¿Una percepción ciudadana que (no) acompaña los datos institucionales?

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

Hace pocos días salieron dos informes significativos para la ciudad de Ibagué y su desarrollo económico y social planeado a corto, mediano y largo plazo, que constituyen los indicadores de las acciones que debería tomar la Administración Municipal. Por un lado, “El análisis de resultados - Encuesta virtual. Primera fase 2021” de “Ibagué Cómo Vamos” y, por el otro, el “Índice de Competitividad por Ciudades 2021”. Vale la pena revisarlos por lo contraevidentes que pueden ser sus resultados y sus interpretaciones, debido a que un hecho indican las encuestas y la percepción ciudadana –es el caso de la encuesta virtual de Ibagué Cómo Vamos- y, otro, los datos “duros” que provienen de fuentes oficiales -instituciones gubernamentales y entidades multilaterales- y que no corresponden a encuestas de percepción –tal es el caso del Índice de Competitividad por Ciudades-.
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De los temas allí analizados, hay unos que me llaman poderosamente la atención, o bien por lo disímiles de los resultados –aquí debemos tener en cuenta que las diferencias pueden estar dadas debido a que uno es de percepción y el otro es de datos y a su vez el de los datos depende de la metodología- o bien porque aún bajo la interpretación que, los dos, apuntan en la misma dirección, - lo que podría explicarse por el peso porcentual de cada indicador-, lo cierto es que la “mejora” en el índice de competitividad no tiene impacto real en la calidad de vida y en la percepción ciudadana. Veamos por qué:

La mejor posición en el índice de competitividad, estuvo, entre otras, en “educación superior” y en “el entorno para los negocios” –¡aún cuando en este último estamos en el puesto 23!- y, por otra parte, en la encuesta de “Ibagué Cómo Vamos” que preguntó acerca de la educación superior y la percepción de la corrupción –hablamos de corrupción como el primer (des) incentivo para atraer la inversión, es una relación causa-efecto en el entorno de los negocios-, los resultados son negativos.

Según el Índice de Competitividad por Ciudades 2021, en el pilar de educación superior, Ibagué subió 2 posiciones, pasando del puesto 13 al 11 y en el pilar de entorno de los negocios, la ciudad “mejoró” 3 puestos, saltando del lugar 26 al 23.

De otra parte, en “El análisis de resultados. Encuesta virtual –primera fase 2021” de “Ibagué Cómo Vamos”, ante la pregunta: “¿Qué tan satisfecho(a) está con la educación superior que usted recibe?” El 27,4% está insatisfecho, -muy alto-, esto sin contar el número de personas que han desertado de la Universidad o simplemente no han podido ingresar a esta. Y, ante la pregunta, “Durante el último año, el nivel de corrupción en Ibagué?”, el ¡50,6%!

Considera que ha aumentado. Y eso que no entramos a hablar de salud, que está en top 3 de los temas a los cuales, según los encuestados, debería prestarle atención la alcaldía y que en el Índice de Competitividad por Ciudades, se subió 7 puestos; poco impacta la gestión al ciudadano. 

La cuestión no es de poca monta, hay una percepción ciudadana que no acompaña los datos institucionales. Claro, también puede ser, ya lo mencioné anteriormente, el peso porcentual y la metodología de cada ítem analizado en el Índice de Competitividad, que lleva a mostrar una mejoría en los indicadores, de manera formal, aún cuando el panorama real sigue siendo desalentador.

En ambos casos el asunto es absolutamente relevante para el futuro de la ciudad, pues la corrupción, como eje principal de este análisis, desincentiva los altos estándares educativos, el aumento en el nivel de educación en cada persona y reduce los incentivos para hacer negocios en el territorio. 

 

CAMILO ERNESTO OSSA

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