Ideas fuerza

Alberto Bejarano Ávila

A problema complejo solución compleja, esta es la lógica que debe guiar el análisis de los problemas socioeconómicos que padece el Tolima y que el interés electorero o la política mediocre encuadra como un mal municipal, evitando así que la problemática se prescriba como enfermedad sistémica que sufre todo el territorio y que, como tal, debe ser tratada.
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El desempleo es buen ejemplo para ampliar lo dicho, pues si desde tiempo atrás tan grave mal se viera como resultado del desajuste estructural de la economía tolimense, sin duda ya existirían soluciones para superarla, cosa hoy imposible, pues los caza votos manipulan la tragedia del desempleo para lograr sus fines personales, abstrayéndolo o planteándolo como problema local, o lo mismo, desde la miope perspectiva de las partes y no del todo.

Al electorero no le interesa la causa sino la secuela de un problema y de ahí su tragicómico discurso, para remediar el desempleo promete generar empleos sin explicar cómo. Pero el genuino ideario regional, que obliga un enfoque sistémico territorial, parte de la voluntad de despejar muchas incógnitas atinentes al Tolima, única manera de hallar verdaderas ideas políticas.

Veamos unos ejemplos: ¿pensamos y decidimos autónomamente el futuro? ¿Hay justicia social? ¿Somos verdaderos dueños de la economía tolimense? ¿El capital endógeno crece? ¿En el Tolima se acumulan las ganancias generadas por la explotación de sus recursos naturales? ¿Tenemos ciencia propia o hay un plan rector para crearla? ¿Tenemos “músculo financiero” para apalancar iniciativas propias? Sin integral visión socioeconómica del Tolima cada ínsula electorera seguirá siendo frívola y sin ideas fuerza y “la política” un embuste.

Los tolimenses tendríamos un futuro promisorio si una coherente, propia y bien moldeada ideología política nos uniera, pero todo sucede al revés, la miríada de intereses personales que ceban la politiquería nos desune y nos enemista, porque, en sí mismo, cada candidato es “propuesta política” predestinada a construir subdesarrollo y no vocero de ideas motoras para construir progreso para todos los tolimenses. 

Es desalentador y ofensivo que algo tan elemental e innegable no motive a los autodenominados alternativos o adalides del cambio a unirse para fundar una nueva, cohesionadora y poderosa fuerza política capaz de romper con el pasado en vez de reproducirlo. Como ello no ocurrirá, solo podemos dejar constancia.

Cambio de tema para decir que, aunque no soy activista medioambiental, creo en esa causa, pues es objetivo tácito o trasversal de la visión política regionalista, cuyo ideario emana del sincretismo de principios antropocéntricos (persona como fin supremo, orden sociológico, diversidad étnica y cultural, etc.) y territoriales o 24 mil km2 del Tolima (riquezas naturales, orografía, hidrografía, flora, fauna y más).

Lo ambiental es valor intrínseco del regionalismo, pues igual que progreso económico, educación, ciencia, tecnología, etc., son variables que sólo en armonía llevan al buen vivir y por ello lo ambiental será discurso anodino y sin futuro mientras no sea capítulo cardinal del enfoque político tolimensista de sociedad y territorio.

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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