Del lado de quién

Andrés Forero

Las nubes negras que enrarecen el ambiente sobre el proceso judicial por los piques ilegales donde ocupa el rol de imputado el hoy alcalde de Ibagué, Andrés Fabián Hurtado parecieran estar lejos de disiparse.
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A las intimidaciones de las que fueron objeto los operadores judiciales que conocieron en primera instancia las investigaciones y las maniobras dilatorias que amenazan con la prescripción, se suman ahora el contubernio y las dudosas actuaciones de jueces de la República que parecieran tener más interés en despejar el camino de los implicados que en actuar en el marco de la ley. 

No puede ser fortuito que un proceso de semejante connotación, por azar, repose en el despacho de un juez cuestionado, condenado e investigado como lo denuncian los medios por vender sus decisiones y favorecer a terceros. 

Por la misma razón, tampoco es casualidad que haya llegado la absolución para uno de los procesados, allanando camino para el ‘pez gordo’, en un arbitrario desconocimiento de la prueba, sustento principal del derecho. 

Es absolutamente irrisorio escuchar de voz del togado que para el caso nunca hubo riesgos a las arcas del Estado, pero aún más allá que se trató, según sus palabras, de una actividad deportiva responsable, justificada en la inexistencia de escenarios deportivos para el desarrollo de este tipo de prácticas. 

Abre además la decisión del juez del circuito una peligrosa jurisprudencia que licencia a particulares para hacer uso de los bienes del Estado aunque se trate de fines distintos a los naturales, pues no hay lugar a delito. 

Semejante despropósito, tan descarado impulso prevaricador debería mover a la acción con prontitud no solo al Consejo Superior de la Judicatura sino también al Ministerio Público como representación de una sociedad ávida de justicia que reclama todos los días espíritu combativo de las instituciones contra la impunidad. 

Estas desafortunadas conductas que manchan la maltrecha imagen del aparato judicial explican por qué en sondeos como ‘Mi voz mi ciudad’, revelado recientemente por Ibagué Cómo Vamos, el 76, 3% de los ciudadanos confíe poco o nada en el sistema y el 36% crea que su principal problema es la corrupción. 

Aunque parezca un saludo a la bandera, desde la civilidad seguiremos reclamando insistentemente una justicia efectiva y responsable antes que una mafia empoderada de los estrados, que se prostituye al mejor postor, arropados bajo un grotesco concierto para delinquir con marcados tintes políticos. 

Si hay jueces que prefieren la seducción de las coimas y los favores particulares antes que impartir justicia con objetividad, que cuelguen su toga y se dediquen a la politiquería de esos carteles electoreros que prometen saciar sus oscuras ambiciones. 

ANDRÉS FORERO

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