Una ministra minada

Andrés Forero

No sorprenden las afirmaciones de la representante a la Cámara Olga Beatriz González, cuando defiende con tanto ahínco a la tristemente célebre ministra de Minas y Energía, Irene Vélez.
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Y digo, no sorprende, primero porque para nadie es un secreto su íntima cercanía al petrismo y segundo porque durante la campaña electoral, la señora González experimentó en carne propia lo que llamaríamos bullying político de sus opositores.

Sin embargo, el contexto de la Ministra humanista es distinto y no puede equipararse o pretender bajarle el tono para hacerlo ver como un descalificante asunto de género.

En primera instancia, hay que decir que, cuando alguien asume dar un paso a la escena de lo público, firma el consentimiento para exponerse a la observación permanente con todo y lo que ello traduce.

La crítica aguda, la sorna, el aplauso y la posverdad, esa dimensión donde se tiñe de mentira la realidad, descartable para el caso de la Jefe de la cartera de Minas y Energía ante el contundente peso de su propio dicho.

No es misoginia, ni machismo, que la sociedad cuestione la idoneidad de una servidora pública, sobre la que reposan responsabilidades tan importantes como el futuro energético de la nación.

Tampoco lo es que este gobierno que se hizo elegir bajo las banderas de la pulcritud y la decencia, haya afanosamente modificado los manuales de contratación para poder posesionar a una filósofa, en un cargo pensado para alguien, como mínimo con reconocimiento dentro del sector, que transmita con responsabilidad mensajes de confianza, certeza y tranquilidad, incluso a los mercados accionarios.

No, señora representante, no es una banalidad que un ministro de gobierno ande por ahí entregando declaraciones públicas sin conocimiento de causa.

Confundir 10 con 10 mil sí hace la diferencia, en especial cuando se refiere a la salud de las finanzas públicas. También las privadas o ¿imagina que al balance anual de su emporio de apuestas y azar le restaran por error unos ceros a la derecha?

Un mensaje mal informado, podría ser causa incluso de pánico económico, en esta sociedad mediatizada donde lo que se difunde y se hace viral influye en casi todos los ámbitos.

Más allá de su gobiernismo apasionado, no se puede confundir matoneo con el derecho legítimo de la prensa a indagar sobre las propuestas que emergen de quienes tienen la representación de la institucionalidad.

Y es una obligación, no un favor, plantarle cara a los periodistas para aclarar o sustentar sus afirmaciones, por profundas, teóricas, vanguardistas o eruditas que estas sean, sin importar si las inquietudes que se le formulen vienen contenidas en una o 20 preguntas.

No se trata de que sea un hombre o una mujer, tampoco es una persecución personal, pero evidentemente sí es un asunto político.

Se trata del ejercicio legítimo de poderes y contrapoderes sobre el que este gobierno puede dar cátedra, al emplear sin desdén, todo su arsenal mientras estuvo del lado de la oposición. 

Con suficiente experiencia y conocimiento de causa, el petrismo debería haber evitado en tan poco tiempo al frente de la conducción del estado, predecibles e ingenuas equivocaciones como estas.

No le queda nada bien a una fuerza política que dice tener la aceptación popular, utilizar alfiles como usted para salir a vociferar en busca de culpables, cuando los únicos autores de sus desaciertos son quienes desde allí han sido empoderados.

Más absurdo aún es salir a implorar piedad y respeto por los servidores de alto nivel, como si se tratara de un gabinete de cristal cuando la sociedad entera conoce y recuerda cuál era el tono de los calificativos, las declaraciones y expresiones utilizadas por ellos mismos frente al ejecutivo antes del 7 de agosto del 2022.

Sobre su vehemente intervención en el Congreso de la República, en la que acogió con tanta aceptación la teoría del decrecimiento de la ministra Vélez y habló de capitalismo desbordado, los tolimenses esperamos que siendo coherente empiece a aplicar esos mismos conceptos a sus negocios personales que no propiamente son un ejemplo de equidad social, igualdad, generación de riqueza para los más pobres, ni democratización de la propiedad privada sobre las que tanto insiste el presidente Gustavo Petro.

Una sugerencia para el cierre, representante González: controle sus emociones y evite empeñar el nombre de los tolimenses, buscando protagonismo u obtener réditos sobre sus intereses personales ante el gobierno nacional.

No estaría tan seguro que sus afirmaciones, por diplomáticas que sean, resulten correctas. Decir que en esta tierra se respalda y admira al unísono la gestión de la Ministra de Minas, desconoce el veredicto de 388 mil 640 ciudadanos que votaron mayoritariamente por una opción de gobierno distinta a la izquierda representada por el Pacto Histórico, tal y como lo certificó la Registraduría Nacional del Estado Civil en las elecciones del domingo 19 de junio.

Con este último pensamiento y en palabras de su defendida "esto se acaba aquí" (Vélez, 2022)

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ANDRÉS FORERO

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