¿Y la gestión de ciudades para enfrentar el cambio climático?

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

En la pasada cumbre de la COP26 celebrada en Glasgow, se establecieron unos compromisos por parte de algunos de los países que participaron, de lo cual quiero destacar una conclusión fundamental y que debería ponernos a pensar, desde ya, en la gestión de las ciudades para enfrentar el cambio climático.
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“Más de 30 países, 100 empresas y regiones se comprometieron a eliminar los autos de combustión para 2035, entre estos, los principales fabricantes de automóviles, como Estados Unidos, China, Japón, Alemania, General Motors, Ford, Mercedes Benz y Volvo”. Lo que supondría que en un periodo de 14 años los vehículos de gasolina y diesel dejarán de ser fabricados y se reemplazarán por vehículos de cero emisiones.

Esto, claramente, va aparejado a la necesidad de iniciar una transición energética que nos permita afrontar las demandas de un nuevo mercado basado en una nueva realidad. Junto a esta conclusión de la COP26, también está el “acuerdo entre 11 gobiernos nacionales y subnacionales para poner fin a la concesión de nuevas licencias para la exploración y explotación de petróleo y gas en sus territorios y a la eliminación paulatina de las ya existentes con una iniciativa llamada Beyond Oil and Gas Alliance”.

Dos decisiones con profundas incidencias para combatir el cambio climático –los expertos han señalado que, aún cuando es insuficiente, es un avance para reducir el calentamiento global-, frente a la primera, es claro que en el mediano y largo plazo, resulta inviable concebir las ciudades de la forma como lo hacemos en la actualidad y se requerirá, por lo tanto, empezar a gestionar las ciudades y su movilidad bajo vehículo o modos de transporte que prioricen las energías limpias; el ejemplo más próximo es la bicicleta y los vehículos eléctricos, abandonando, en estos últimos, la visión “egoísta” del vehículo individual y generando incentivos para la utilización del transporte público o privado de manera colectiva.

Frente al uso de la bicicleta, Ámsterdam es un claro ejemplo de la gestión de la movilidad y planificación urbana que privilegia el medio ambiente, las zonas protegidas y el uso de energías limpias –aproximadamente el 60% de sus ciudadanos usa la bicicleta a diario-.

Por otro lado, poner fin a las concesiones de licencias para la exploración y explotación de petróleo y gas, es trascendental, pues, en primer lugar, es un mercado dependiente –en doble vía- de la venta de vehículos a gasolina y diesel, pero por el otro, es una acción directa para la protección del medio ambiente, que ocasionará que países como Colombia, a la par del proceso de transición energética, deba buscar nuevas formas de generación de recursos, pues el petróleo y el gas llega a representar hasta el 5% del PIB nacional.

Finalmente habría que señalar, frente a la discusión actual, entre transportadores y gobiernos nacional y local de Ibagué, relacionada a la escogencia del tipo de vehículo para el Setp, esta quedaría zanjada, por un lado, porque no sería viable financieramente aprobar el uso de vehículos diesel –incluso el llamado Euro VI- cuando será necesario cambiarlo en un periodo de 14 años - término inferior a la vida útil del mismo- y, por el otro lado, iría en sentido opuesto a la visión global sobre el medio ambiente.

 

CAMILO ERNESTO OSSA B.

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