Contracorriente (IV)

Alberto Bejarano Ávila

Con plena convicción debo decir que solo reconstruyendo el imaginario o los fundamentes del progreso, los tolimenses podremos encarar con seriedad, responsabilidad y efectividad la disyuntiva entre avanzar hacia un estadio superior de prosperidad, equidad y calidad de vida o porfiar en la nadería promesera o blablablá mesiánico que nos ata a un inicuo círculo vicioso que por años detuvo el tiempo histórico tolimense y que, como en el mito de Sísifo, nos castiga con la tediosa rutina que neciamente creemos válida y hasta progresista, cuando realmente, y sobran evidencias, nos viene forzando a reeditar el pasado. Con franco interés de aportar algo para construir ese imaginario o fundamentación realmente progresista, sigo con la sustentación, por demás apretada, de los cuatro principios atrás planteados.
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Uno. Tolima, territorio histórico, identitario, autónomo y forjador de su desarrollo integral: El sentido de pertenencia o identidad es valor esencial para honrar la visión estratégica del desarrollo y esa identidad solo puede nacer de un tejido territorial de relativa complejidad como es el Tolima y su orografía de 24 mil k2, que nos une por una lejana y cercana historia común (así su construcción sea ajena) que puede exaltar el alma tolimense para que, juntos, tejamos vasos comunicantes y circuitos culturales, productivos, comerciales o económicos en general y así afirmar ese ímpetu competitivo propio de las sociedades constructoras de historia. Es requisito inapelable que los tolimenses conozcamos al Tolima para que la visión de futuro y de ella las ideas y liderazgos que guiarán su construcción sean consistentes, pues ese conocimiento hoy no es nuestra virtud porque la politiquería hizo del Tolima territorio etéreo de 47 mundillos inconexos e incapaces de reconocerse y remar hacia el mismo lado.

El asunto territorial, y los que siguen, son ejes complejos y decisivos para precisar las rutas de la prosperidad tolimense y por ello es de lamentar la carencia de interés y espacios para dialogar sobre ello y, por no hacerlo, continuáremos en esa aletargada y regresiva andadura que ignora la necesidad de vasos comunicantes (un “sistema nervioso central”) que permita crear y compartir un mismo horizonte para reconstruir al Tolima. Por ello ese aventurerismo solitario o coaliciones mecánicas y sin ideas, solo busca cazar votos para obtener privilegios y “vitrina” y de ahí ese populismo que con verbosidad mesiánica promete corregir los males sentidos por la sociedad y que, en vez de convocar a construir modernidad, pinta caricaturas paradisiacas de progreso con tren eléctrico, aeropuerto internacional, progreso irreal y todo ello porque nos negarnos a trazar derroteros correctos para iniciar la redención del Tolima.

La visión del futuro debe encuadrarse en el territorio tolimense con sus 47 municipios y sus veredas, pues con enfoque sistémico de territorio es como logramos coherencia y sinergias para el progreso municipalista, obras de infraestructura, fomento productivo (agroindustria de suyo) etc., que, en suma, es el modelo estratégico de desarrollo. Alguien dijo: “lo que no se conoce no se comprende; lo que no se comprende no se puede querer”. Continúa…

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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