De las estrategias y el mal gobierno

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

El estado de las vías es un componente determinante en la movilidad, la accidentalidad y la productividad de la ciudad. Afecta, aunque en distinto grado, al transportador, peatón, empresario y trabajador. El mantenimiento oportuno y de calidad, que incluya señalización y semaforización, puede hacer la diferencia con la visión de caos que percibe el ciudadano. Es tan relevante que universalmente se reconoce su papel decisivo en la estructuración de una ciudad amable.
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El deterioro vial, (incluye andenes y ciclorrutas), viene de años atrás, hay necesidad de acometer su mantenimiento; sin embargo, asumirlo concentradamente en un periodo corto, interviniendo en simultánea vías estructurantes, principales y secundarias, con lo que parece ser la estrategia de dejarlo para el último año de gobierno, pensado con fines electoreros, puede tener resultados adversos y dañinos para la comunidad, incluso más graves que los que se pretende resolver con el arreglo vial, en cuanto la movilidad se verá mas afectada y, de paso, en la calidad de las obras.

Esta actividad, el mantenimiento vial, debe ser una política de ciudad y desarrollarse durante todo el término de gobierno, con visión de continuismo y despojada de fines politiqueros. Es importante que la ciudadanía sepa que la pavimentación de las vías es una función connatural al ejercicio de administrar una ciudad, de hecho, es competencia de una secretaría de despacho y debe ser, como se dijo, permanente y continua. La teoría económica ortodoxa señala que los votantes, los políticos, grupos de presión o funcionarios que administran una ciudad, se mueven con el objetivo de satisfacer sus propios intereses –es obvio, nada nuevo pensamos todos- y los que administran, ejecutan acciones donde más rendimiento hay (eso dice la teoría), lo interesante es tratar de hacer coincidir los intereses de cada uno de los actores en el proceso de formación de una administración –ciudadanos (votantes), candidatos, funcionarios, etc.-.  

Hace algunos días leí una noticia en la que se señalaba que, al parecer, el plan de intervención vial y la decisión de dejar para las postrimerías del gobierno, esta acción, era de carácter eminentemente político electoral, bien por el hecho que necesitamos que se tapen todos los huecos de la ciudad, pero mal por la “perversa” motivación. La semana pasada salió la encuesta de percepción ciudadana 2022 de Ibagué Cómo Vamos y quiero detenerme en dos aspectos altamente dicientes para la saliente administración, por un lado, ha sido tanta la dejación de la malla vial de la ciudad (de muchos años atrás) que el 42 % de los encuestados manifestó estar muy insatisfecho con las vías de su barrio, cifra a la cual le podemos sumar el 17 % de poco insatisfecho. 

De otro lado, según la misma encuesta, el 52 % de los consultados tiene una imagen desfavorable del alcalde, el 38 % considera que su gestión ha sido mala y el 45 % la califica como regular y, para mayor contrariedad de la administración, el 43 % está insatisfecho con la forma como se invierten los recursos públicos de la ciudad. La opinión pública ha evolucionado en su percepción de una administración (incluso para calificarla como “buena” o “mala”) y la vieja tesis del “cemento” ya no funciona, el mismo informe, ante la consideración de la congestión vial, a todas luces acrecienta el inconformismo ciudadano (el 73 % de los encuestados, manifestó que sus trayectos, en el último año, toman más tiempo), seguramente podrá resultar más “costoso” para los ibaguereños el statu quo político local.

 

 

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Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

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