Hambre e inseguridad

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

Salió la encuesta Pulso Social del Departamento Administrativo de Estadísticas –Dane- (periodo de referencia: diciembre de 2022) y quiero detenerme en un aspecto puntual que según la Encuesta de Percepción Ciudadana de Ibagué Cómo Vamos, es el séptimo “tema principal al que, según los ciudadanos, debería prestarle más atención la Administración de Ibagué”, la seguridad. Pero revisemos las causas principales y la consecuencia del problema que, según los datos arrojados por el Dane, inciden en materia de inseguridad en nuestra ciudad.

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Primero, (causa 1) he insistido en ocasiones anteriores al señalar (y es importante seguirlo haciendo para concientizarnos) que el principal problema de Ibagué es uno de contenido económico (empleo, inversión y oportunidades para resumir) que trae aparejado (causa 2) un problema de inseguridad alimentaria (hambre) y que implica, como consecuencia, un aumento en los indices de inseguridad; pero miremos un poco más esta segunda causa. Como resultado arrojado en la encuesta Pulso Social, en Ibagué, a diciembre de 2022, el 64,8 % de los hogares consumen tres comidas diarias, esto es, ¡un 35,2 %! De los hogares en el municipio no pueden acceder a los “tres golpes” diarios, toda una bomba social que se hace necesario desactivar.

Segundo, (consecuencia) la inseguridad ciudadana, que ante dicho panorama (inseguridad alimentaria), hay una correlación en determinado tipo de delitos como por ejemplo el hurto y el microtráfico, pero también en ciertas conductas que afectan el desarrollo de los niños, niñas y adolescentes como es el consumo de estupefacientes (todo esto, a la final, un caldo de cultivo para las bandas criminales). El mismo Dane encontró, en la encuesta ya referida, que, en Ibagué, el 40,5 % de los encuestados se siente inseguro caminando de noche y el 46,4 % lo está, caminando de día.  

También hay problemas estructurales de la ciudad, que alimentan la percepción de inseguridad, más allá de los ya referidos de corte “social” y es, por un lado, el relacionado con los sistemas de vigilancia (cámaras de seguridad), que, en el cuatrienio anterior hubo una inversión superior a los 11 mil 500 millones de pesos entre el Ministerio del Interior, la Gobernación del Tolima y la Alcaldía de Ibagué, para la instalación de 200 cámaras de seguridad, que, a la fecha, no todas están en funcionamiento (no estaría de más una vistazo de los órganos de control para indagar qué pasó con la inversión de esos recursos públicos). Hay que recuperar esas 200 cámaras (funcionales) y adquirir, por lo menos, otras 300, integrándolas con todas las cámaras de vigilancia privada, con un efecto disuasorio, principalmente en los delitos de alto impacto como el homicidio y el hurto violento, pero también para reducir la impunidad en la captura, persecución y judicialización del delincuente.     

Y, por el otro lado, el equipamiento urbano (luminosidad) estado de los bienes y espacios públicos  y los incentivos a la apropiación ciudadana (incluidos los deportivos, de diversión y esparcimiento, que, por cierto, poco interés de esta administración en el mantenimiento se ve), necesitamos recuperar el valor del espacio público y el sentido de apropiación ciudadana de nuestro entorno y nuestro territorio. En esto también hay que invertir.  

CAMILO ERNESTO OSSA B.

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