Réplica: ¿Ibagué Evolucionó?

Andrés Forero

Después de la muy producida rendición de cuentas del alcalde de Ibagué, Andrés Hurtado y ante la ausencia de una oposición seria que lo controvierta públicamente, hay que decir que quedan más dudas que certezas.
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Aunque el mandatario calificó su ejecución, en el último Consejo de Gobierno del año, como extraordinaria, en el plano de las realidades, la gestión está muy por debajo de las expectativas, incluso de sus electores.

Más allá del escenario pandémico y pospandémico que naturalmente constituyó un tropiezo para la gerencia pública, la administración municipal se divisa paquidérmica, inestable políticamente, inoperante y en algunos casos ausente. 

Algunos dirán que, como en el caso de la seguridad, es un asunto de percepción y quizá tengan razón, porque la ausencia de autoridad y el desgobierno son más visibles en las calles. 

Prueba de ello es que hoy en algunos puntos neurálgicos para la movilidad de la ciudad como la calle 60 con avenida Ambalá, el tráfico lo estén regulando particulares o que cuadrillas, también de ciudadanos rebuscadores, sean quienes con sus propios recursos salgan todos los días a la cacería de huecos para hacer el trabajo que le corresponde a la institucionalidad. 

No se podrán negar los aciertos, en medio de controversias legales, de la terminación de dos de los escenarios deportivos de los frustrados Juegos Nacionales 2015, pero esas acciones terminan opacadas cuando se hace un examen global a los temas que le duelen a Ibagué.

Es notoria la ausencia de estrategias y políticas reales para la generación de empleo y el fortalecimiento de la competitividad que permita a su vez la llegada de nuevas empresas a la capital del Tolima.

Inversiones en infraestructura que mejoren la transitabilidad, el acceso a la salud y la educación en zonas de expansión como la Arboleda del Campestre donde la Unidad de Salud recientemente inaugurada, es hoy una bodega vacía y cerrada y el megacolegio proyectado, una obra a medio hacer, como otras de las instituciones educativas financiadas desde el fondo FFIE sobre las que la Procuraduría puso sus ojos por incumplimientos en los plazos.

El alcalde Hurtado también debería haber incluido en su informe el estado de abandono en el que se encuentra el parque Centenario, después de abortar la transacción comercial con la que se pretendía entregar el espacio público a particulares y para la que se depredaron las legendarias Ceibas que hacían parte del patrimonio ambiental de la ciudad.

Así como el estado del proceso del intercambiador vial de la 60 con carrera Quinta, obra presupuestada hace dos años en 40 mil millones de pesos, pero que hoy podría costar el doble, dado el encarecimiento en muchos de los insumos del sector construcción que sin embargo, pareciera estar en lista para adjudicación a efectos de poder ejecutar el recurso originalmente dispuesto.

Pero definitivamente, las diapositivas que se le embolataron a la administración en su mentado estado de las cosas fueron las relacionadas con la salud de las finanzas públicas.

En 2020 esta administración adquirió cupo de  endeudamiento por 105 mil millones de pesos, argumentando toda una revolución hacia la Ibagué moderna, de los cuales a noviembre del 2022 se habían desembolsado apenas 36 mil.

Una demostración de responsabilidad frente a la inversión, dirán los defensores a ultranza de la administración Ibagué Vibra, de no ser porque en 2021 se tramitó ante el Concejo Municipal otro cupo de endeudamiento por 60 mil millones de pesos, 27 mil de ellos con destino a la denominada Operación Centenario que al final debieron ser redireccionados a recuperación de malla vial urbana y rural y mantenimiento de la concha acústica y zonas verdes aledañas.

En resumidas cuentas, como calculan los expertos, al cierre del 2023 que está por comenzar, el endeudamiento de Ibagué fácilmente podría llegar a los 223 mil millones de pesos.

Dineros que parecieran el lanzamiento de una piedra a la luna, pues además de la calle 103 y la obligada recuperación de un tramo de la avenida octava entre calles 15 y 19, después del hundimiento de un carro recolector de basuras, es poco lo que se puede ver como indicador de desarrollo.

Lo ojos ciudadanos deben estar vigilantes para que los rubros aún no desembolsados no acaben siendo el capital con el que se financien campañas y candidatos desde la Administración.

Sin duda, quien aspire a ser el próximo gerente de esta ciudad debe saber cuál es el panorama al que se enfrenta y poner a prueba toda su creatividad y pericia para evitar la inviabilidad financiera, en medio de un cúmulo de necesidades, del reclamo sentido de ciudadanos que aunque pagan puntualmente sus impuestos ven todos los días, más allá del perímetro de La Samaria una ciudad desbarata y en abandono, muy por encima del discurso oficial.

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ANDRÉS FORERO

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