Como los cangrejos

César Picón

Ante la inminente nueva ola de contagios y muertes por Covid-19 varias ciudades cerraron y confinaron a su población. En ciudades intermedias como Ibagué aun no se han tomado esas drásticas decisiones, pero parecen venir.
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Ya se sabe que la respuesta fácil de los gobernantes ante el incremento de los casos es decretar medidas restrictivas sin considerar (o al menos procurar mitigar) las consecuencias dramáticas que causan en la vida de las personas. No poder salir a la calle a rebuscarse el sustento, perder nuevamente el trabajo debido a que el empleador tuvo que volver a cerrar el negocio, echar a perder inventarios o inversiones que se habían realizado para tratar de recuperar las ventas perdidas, entrar nuevamente en zozobra por lo que vendrá, son implicaciones que para muchas familias resultan mucho mas aterradoras que incluso contagiarse.

Con una tasa de desempleo que llega casi al 16% a nivel nacional y en muchas ciudades supera el 20% (Ibagué marca 21.5%, la tercera mas alta del país), y crecientes niveles de pobreza y miseria, como resultado directo de los confinamientos y toques de queda del año 2020 y comienzos de 2021, no se entiende como se atreven a volver a cometer el error de cerrar la economía y privar de libertades a la gente. No aprendimos nada.

Los alcaldes y gobernadores no se atreven a cuestionar los decretos que expide el Gobierno Nacional imponiendo restricciones, obedecen apaciblemente sin reflexionar sobre las realidades de sus territorios, pero, además, con contadas excepciones, tampoco hacen nada por ayudar a la gente que mas lo necesita. La empatía sale a flote solo en los discursos.

En Ibagué, por ejemplo, la asistencia social emanada de la Alcaldía en medio de la crisis fue unos mercados que se repartieron hace un año y un mes de gratuidad en el servicio de agua. Eso es todo. Las propuestas que hicimos desde distintas orillas de realizar transferencias monetarias a los mas vulnerables, ampliar los subsidios para el pago de servicios públicos, decretar descuentos y plazos adicionales para el pago de impuestos como el predial y el ICA, establecer descuentos específicos para el pago del predial de locales comerciales (especialmente los establecimientos nocturnos) que se vieron altamente afectados por los cierres, crear empleo de emergencia contratando cientos de ciudadanos para que hicieran pedagogía comunitaria para la prevención del contagio, entre muchas otras, fueron deliberadamente pasadas por alto. Por el contrario, el derroche en gastos suntuosos e innecesarios durante la pandemia dejo claro el escaso interés por ayudar a tanta gente oprimida por el menoscabo de nuestra frágil economía. Aun así, el Alcalde dice “no descartar” futuros confinamientos, cuando esta claro que no hay ningún plan de ayudas sociales, ni siquiera voluntad para hacer esfuerzos que ayuden a mitigar el sufrimiento de la gente. 

Cuando se pensaba que habíamos superado la etapa mas difícil de la pandemia el virus nos vuelve a mostrar su feo rostro y nos demuestra que muy poco hemos aprendido a convivir con él. Basta con ver que las respuestas de hoy son las mismas de hace un año para entender que vamos como los cangrejos: de para atrás.

CESAR PICÓN

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