Viajar en el tiempo

Andrés Forero

Hay un nuevo e imperdible atractivo que deja el gobierno Duque en las carreteras del país.

Si su deseo es viajar en el tiempo, solo debe programar un recorrido entre Bogotá e Ibagué.
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La aventura le remontará a aquellos tiempos de la década del 90 cuando hacer ese mismo itinerario, bordeando las curvas del Sumapaz y la Nariz del Diablo, en ambos sentidos, representaba poco más de seis o siete horas.

 La dicha de la doble calzada inaugurada con bombos y platillos duró poco, al menos en la variante de Melgar. La frecuente caída de rocas obligó a programar cierres y desvíos hacia la zona urbana.

 La inestabilidad de una falla geológica y la masiva movilización de vehículos que acabó por colapsar la vía empeoró el panorama durante los fines de semana y puentes festivos.

 Surgió entonces como una luz en el camino la construcción del tercer carril hasta Girardot  y la adopción de un plan desde la ANI para estabilizar taludes. Obras que además coincidieron con labores de mantenimiento al túnel Guillermo León Valencia con secuenciales pasos a un solo carril.

Como se diría coloquialmente el remedio resultó peor que la enfermedad. La falta de previsión en la ejecución a cargo de la concesión Vía 40 acabó por infartar el carreteable con múltiples cortes, prolongados estancamientos e insoportables demoras que traumatizan todas las actividades de los usuarios de la vía.

Tener varios frentes de obra en múltiples puntos y no avanzar escalonada y progresivamente, como en otros casos, hace que prácticamente todo el recorrido esté comprometido.

Para algunos pueda parecer algo simplemente anecdótico, pero la realidad es otra. El desbarajuste de este importante eje vial que conecta a la capital con el occidente del país retrasa los procesos de entrega y transporte de mercancías e insumos, pero además va en detrimento de los esfuerzos de reactivación económica de sectores como el turístico.

Con una consideración más: a diferencia de otras regiones de Colombia el transporte aéreo bajo el monopolio de un único operador, tampoco resulta ser una alternativa económica, cuando un solo itinerario llega a costar en algunos casos lo mismo o incluso más que un boleto a Miami.

Sin excepciones, ni siquiera para la temporada de festividades, muy a pesar de que la secretaria de desarrollo económico de Ibagué, Alba Lucía García anunció tarifas especiales que fueron fantasía y nunca estuvieron disponibles.

Así las cosas, la nueva clase parlamentaria que se posesionará el 20 de julio, las bancadas de Tolima y Cundinamarca en el Senado y la Cámara de Representantes están llamadas desde ya a ponerle el pecho a la brisa y ejercer control político a las instituciones del Estado involucradas en este asunto para que se adopten medidas que garanticen la celeridad en los trabajos y se traduzcan  a su vez en alternativas reales a los problemas de movilidad.

Lo que está en juego a ciencia cierta es parte de la competitividad de la región y con ella las oportunidades de generación de ingresos de muchas familias.

Porque más allá de las expectativas futuras que compensen las incomodidades actuales, en últimas como bien lo definió la senadora Aida Avella, en una de sus publicaciones en redes sociales a la doble calzada entre Bogotá y Melgar lo único que le funciona son los peajes.

ANDRÉS FORERO

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