Posición política (I)

Alberto Bejarano Ávila

Siendo 2023 año electoral creí oportuno exponer sucintamente mi posición política, no sin antes expresar que no tengo ninguna aspiración electoral y que no milito en ningún partido o grupo porque en el “mundillo político” del Tolima no observo siquiera mínimo interés en construir ideas para cambiar la realidad y por tanto el verdadero fin de la política tolimense, no son las ideas del cambio sino el interés personal como “razón vital” de sus protagonistas, quienes, por excesivo egocentrismo, padecen un obsesivo compulsivo trastorno electorero que les impide oír y conversar y de ahí que solo “pontifiquen” necedades y lugares comunes que, como loritos, repiten cada cuatro años y que en nada reconforta ese “lenguaje político” cada vez más decadente y extemporáneo que nos acostumbró a convivir con el atraso.
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Bajo la tesis que indica que para los tolimenses la política debe mirarse en dos dimensiones, país y región, anoto que la falta de estructurado pensamiento regional lleva a que “nuestros políticos”, por afán electorero, impugnen o defiendan ideas de cambio para la nación, ideas que nos beneficiarán (perjudicarán, dirá el negacionista) pero que, en la dimensión regional, no representan propiamente un punto de quiebre con la grave realidad que vivimos. Señalo además que la ausencia de una corriente de pensamiento regionalista lleva a que “nuestros políticos”, de suyo casi todos, se conviertan en gregarios del caciquismo nacional, conducta opuesta a los anhelos de cambio que suponen un pensamiento pertinente y propio, carácter y soberanía política regional para merecer respetabilidad o peso político nacional.

La política cola de león, el personalismo desmadrado y la falta de ideas de región, solo serán disipados con un liderazgo fundado en la inteligencia colectiva que dé lugar a una profunda e integral visión programática y estratégica para transformar al Tolima y con él Ibagué. Pero el cambio será inviable mientras, descarada o sutilmente, sus fingidos gestores, recurran a mesiánicas autocandidaturas y alianzas torvas con palafreneros del politiqueo para después argüir tontamente que así vencerán al arcaico gamonalismo, cuando lo que están evitando es que mejores vientos aireen nuestra tierra y que el fin de la política sea el progreso social y económico del Tolima y nunca elegir individuos de corto vuelo mental que obran bajo el torpe credo de que la política se hace con farsas y mañas y no con sesudas ideas comunes.

En verdad las cosas seguirán tal cual, o peor, si no surge esa fuerza política alternativa real, porque entonces el dilema político-electoral seguirá planteándose únicamente entre viejos gamonales y embriones de gamonal y así jamás se extinguirá esa vetusta, trapacera y voraz especie depredadora. Será el espíritu raizal de nuestros ancestros el que podría inspirar ese liderazgo colectivo que empezaría con la convocatoria a la gran conversación sobre el futuro del Tolima, conversación que concluya en acuerdos fundacionales de otros derroteros para nuestra región y en cómo construir una fuerza política alternativa real y dispuesta a respetar esos derroteros y, luego sí, ocuparse de candidaturas y otros meneos electorales. Sigue…

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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