anteriores, el gobierno del cambio traería oportunidades al Tolima; ahora el “balón queda en nuestra cancha” y ahí es donde surge la duda sobre si el Tolima lo aprovechará o si el diálogo vinculante con el gobierno central será una anécdota más del sin fin de blablablás sobre el progreso regional. Por conocer la “índole política del Tolima”, por adicción a la utopía y por espíritu propositivo, hace pocas semanas, en esta columna, sugerí ingenuamente al comité de gremios instituir “el colegio rector del desarrollo tolimense” para que, con rigor y alcance, rastreara otros ejercicios prospectivos, lo mismo que hoy debe hacerse para que el diálogo vinculante no sea otro fiasco a lamentar, y no por culpa del gobierno Petro, sino por nuestras propias y nunca corregidas culpas.

Es verdad, y esto debería ser advertencia obligada en todo discurso o conversación sobre el desarrollo, que si las “genialidades prospectivas” y las palabras de compromiso o promesas, tan abundantes en nuestro vetusto y turbio mundillo político, no tienen conexión verificable y calificable con acciones que se emprendan en el inmediato futuro, entonces lo que adrede o bobamente estaremos prohijando es esa demagógica charlatanería propia de la arraigada y narcisista lógica electorera que convierte las visiones de futuro, los esfuerzos prospectivos y la planeación pública en un “canto a la bandera” que nos condena a no tener futuro.

Creo un deber decir que un impacto decisivo y sostenible sobre los índices de desempleo e informalidad exige ver el desarrollo tolimense desde perspectiva más compleja y el reciente diálogo vinculante podría ser un buen inicio, si no le perdemos la pista, y de ahí mi comedido consejo de trazabilidad ya propuesto. Por lo dicho, en lo personal y por muchos días, estaré observando el desenlace de la promesa ministerial de “impulsar el empleo sin precarización laboral”, pues, para mí, podría ser una gran lección de economía o, como temo, pudiera ser apresuramiento de nuestra apreciada ministra por desconocer cómo se plantea en el Tolima la ecuación sociedad, política y economía, ecuación que jamás se despejo de forma correcta porque nuestros doctos progresistas persisten en su errado planteamiento, el mesiánico yo, porque se resisten a comprender que el planteamiento correcto es el sinérgico nosotros.

 

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ALBERTO BEJARANO

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