“… Esa es la cuestión”
Una delgada línea divide la crítica objetiva de la crítica casuística y de ahí que, por lo general, la primera deba sustentarse para no descontextualizarla de la historia y para correlacionarla con la ley de causalidad, o de otra forma, criticar y denunciar problema graves por sí mismo no significa ayudar a solucionar la vieja problemática social y, al contrario, paradójicamente así es como, a veces, ayudamos a enraizar la resignación, el desaliento y esa retórica innocua que alcahuetea que el tiempo transcurra sin que nada nuevo ocurra. Por ello hoy, en la luna miel de los neogobernantes, el pasado aconseja esperar lo mejor, pero alistándonos para lo peor, pues pronto sabremos si ellos portan o no, los genes del caciquismo feudal y antiético que desde hace cuatro o cinco décadas paralizó al Tolima, o si llegan imbuidos de una íntegra conciencia histórica para empezar su transformación.