La fuerza gravitatoria del absurdo
Seis años atrás Elon Musk ejecutó una de las maniobras publicitarias más estrafalarias de las que tengamos memoria con ocasión del vuelo inaugural del Falcon Heavy, el cohete reutilizable fabricado por su compañía SpaceX: introdujo su propio carro, un Tesla Roadster rojo, como polizón cósmico dentro de éste, le ató un maniquí de astronauta al volante y lo liberó en el espacio donde, hasta la fecha, continúa orbitando a velocidades estelares por la Vía Láctea. Espectacularidad aparte, lo realmente importante fue la leyenda “Don’t Panic” (“No se Asuste”) que Musk hizo grabar en una pequeña pantalla junto al tablero de control del auto, una ingeniosa referencia literaria que ahora surca las estrellas.