Al caído, caerle

César Picón

No es que al uribismo se le haya despertado la sensibilidad social para pensar en los más pobres y desposeídos, sus acciones habituales no han demostrado ese carácter, lo que pasa es que nunca antes había visto tan amenazada su permanencia en el poder que ahora propone una reforma tributaria que, a expensas de la empobrecida clase media, promete ampliar programas sociales que seguramente espera ver retribuidos en votos.
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No es gratuito que en plena época preelectoral quieran adoptar justamente las propuestas que tanto despreciaron porque supuestamente venían de la oposición, esas que reclamaron los ciudadanos en las protestas callejeras y paros del año 2019 y que ninguna respuesta positiva obtuvieron por parte del Gobierno después de la eterna e inútil “conversación nacional”.

Asumir una agenda social para salvarse de una debacle electoral a costa de empobrecer a la gente mas golpeada por la pandemia no tiene ningún mérito, distinto sería que el Gobierno se diera la pela por una reforma que apuntara a desmontar las excesivas gabelas que tienen los poderosos grupos económicos del país y a repartir mejor las abultadas ganancias del sistema financiero, pero para allá ni se atreve a mirar.

La mayor parte de la clase media colombiana es vulnerable, puede caer nuevamente en la pobreza ante cualquier cambio repentino de sus ingresos, como en efecto está sucediendo. La alta informalidad y la inestabilidad laboral (exacerbada en la pandemia) tiene al borde del abismo económico a millones de familias. Aun así, el Gobierno pretende que cualquiera que gane mas de 2.5 millones de pesos tenga que pagar renta; si la persona tiene una moto o un carro tendrá que pagar un gravamen dentro de los denominados “impuestos verdes” que se crearan; si esa misma persona está pagando un crédito hipotecario con el que podía descontar los intereses para disminuir el impuesto de renta, aprobada la reforma podrá descontar menos y en consecuencia pagar más; el mercado a ese ciudadano le costará mucho más, pues según estimaciones del colectivo de expertos “Justicia Tributaria” el kilo de arroz quedaría costando 400 pesos más, el plátano y la yuca 350 pesos más, y la carne 2.500 pesos adicionales por cada kilo, otros tantos productos de la canasta familiar también quedarían gravados con IVA. En esta Semana Santa habrá que comer carne porque después de aprobada la reforma tributaria eso será todo un lujo. Semejantes afectaciones al bolsillo de una clase media que se ha quedado sin empleo ni ingresos y con muchas deudas en los bancos, es una ignominia.

Para ganar elecciones dijeron que habría menos impuestos y más salarios, pues ya sabemos que ello quedó en un descarado engaño. Del Gobierno solo se puede esperar maltrato a la clase trabajadora, resta esperar lo que pase en el Legislativo. Probablemente el lector votó en las elecciones de 2018 por alguno de los actuales Representantes a la Cámara o Senadores, valdría la pena poner el ojo en qué tanto debate darán y cómo votarán esa nefasta iniciativa del Ejecutivo, según dicen las malas lenguas ya hay preparados suficientes tarros de mermelada para que la reforma no se empantane en su paso por el Congreso.

CESAR PICÓN

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