(In)competencia

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

Salió, la semana pasada, el Índice Departamental de Competitividad elaborado por el Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario y, el Tolima, junto al Meta, fue uno de los departamentos que más descendió (2 lugares) en el ranking, pasando del puesto 11 al 13. Esto nos tiene que llevar a poner sobre la mesa el deterioro en el desempeño competitivo del departamento.
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Las caídas, se dieron en los pilares de: instituciones, infraestructura, adopción de Tic’s, salud, entorno para los negocios, educación superior y formación para el trabajo, mercado laboral, tamaño del mercado, sofisticación y diversión e innovación.

Un Tolima marcado por una fuerte crisis económica y este índice hay que leerlo en conjunto con el informe del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas –Dane- que arrojó, según la Gran Encuesta Integrada de Hogares -GEIH-, que el Tolima ocupó, para el 2022, la segunda mayor tasa de desempleo por departamentos a nivel nacional, solo detrás de Cesar, con el 15,7 %.

Miremos unos aspectos puntuales del informe.

Primero, en materia de servicios públicos, en cuanto al acueducto, tenemos que, el porcentaje de hogares con suscripción al servicio, en el Tolima, es del 56 % y en descenso en relación al año 2022. Sin embargo, en alcantarillado, el panorama es peor, porque tan solo el 49,6 % de hogares cuenta con suscripción al servicio.

Segundo, infraestructura. Por cada 100 km cuadrados de superficie a cargo del departamento, solo 3,8 km están pavimentados y, de esos 3,8 km por cada 100 km pavimentados, ¡el 34,6 %! está en buen estado, qué barbaridad.

¿Nos preocupamos? Yo creería que sí, básicamente por lo siguiente, por un lado, los estériles esfuerzos por un desarrollo económico que necesita el departamento –hay que combatir esa mezcla de ausencia de oportunidades y desempleo que padecemos-, que además sea la clave para avanzar en la construcción y satisfacción de nuestras necesidades básicas, como por ejemplo la prestación eficiente y oportuna de los servicios públicos –algo que se ha venido desnudando, ya de tiempo atrás, como una carencia profunda que vivimos en relación al suministro de agua potable-.

Por otro lado, las vías, como recursos artificiales y que es uno de los elementos que contribuyen a la generación de riqueza y con unos rendimientos económicos bastante altos, por esa razón no debería haber escasez en este tipo de inversiones. No se puede desconocer que hay un “path dependence” entre infraestructura (vías) y desarrollo.

Tercero, el Índice de Conectividad Aérea, es de los más malos del país, solamente estamos mejor que Putumayo, Guainía, Arauca y Vichada, y peor que departamentos como Chocó, Vaupés y Guaviare y, para los que se ufanan, como cuarto aspecto puntual del informe, les cuento que, en materia de inversión en salud pública, esta es baja, no solo en el 2022, ha sido baja también en el 2020 y 2021. El Tolima tuvo una inversión per cápita durante el 2022 de 20 mil pesos aproximadamente (20,95 según el índice), ubicándose el puesto 27 de 32. (En el año 2020, de pandemia, estuvo en el puesto 30 de 32).

Richard Posner dice que “[E]n un mundo de recursos escasos, el desperdicio es inmoral”, y la incompetencia también. 

CAMILO ERNESTO OSSA B.

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