Mi actuar acorralado (5)

Federico Cárdenas Jiménez

… El sitio era realmente un escenario complejo y no entendía cómo había logrado encajar allí en medio de tanto exceso. Bebieron y bebieron y metieron coca la que quisieron y la cerveza mía finalmente pude dársela a uno de ellos y pedir otras pero con la condición de ser destapadas frente a mí. De repente se sentó a mi lado un personaje, medio sobrio, que me dijo: usted es escritor ¿cierto? Yo quiero que escriba sobre mí…

¿Y eso por qué? ¡Cuénteme, por qué habría de escribir sobre usted!, le dije... Corrió más su silla hacia mí, acercó su rostro para que lo escuchara claramente y comenzó diciéndome que él se consideraba muy diferente a los que estaban en este bar, “… todos aquí se drogan por drogarse –me dijo- usan las drogas mecánicamente… mire, yo pienso que hay una angustia de vivir ¿si me entiende? de vivir en medio de un espacio como éste, este mundo, con esta gente… y uno quiere algo que sea distinto, que supere este nivel de carne y que vaya a otros niveles de sensibilidad y de, digamos, pureza y ahí empieza todo…”, se tomó su cerveza y pidió otra tanda para los dos… ¡o sea que usted cree que las drogas son buenas! –le dije-…

Nos retiramos hacia un balcón que había en el bar para alejarnos un poco de la estridencia. “Es difícil decir si son buenas o malas –respondió- porque cada quien tiene una perspectiva respecto a ellas, cada quien siente algo diferente cuando hace uso de ellas, entonces complicado generalizar ese gusto; a mí me han llamado mucho la atención sus efectos, es muy chévere sentirse de otras formas y por experiencia propia sé que a través de ellas se pueden lograr otras cosas, otro lenguaje simbólico, aunque también me he dado cuenta que han afectado muchos espacios de mi vida, entonces ¡uy sí! tienen algo de nocivo, tienen algo que daña… tampoco para decir que todo el mundo tiene que probarlas o debería probarlas, ¡no! porque es algo muy individual, eso es muy subjetivo, yo tengo muchos amigos a los cuales no les gusta el olor y por eso ni siquiera la prueban, algunas personas van a ser más sensibles a unas sustancias que a otras ¿si ve? dependiendo de los gustos y de su fijación hacia eso o qué es lo que usted quiere buscar con eso… si fuera para fines de expedición interna yo creo que debían todos probarla porque ahí sí se entendería esa relación con las drogas…”. Prendió un bareto y siguió hablando…

“… Cuando usted consume marihuana por ejemplo ella le da una conciencia sobre el entorno y sobre usted mismo, y he podido comprender muchísimas cosas de mi vida también… entonces en ese sentido, es como un tipo de reconocimiento, de resignificación del sujeto… de resto me parece banal, me parece que pierde sentido, aunque muchas personas lo ven por ese lado… a veces cuando fumo yerba, me siento como dos veces, me siento doble y que puedo hacer muchas cosas y mi energía aumenta… pero hay personas que lo ven por el lado que los vuelve más activos y que van a rendir más en alguna actividad, o sea, como si le atribuyeran a eso una acción divina y que si usted lo hace es capaz de otras cosas que tal vez estando fuera de ello no sería capaz, entonces esas concepciones aparecen ahí, la misma sociedad las crea, pero por ese sentimiento individual cada quien le da una apreciación diferente… y que de ahí se disparen un poconón de cosas tal vez por su inconsciente y empiece a hacer muchas cosas al tiempo y a desarrollar otras actividades que de pronto no lo hace normalmente, es distinto…”.

¡Ah sorpresa! la que me llevé con este personaje que exhibió su biografía permeada toda por las drogas, por actos delictivos, entradas a la cárcel, enfrentamientos a bala y que remató la conversación diciendo: “yo quiero ser el próximo Pablo Escobar Gaviria”.

federic.cj@gmail.com

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