Espantando miedos

César Picón

El establishment colombiano había comprado y difundido la idea que en un eventual Gobierno de Petro las cosas en el país se pondrían feas. Se transgrediría el derecho a la propiedad privada, se cambiaría el modelo económico, se silenciaría a la oposición y a la prensa, se harían concesiones inaceptables a los grupos al margen de la ley, y un cumulo de otras arbitrariedades sobrevendrían, según ellos, sobre nuestra sociedad y nuestra economía en caso que ganara las elecciones el candidato del progresismo.
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Hoy ellos y todo el país pueden estar tranquilos, las muestras del talante democrático y extremadamente cuidadoso del nuevo gobierno, dejan ver que es posible el cambio tranquilo del que hablo Petro en la campaña. 

La expropiación es un miedo que ya no va. Con el anuncio del Gobierno de comprar los primeros 3 millones de hectáreas para iniciar la reforma agraria, trato que fue acordado y suscrito con el gremio ganadero del país (poseedores de los mayores latifundios), desapareció ese fantasma que siempre asustó y con el que hicieron campaña negra en contra del hoy presidente. 

La reforma tributaria espantó otro fantasma: Petro no convertirá a Colombia en un Estado comunista ni aislará al país de la economía global. Todo lo contrario. La tributaria logró eliminar incentivos perversos que tuvieron por décadas algunos sectores privilegiados para que la Nación pudiera participar en mejor forma de la renta minera y de las extraordinarias utilidades del sector financiero, al final eso no hizo que los bancos anunciaran cerrar ni que las empresas del sector extractivo dijeran que se irían de Colombia; de hecho, paradójicamente, la revista Forbes publicó que la inversión extranjera directa prácticamente se había duplicado este año, resaltando la llegada de nuevos recursos de capital a las empresas colombianas y las mayores transferencias procedentes de trabajadores colombianos residentes en el exterior, eso quiere decir que todos siguen creyendo y confiando en la estabilidad del país.

La propuesta de paz total también derrumbó otra sombra que habían querido poner sobre el gobierno del cambio. Contrario a lo vaticinado por el establecimiento, que decía que Petro entregaría el país a la guerrilla, el presidente está poniendo todos los esfuerzos en impulsar los diálogos con el ELN y eventualmente iniciarlos con otros grupos ilegales para desactivar la escalada de violencia en el país, eso sin sacrificar las instituciones ni las leyes de la república, ni someter el Estado a la voluntad de los violentos. Incluso, la reactivación de la diplomacia con Venezuela fue una jugada maestra: la economía y la paz en la frontera estaba destruida desde que Duque se inventó el inútil cuento del “cerco diplomático”.

 

 

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CÉSAR PICÓN

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