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Un periódico que surgió en 1992 gracias a la iniciativa y compromiso de un pequeño grupo de empresarios locales visionarios, que asociados con empresarios de medios de otras regiones, conocían la necesidad urgente de que el Tolima contara con un medio de comunicación propio que hiciera de su acontecer el centro de interés. Un periódico que nos permitiera conocer a profundidad cuanto ocurre en nuestro terruño, cuanto tiene y cuanto le falta y, sobre todo, cuánto podemos y debemos hacer unidos para avanzar hacia un desarrollo equilibrado que beneficie a quienes nacieron en esta tierra, a quienes han llegado a contribuir y disfrutar de este entorno y al país en su conjunto. Y que, además, le permita constituirse en referente del cultivo de valores éticos, de pujanza de su economía y cultura.
Tenían claro los fundadores, que acceder a información completa, veraz y oportuna sobre la región es la mejor forma de reconocernos, de identificar cuanto nos une, de precisar y respetar las discrepancias, de fortalecer la identidad regional, de hacernos sentir y conocer; de potenciar y divulgar tantas cosas buenas que tenemos y trabajar para superar las carencias y problemas que enfrentamos. Que disponer de información pertinente sobre el entorno nacional e internacional en el que nos movemos y nos impacta, es un imperativo para superar falencias y aprovechar oportunidades; siempre, por supuesto soportados en valores éticos irrenunciables.
Sus fundadores sabían que era un gran desafío, que su sostenibilidad era un reto que les implicaría aplicar enormes esfuerzos, que asumieron con entereza y, sobreviviendo a dificultades de diverso tipo, lograron mantenerlo y cumplir una valiosa tarea. Pero los periódicos en formato impreso han cumplido su ciclo en muchos entornos, y los tiempos cambiantes, signados por el vertiginoso avance de la tecnología y la intensa y veloz penetración de la virtualidad en la forma de comunicarse han hecho imperativo optar por esa modalidad. Por ello, el día 29 de noviembre cuando se conmemoraron 32 años de su surgimiento, se hizo el cierre formal del formato físico y el lanzamiento de El Nuevo Día–Digital. De ese modo el periódico “se pone a tono con los tiempos” y espera lograr una cobertura muchísimo más amplia, sin fronteras, que demanda el compromiso de la comunidad para posibilitar el éxito que le permita la supervivencia en medio de una dura competencia.
Son retos nuevos y muy exigentes, que incluyen la competencia con esa descontrolada profusión de medios y redes de comunicación de muy diverso tipo, que circulan y hasta abruman a los supuestos lectores, y que incluye no solo medios profesionales y serios sino, también, otros que hacen mucho daño, como las llamadas “bodegas” que divulgan información basura, falsa, morbosa, de la que se apropian inclusive la delincuencia y personas inescrupulosas que solo buscan el lucro, amenazan la democracia y atentan contra los valores más sagrados de la humanidad. Corresponde especialmente a los tolimenses residentes en este entorno y en otros lares, comprometernos con el éxito de este nuevo desafío, que solo puede generarnos beneficios, si lo apoyamos con entusiasmo.
Para quienes hicieron parte de la primera jornada del periódico físico y para quienes les suceden en la etapa que inicia, tanto inversionistas, como directivos, equipo administrativo y periodistas, un gran aplauso y nuestra expresión de gratitud por el valioso trabajo realizado, por su compromiso y dedicación y por asumir con entereza las dificultades que se interponen en el camino. Su mérito es grande y también nuestra admiración. Buen tiempo y buena mar en esta nueva etapa.
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