Pacto Agrario

César Picón

En el Tolima, 5 propietarios de predios rurales de gran extensión son dueños de la misma cantidad de tierra que poseen 100.000 propietarios de minifundios (Upra). Mientras que existen 790 mil bovinos que pastan en 780 mil hectáreas (cada vaca tiene casi una hectárea), más de 82 mil propietarios de predios rurales no tienen siquiera esa hectárea de tierra para trabajar y producir. Estas cifras de desproporción en la distribución de la tierra del Tolima (coinciden con las cifras nacionales) las compartimos el sábado en la visita de Gustavo Petro a Purificación.
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No obstante, los problemas del agro van mucho más allá y no solo afectan al humilde campesino productor que tiene menos de media hectárea de tierra para ganarse el sustento de toda una familia, sino también a quienes teniendo tierra no tienen agua para irrigarla, buenas vías para movilizar los insumos y la producción o, aun teniendo todo ello, resultan explotados por quienes están más arriba en la cadena de valor (como en la cadena alimenticia, que el más fuerte y mejor dotado se come al resto).

Los productores rurales también padecen la falta de un sistema de crédito agropecuario que entienda los ciclos de las cosechas y que incorpore variables asociadas al cambio climático que cada vez afecta más la producción agrícola. Los manguicultores de la meseta del Tolima, por ejemplo, la están pasando mal porque en los últimos 5 años la ausencia de épocas de verano ha impedido la floración y la normal formación del fruto.

Los caficultores, que por las heladas que azotaron la producción de Café en Brasil han visto un alza sorprendente en el precio que ha superado los 2 millones de pesos por carga, están presionados por tener que cumplir los contratos de futuros que firmaron hace dos años y por los cuales apenas recibirían alrededor de 900.000 pesos por carga; cumplir esos contratos implica perder más de 1 millón de pesos por carga, en tiempos en que los fertilizantes subieron más del 100% y en un periodo de bonanza que durará apenas un año.

Los arroceros también se duelen no solo por los altos costos de producción que superan en más del 30% los costos de países referentes, sino también por la monopolización de la molinería que actualmente es controlada por unos cuantos industriales que, mediante una guerra de precios, han desanimado la proliferación de otros molinos que pudieran generar competencia y contribuir al equilibrio en los precios de compra de la producción primaria.

En el sur del Tolima reclaman infraestructura de riego, que por fin se terminen los distritos Triángulo del Tolima y Golondrinas.

Petro propone un gran pacto agrario para hacer arreglos institucionales para que Colombia aproveche verdaderamente su potencial agropecuario, no solo para garantizar el abastecimiento alimentario sino para impulsar una revolución de negocios agrícolas y agroindustriales que generen riqueza y trabajo para millones de colombianos.

Se trata que la tierra cumpla su función social, que el Estado incentive la real competencia y elimine las fallas de mercado y la exagerada monopolización de las etapas posteriores a la producción agrícola bruta (transformación, comercialización), y disminuir la dependencia por los agroinsumos importados.

También se trata de proveer conocimiento, crédito, conectividad, infraestructura vial y seguridad, para que el campo y la agricultura vuelvan a florecer.

 

CÉSAR PICÓN

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