Posición política (II)

Alberto Bejarano Ávila

Reitero lo dicho en la primera parte respecto a que el pensamiento político tolimense debe tener enfoque bidimensional, pues, aunque divididos por líneas sutiles, los paradigmas para pensar al país distan de los paradigmas para pensar al Tolima y de ahí el enredo mental que nubla el fondo y la forma para construir desarrollo en el Tolima y, por ello, las circunstancias de tiempo y lugar deben orientar el proceder político. Así entonces, en teoría, porque en la realidad es “mineral raro”, el buen político debe ser excelso pedagogo del cómo edificar, de forma sostenible, un futuro moderno, próspero, justo y con calidad de vida para todos y por tanto los odios e intereses políticos nunca deben turbar la razón, pues así se causan rencillas y divisiones que nos retiene en un pasado ignominioso que nos aleja del futuro merecido.
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Explico lo dicho citando la frase leída en END del insigne paisano J. E. Robledo: “ningún país del mundo está haciendo una transición (energética) acelerada”. Creo (si yerro me disculpo) que la frase es injusta con el gobierno del cambio, pues lo de “acelerada” es erróneo porque su hoja de ruta está elaborándose y porque es verdad que la UE señalo que en 2035 acabará la venta de carros a gasolina; Tesla tendrá fábrica en México; crecen las fábricas de carros eléctricos y el interés en toda Latinoamérica para ensamblarlos; avanza la investigación en fuentes energéticas de hidrógeno, térmica, mareomotriz y otras; China ya es potencia en movilidad eléctrica; en Colombia se fundó la Asociación de Energías Renovables SAR, opera Green Yellow y ya se ofrece formación universitaria para la transición energética. Es tiempo de que en Colombia dejemos de “pendejiar” con la regresiva politiquería.

En la perspectiva nacional la verdad de Perogrullo que se impone es el cambio porque desde hace muchos años hay desempleo, hambre (el 30 % de los colombianos padece inseguridad alimentaria), concentración de la riqueza (en especial la tierra), mala atención y altos costo en servicios públicos, exclusión social, inseguridad, corrupción, desplazamiento y migración forzada y más injusticias. Solo almas alienadas y mezquinas, con patológica avidez de poder para provecho propio, se aferran a sus zonas de confort y para ello, en vez de esgrimir sus propias tesis de cambio contra las que les disgustan, utilizan infames maneras para titiritear la opinión y así exacerbar la pobreza de espíritu para que rechace y ningunee las necesarias y grandes reformas que se vienen perfeccionando en el debate público.

En la perspectiva tolimense quien juzga que sus hijos, nietos y jóvenes en general merecen oportunidades dignas, que avergüenza admitir que “punteamos” en desempleo, en ruinosa infraestructura vial y educativa, en mediocridad político-administrativa, etc., entenderá que restaurar al Tolima exige, del liderazgo social, económico y académico, no seguir haciendo lo que dicen hace el avestruz y, asistido por los medios, invite a construir en democracia el modelo social y económico de restauración del Tolima y una fuerza política auténticamente alternativa que, vacunada contra el egocentrismo mesiánico, lidere esa restauración.

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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